La violencia siempre está cerca

Por: Zaira Rosas.

zairosas.22@gmail.com

Quise hacer un artículo más emotivo y lleno de esperanza, pero el entorno complicó mi misión. En vísperas de la navidad quisiera hablar de amor, de compartir con otros y el crecimiento personal que todos necesitamos, pero creo que hay necesidades igual de urgentes como confianza y seguridad que cada vez son más carentes.

Quisiera hablar de crecimiento, pero para ello tengo que mencionar las dificultades y en vista de los titulares de la semana, de la infinidad de desaparecidos que se suman a mis redes, que cada vez son más cercanos; de la falta de garantías que tienen los familiares ante la pérdida violenta de un ser querido, de los prófugos de la justicia y de la inversión de prioridades que tenemos, considero necesaria una reflexión profunda de nuestras acciones.

En esta temporada salió a la luz una investigación que habla de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes miembros de los Legionarios de Cristo, hay quien señala directamente a la religión católica por el acto, en efecto dentro de la iglesia hubo personalidades que encubrieron los hechos, pero el problema aquí es más profundo. La religión católica es de las que tiene más seguidores en el mundo, por ende estadísticamente los casos son mayores, sin embargo no es la única que ha cometido este tipo de atentados. Hay infinidad de sectas que también acapararon titulares por el mismo hecho y si bien no se trata de menores de edad, sí se mencionaron casos de trata de personas y esclavas sexuales.

¿Qué tienen en común los hechos previamente mencionados? La confianza de sus seguidores y la manipulación mental. Leí a detalle casos de mujeres que relataban sus visitas forzadas a un sacerdote, una maestra las conducía al lugar y les decía que no dijeran nada, las víctimas confiaban en su docente y no tenían ni la edad, ni la capacidad para entender lo que ocurría. Lo mismo sucede con infinidad de feminicidios, gran parte de ellos son perpetuados por personas cercanas a la víctima, personas en las que solían confiar.

Quienes fueron víctimas de Nxivm buscaban un mayor empoderamiento en sus vidas y culminaron en la total sumisión de su líder, Keith Raniere. Si bien es cierto que nadie está exento de actos atroces que atentan contra nuestra seguridad e individualidad, tengo la certeza de que gran parte de la población que ha sufrido este tipo de atropellos es porque le ha sido detectado cierto tipo de vulnerabilidad.

En uno de mis cursos documentaba la importancia de caminar de forma segura, debido a que hay estudios en los que se entrevista a los atacantes y detallan que para elegir a sus víctimas buscan que estas caminen distraídas, eligen a aquellas que consideran presas fáciles. Pero la vulnerabilidad no sólo está en aspectos físicos, también puede ser mental. Los niños elegidos para acercar a los sacerdotes eran aquellos más tímidos, quienes tenían menor probabilidad de contar lo ocurrido.

Lo mismo sucede con los pequeños que han sido blanco fácil de los retos en redes sociales, son aquellos con lazos fragmentados de comunicación con sus progenitores. ¿Qué podemos hacer para intentar disminuir estos hechos de violencia constante? Contribuir a una mejor formación del entorno, fomentar la seguridad de los individuos, no sólo en lo físico, sino también de forma mental.

Ayudemos a disminuir las carencias del ambiente, dejemos de decir a otros que no son suficientes, fomentemos la confianza personal para que sea difícil que otros nos manipulen con palabras o conceptos, enseñemos a quienes tenemos cerca la importancia del respeto a los demás. Cada vez son más las mujeres asesinadas por decir que no y este debería ser un derecho, no causa de muerte, el problema es que rara vez se nos enseña el poder de nuestra voz, gran parte de mujeres crece creyendo que algunos actos de violencia en realidad son un reflejo de amor y entonces cuando quieres huir ya es demasiado tarde.

Hay formas de violencia que pueden prevenirse y otras que se han fomentado desde casa, de nosotros depende que sea distinto el final de la historia. No solo es tarea del gobierno, es trabajo conjunto en las familias, las escuelas y también el entorno. Compartamos información real, empoderémonos entre nosotros, aceptemos las diferencias y fomentemos profundamente el respeto. Mi mayor deseo en esta época es que dejemos de ser vulnerables y exploremos la potencialidad de cada uno para construir algo mejor. Que seamos más conscientes de nuestro actuar diario y las consecuencias del mismo, que vislumbremos todo lo que podemos lograr cuando trabajamos por un bien común de manera colectiva. Que el día de mañana sea de felices fiestas, pero nunca dejemos de estar atentos y que verdaderamente tengamos noches de paz.