La tiranía digital que se avecina; Markus Gabriel habla sobre la sociedad tras el covid-19

  • El filósofo alerta que la pandemia trasladó la vida pública a la esfera privada, con el riesgo de que se caiga en una ciberdictadura de las redes sociales.

CIUDAD DE MÉXICO.

El coronavirus ha puesto de manifiesto las debilidades sistémicas de la ideología dominante del siglo XXI. Una de ellas es la creencia errónea de que el progreso científico y tecnológico puede por sí solo impulsar el desarrollo humano y ético”, afirmó ayer el filósofo alemán Markus Gabriel (1980).

Al dictar la conferencia Por qué nuestra tarea consiste en pensar de nuevo a la sociedad poscoronial, en el marco de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia, organizado por la UNAM, el pensador lamentó los “estereotipos peligrosos y los prejuicios estúpidos”, como el racismo y el rechazo al migrante, que se expresan por doquier.

El orden social está trastocado. Se propaga un virus cuya verdadera magnitud desconocemos, nadie sabe aún cuántas personas morirán, cuándo se desarrollará una vacuna o una medicina ni las influencias que habrá en la economía y la democracia, entre otras incertidumbres.

 Pero tampoco el orden mundial previo a la pandemia era normal, sino letal. Todos los humanos somos afectados por igual. No tiene sentido encerrar a la gente dentro de unas fronteras. Esto es la demostración de que estamos unidos por un cordón invisible y debemos aguzar la conciencia de nuestra vulnerabilidad”, dijo.

El catedrático de la Universidad de Bonn advirtió que hoy más que nunca corren peligro ideales como la libertad, la igualdad y la esfera privada; y previno sobre una dictadura sanitaria y una ciberdictadura.

Quiero designar lo que sucede como una ‘coronización’ del mundo y de la vida; ésta consiste en que nos estamos convirtiendo en el proletario digital de las empresas estadunidenses. Nunca habíamos producido tantos textos para Twitter, Facebook, Zoom y compañía como en estas semanas.

La vida pública no ha desaparecido, sino que se ha trasladado por completo a la esfera privada, la cual se ha convertido en un sistema de autovigilancia y autodisciplina que se conoce como home office. Una palabra más adecuada sería explotación digital imparable”, afirma tajante.

El especialista en metafísica, epistemología y filosofía poskantiana añade que ahora “no tenemos más, sino menos vida privada, porque buscamos noticias frenéticamente cada minuto y los algoritmos de los buscadores y las redes sociales controlan nuestra atención para que no escapemos de las pantallas.

Hemos entregado nuestra vida pública al estado digital, incluyendo reuniones de negocios, clases escolares, entretenimiento, convivencia familiar y videoconferencias de políticos. La hemos extendido al capitalismo de vigilancia estadunidense. Dependemos de su infraestructura. Es un proceso fatal”, indica.

Necesitamos formatos para una digitalización más ética y justa. Las redes sociales han contribuido en gran medida a la crisis de la democracia liberal, pues son transnacionales, no están lo suficientemente vinculadas a los principios de los Estados de derecho democráticos”, añade.

DICTADURA SANITARIA

El director del Centro Internacional de Filosofía Alemana destaca que, por la manera de algunos gobiernos de enfrentar el covid-19, el proceso se puede convertir en una dictadura sanitaria.

Desde hace semanas, esta pandemia se señala como la causa de acciones masivas de restricción de la vida pública. Los ciudadanos no sólo las toleran, sino que las ven con buenos ojos. Hacía mucho tiempo que los alemanes no se mostraban tan sumisos, pero serán recompensados con probaditas de relajamiento de las detecciones.

 La justificación de la situación actual, altamente inestable, se relaciona con lo que llamo el Imperativo virológico, el cual exige proteger, casi a cualquier precio, a las personas particularmente en riesgo, así como a nuestros sistemas de salud”, apunta.

El considerado padre de la corriente filosófica Nuevo Realismo resalta que la sociedad no puede tener nunca como objetivo eliminar todas las enfermedades, dado que esto es imposible.

La salud total no es un objetivo deseable, porque para eso tendríamos que prohibir nuestras mejor prácticas culturales, las largas horas de lectura sentados, el dulce postre, el vino, el mezcal”, asegura.

El autor de Por qué no existe el mundo y Filosofía de la mente para el siglo XXI dice que “debemos reconocer que la cadena infecciosa del capitalismo global destruye nuestra naturaleza; y atonta a los ciudadanos para que nos convirtamos en turistas profesionales y en consumidores de bienes.

Necesitamos no un comunismo, sino un co-inmunismo. Para ello, tenemos que vacunarnos contra el veneno mental que nos divide en culturas nacionales, razas, grupos de edad y clases sociales en puntual competencia. Una vez superada la crisis de este virus, si seguimos actuando como antes vendrán epidemias más graves, proliferación del racismo y la crisis climática”, admite.

El autor de Yo no soy mi cerebro, quien habla nueve idiomas, está convencido de que necesitaremos una “pandemia metafísica, una unión de todos los pueblos bajo el techo común del cielo del que nunca podremos evadirnos. Somos mortales y frágiles, convirtámonos en verdaderos ciudadanos del mundo, en cosmopolitas de una pandemia metafísica. Cualquier otra actitud nos exterminará”.

Markus Gabriel concluye que “el covid-19 nos pone frente el espejo y nos recuerda que nos encontramos ante una catástrofe mucho mayor que nosotros mismos hemos creado, el cambio climático irreversible, el cual costará cientos de millones de vidas humanas si no estructuramos nuestra economía poscoronial”.