PRD, PROYECTO QUE SÓLO DURÓ UN CUARTO DE SIGLO EN LA ALDEA

60 SEGUNDOS

RAÚL GONZÁLEZ RIVERA

PRD, PROYECTO QUE SÓLO DURÓ UN CUARTO DE SIGLO EN LA ALDEA

            Lamentable, pero cierto, el proyecto que trajo el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano de fundar un partido de izquierda, sólo alcanzó a tener una vida buena y productiva un cuarto de siglo.

            En la aldea el fracaso es quizá más evidente, porque había los veracruzanos ávidos de conformar un partido de izquierda que le hiciera frente a la larga estadía del partido tricolor particularmente.

            En un país donde los librepensadores fueron capaces de quitarse el yugo del coloniaje de 300 años y posteriormente también los 34 años de dictadura que representó el general Porfirio Díaz, y finalmente darse los mexicanos la oportunidad de convivir en un régimen democrático y republicano como sería en los años 80-90 del pasado siglo XX, la instalación de una ideología de izquierda, la cual contaría con un partido político y brindara al pueblo una expectativa de cambio verdadero.

            El ingeniero Cárdenas Solórzano no se equivocaría, sino todo lo contrario. Así lo creyeron en la aldea xalapeña los hombres y mujeres de libre pensamiento, los académicos y los investigadores e inclusive el gremio que conformaban los burócratas, creyó en que dicha expectativa asumiera categoría de carta credencial en lo subsecuente.

            De esta forma surgiría a la vida política el PRD, un membrete que presagiaba grandes faenas políticas y partidarias. Un pueblo con más pobres encontraría en una sigla semejante la probabilidad del cambio y la transformación real de su vida pública.

            Si de nombres y personajes se trataba, con el ingeniero Cárdenas los había en demasía. Algunos de ellos representaban por sí solos una dinámica suficiente para llevar a cabo el relevo de viejas conductas públicas, no precisamente del gusto y simpatía de todo un pueblo.

            Heberto Castillo, científico de la ingeniería y con trayectoria en la izquierda mexicana, lo que le costó pagar con cárcel culpas de su lucha por la democracia, sobre todo en la lucha estudiantil del 68.

            Porfirio Muñoz Ledo, sin duda uno de los siete sabios que en política aportó este país en el curso del siglo XX, según la calificación que rindiera en su momento el extinto José Luis Lobato Campos, fundador del Instituto de Pensiones del Estado, sólido, fuerte y realmente de pensionistas y afiliados, en esta aldea.

            Ifigenia Martínez, economista de lujo; el líder Arnoldo Verdugo; Demetrio Vallejo, dirigente ferrocarrilero y otros, que suscribieron la apertura de un partido de izquierda, cierto, de corte nacional, pero que no se amplió hacia la provincia con personajes reales de la izquierda localista, lo que al final del día diera al traste con el proyecto Cardenista aquí y en todo el país.

            En la aldea el propósito de generar una sigla partidaria que se sustentara en una ideología de izquierda, atrajo la simpatía de todos cuantos mostraban desde entonces el hartazgo que les producía un priismo rapaz.

Empero, en lo que no podría coincidir gran parte de la sociedad civil, que hayan pasado 25 años y fueran los mismos rostros de viejos lobos de hacer grilla, quienes se empoderaran con las chambas menores en los ayuntamientos municipales, porque también de esta forma asestarían el golpe que anunciaría la muerte de un partido, esperanza de muchos, fracaso de sus creadores y quienes lo explotaron en beneficio suyo única y exclusivamente. 

XALAPA, SIN INDUSTRIAS, UNA CIUDAD DE SERVICIOS

Una vez que el gobernador Fernando López Arias se cerrara a abrir las puertas de la ciudad a los empresarios que proponían instalar aquí la fábrica de automóviles VW, igual habría de satanizarla al grado de que las escasas factorías industriales que operaron en los primeros años del siglo XX cerraran puertas y se fueran de tierras veracruzanas.

Con bombo y platillos, los gobernantes de la sucesión pregonarían que Xalapa sería mantenida a salvo de las fábricas que sólo generaban humos, tóxicos y otros efectos contaminantes, pero jamás dieron una explicación del porqué a la capital del estado no llegaran grandes consorcios industriales.

La riqueza de un pueblo tiene que ver con la producción de bienes de consumo generalizado. Las empresas vendedoras de artículos de consumo y los víveres solamente enriquecen a pequeños grupos de hombres que tienen el dinero, aunque brindan un servicio al resto de la colectividad.

Sin embargo, ya en los años 80 del pasado siglo XX y en el curso de éste, se confirmó que la capital otrora de la Atenas veracruzana es una de las tres capitales más contaminadas en el interior del país, entre Toluca, Estado de México, y Guadalajara, Jalisco. Los humos, ruidos y tóxicos que se generan por los vehículos de motor y los centenares de establecimientos comerciales que despiden agentes que envenenan el medio ambiente, siguen sin ser atacados por ninguna instancia del poder público.

Aunque existen regidores que siguen catalogando a Xalapa como una ciudad donde habitan campesinos y obreros, estos dos grupos sociales y de trabajadores habría que tratar de localizarlos con lupa. El cultivo del café, las naranjas, los limones y algunas especies de los ríos y la laguna de El Castillo, por favor, ya no existen. El último reducto de ejidatarios se deshizo de su predio para que allí fuera establecido el “relleno sanitario”.

Las fábricas de hilados y tejidos de San Bruno y El Dique, así como la fábrica de Metálicas Galindo y la fábrica de Triplay Veracruz, lucieron espléndidamente dando empleo a centenares de obreros, pero cuando los impuestos hundieron su expectativa de continuar operando para producir riqueza, sus concesionarios y dueños optaron por abandonar la aldea e irse a otras entidades del interior del país.

Lo último, la empacadora de Chiles Xalapeños, cabe destacarla porque hasta la fecha utiliza el logotipo alusivo a los chiles que aquí no se cultivan, porque los traen de la municipalidad de Isla, Veracruz, pero gozan de fama y prestigio dentro y fuera de este país.

De allí viene el título que dio lustre y prestigio al beisbol, como rey de los deportes, de “Chileros de Xalapa”, que tanto lucirá en los juegos con peloteros de la Liga Mexicana y novenas de las Mayores en el Parque Deportivo Colón en tiempos del sexenio que encabezó el gobernador don Antonio Mariano Quirasco.  

EL CASCO HISTÓRICO CONTINÚA CERRADO A PEATONES Y AUTOMOVILISTAS

Salvo si los agentes de tránsito permiten o no el paso de automovilistas, el acceso al corazón de la ciudad sigue prohibido en horas hábiles, lo que a los establecimientos comerciales mantiene con el enojo a punto de explotarles, porque sugieren que bajo estas condiciones, en días de pandemia, les está yendo peor. La economía en sus diversas direcciones cabalga titubeante y los empresarios en pequeño sospechan que muchos más van a cerrar sus puertas definitivamente.

El giro principal lo conforman los restauranteros y otros expendios vendedores de café, algunas panificadoras y los mal llamados estacionamiento vehiculares de las calles de Zamora, Xalapeños Ilustres,  José María Mata y la avenida de Juárez, cuyos regenteadores se lamentan de su ubicación por vez primera, ya que estando ubicados en el casco histórico de la ciudad, sus ventas y rentas, se han venido abajo estrepitosamente.

Por supuesto que todos se preguntan hacia dónde transita un grueso de la gente que cruza en un ir y venir incesante, las cuatro calles que desembocan en el centro histórico. Miles de personas quedaron sin poder ingresar ya por espacio de casi tres semanas a la calle de Enríquez, antes calle Real.

Los palacios de gobierno estatal y el del ayuntamiento de la ciudad permanecen prácticamente desiertos. Sus puertas son celosamente resguardadas por vigilantes uniformados y la gente que transita por allí pareciera ni siquiera hacer algún intento por ingresar a sus interiores, por aquello de mantenerse la sana distancia, con el objetivo de inhibir en principio la posibilidad de contagiarse del coronavirus.

Xalapa nunca había experimentado un abandono semejante. Sus principales calles dejaron de ser circuladas y un despliegue importante de elementos de la Dirección de Tránsito y Seguridad Pública se avistan celosos en el cuidado y de constituirse en un filtro para la circulación de automovilistas, particularmente.

Sin vías alternas, la ciudad se convirtió en un nudo a sus cuatro costados por donde el grueso de vehículos de motor transita hacia todos los demás rumbos que integran la geografía capitalina.

El escenario resulta bastante tétrico para los xalapeños que nacieron en la capital y que jamás habrían concebido siquiera la idea de que un día les dijeran que para no contagiarse de una enfermedad, que puede ser inclusive mortal, tendrían como ciudadanos que guardar una sana distancia de los demás y no aglomerarse en grupos de diez, quince o veinte personas, por aquello de contraer el mal de manera rápida y fulminante.

Si muchos han calificado el abandono que hace deslucir a la ciudad, ahora esa imagen se multiplica porque los jardines permanecen sin ninguna poda, las montoneras de basura están por doquier y lo que la 4T ha pedido que no se registre, se aprecia una capital, al menos en su corazón, desierta, con policías y agentes viales a la caza del que se deje. Seguramente el abogado-novelista Frank Kafka encontraría suficiente material para que escribiera una de sus gustadas lecturas de miedo, de terror y otras cosas. Es todo.