MÉXICO YA NO NECESITA JURISTAS DEL SIGLO XIX: JLC

60 SEGUNDOS

RAUL GONZALEZ RIVERA

MÉXICO YA NO NECESITA JURISTAS DEL SIGLO XIX: JLC

En la revista El mundo del Abogado, de fecha 21 de marzo 2020, uno de sus entrevistados, el doctor José Luis Caballero, director del departamento de Derecho de la Universidad Iberoamericana, se pronuncia por superar el ejercicio del abogado del siglo XIX, por uno con reflexión crítica en la apropiación de la disciplina y su impacto social, como correspondería al papel de un jurista en una democracia contemporánea.

                Ciertamente, de siempre, la universidad privada en esos linderos, ha llevado la delantera de cara a la escuela que enseña derecho en la universidad pública. El Tecnológico de Monterrey, en su carrera de Derecho, igual, borró de su currícula de materias, aquellas que como en el Ibero, rompen con el esquema sustentadas en la memorización de definiciones, conceptos dogmáticos y descripciones previamente afianzadas en la doctrina, como acertadamente lo sustenta el doctor José Luis Caballero.

                El autor de una entrevista concedida a el mundo del abogado, completa su visión de futuro desde las escuelas y facultades de Derecho, diciendo que en este contexto, la educación legal se soportó en categorías y principios presentes en los planes y programas de estudio, en los textos jurídicos o en la experiencia en el aula, que denotaban una maquinaria conceptual, una visión epistémica y una narrativa obsoleta en relación con el Derecho comparado y obsequiosa con un sistema político de corte autoritario.

                Para romper con lo anterior, el jurista propone que las escuelas de derecho también se conviertan en generadoras del pensamiento, para cambiar el estado de cosas y no repetidoras de ciertos conocimientos. Este cambio de paradigma requiere que el Derecho y quien lo estudia se perciba como impulsor de cambios sociales, no como perpetuador del statu quo a veces revestido de seguridad jurídica, carente de sentido crítico y reproductor de contenidos transgeneracionales y, en cierta medida sacralizados.

                Acusa el doctor Cabalero, que el abogado del siglo XIX que es todavía el actual, además de ser un abogado dogmático y basado en principios doctrinarios, por ende elitista, trabaja apenas para el 30 por ciento de la población, no para quienes se encuentran en condiciones de mayor vulnerabilidad.

                El cambio que sugiere el personaje, se basa en un sistema de competencias técnicas que permita la resolución de la problemática jurídica, con marcos teóricos que fomenten el análisis crítico de los problemas a partir de perspectivas actuales y no solo con base en reminiscencias historicistas.

                Y por otro lado, que esa experiencia se haga práctica desde el principio y que pueda articularse con la incidencia en realidades sociales a través de la formación clínica. Sentencia que hay un gran atraso en la educación clínica para atender problemáticas concretas, en relación con otros países como Chile, Colombia y Argentina, basada en esquemas de inmersión social, que permita a las y los estudiantes ir practicando lo que internalizan en la experiencia de las aulas.

                Y advierte enseguida, digamos que estaríamos hablando más de un aprendizaje situado y orientado hacia el empoderamiento de las personas.

Y SI FUERA CIERTA LA DENUNCIA DEL DOCTOR JAIME  CÁRDENAS

Dada la trayectoria que se conoce del doctor Jaime Cárdenas, porque no considerar como cierta su advertencia en el sentido de que en el Instituto de recuperado lo robado en pasados sexenios presidenciales, sea cierto, como es el hecho de que haya funcionarios menores que están robando joyas y otros bienes de entre los que el mencionado organismo ha podido recuperar.

                Se trata de un personaje reconocido en el posgrado de la UNAM y particularmente en la carrera de Derecho, el cual ha sido su académico del doctorado y a quien numerosos de sus egresados reconocen puntualmente por su conocimiento, su entrega al trabajo, su honestidad y su ideología de izquierda, lo que hizo simpatizar personalmente con AMLO desde hace más de 20 años.

                Jaime Cárdenas pertenece al grupo de notables con que se inauguró el consejo general del entonces Instituto Federal Electoral (IFE) y que surgió a la luz pública como un árbitro confiable y creíble en comicios   electorales de aquellos ayeres, en que su titular, José Woldenberg luciera  enormidades, precisamente virtud a emitir-dicho órgano- juicios  imparciales y reconocidos por la ciudadanía, sobre todo en la hora inicial con que se encaminara el funcionamiento del árbitro electoral, como que a la hora de registrar los votos ciudadanos en comicios, ganara de antemano el  orgullo de ser un instituto confiable. Es decir, que no todo lo que se hizo en el pasado, fue del todo malo.

                El doctor Jaime Cárdenas, escribe libros y en diarios de circulación nacional y goza de la estima de académicos, investigadores y estudiosos de la ciencia jurídica y la política.

                Por inclinación ideológica y afectos personales hacia el actual presidente Andrés Manuel López Obrador se sumó a su causa desde hace tres décadas particularmente.

                En sus entrevistas con diversos medios, ha dicho que siente el mismo afecto y consideración para con el presidente de la república, que no se va molesto y que sigue siendo un mexicano que reconoce el trabajo que desarrolla para lograr la meta de la 4t.

                Por supuesto, que dejó la estaca metida en el instituto de reciente creación y que produjo el efecto que todos saben.

 Cuentan quienes lo conocen de cerca, que el doctor Jaime Cárdenas no se prestaría a ningún acto de corrupción a estas alturas de su prestigiosa carrera académica e intelectual, así que si denunció corruptelas cometidas por servidores públicos del área en cuestión, bueno, lo más consecuente, es que se lleve a cabo un arqueo y se confirme o no, que se estén robando lo robado.

No obstante, todo ello, la sociedad está expectante de cuanto vaya a suceder en los días por venir, ya que la renuncia de Jaime Cárdenas, igual se añade a la lista que sigue creciendo de servidores públicos que convencidos y comprometidos o no, han abandonado el barco de la 4t, precisamente cuando está por llegar a la primera mitad de su andar sexenal en este apabullado país.

UN GOBERNADOR, REPRESENTA A TODOS LOS CIUDADANOS: RHO

Rafael Hernández Ochoa, cuando arriba a Veracruz, viene precedido de que es compadre del presidente Luis Echeverría Álvarez y por ende, los leales al régimen priista, lo presumían de antemano como un candidato todo poderoso, ranchero de origen.  En Veracruz poco había sido visto y en la aldea local, mucho menos, así que en esos años, a los ciudadanos valía un pito si ganaba o perdía la elección de gobernador.

La batalla real había pasado, en el seno del propio partido, pero no aquí en la aldea, sino en la ciudad de México, en donde se cocinaban las gubernaturas y las alcaldías más importantes del país. esto nos decían en las aulas de la antigua facultad de periodismo de la Universidad Veracruzana y los viejos dirigentes del partido tricolor, algunos que ya pasaron a mejor vida, se dice.

A don Rafael, lo arroparían además de la bendición dada por LEA con muchos de los jóvenes que habían contendido en el movimiento del 68, ya que los políticos del viejo régimen, en lo que hace a su antecesor en palacio de gobierno, contaba con algunos valiosos elementos, pero todos eran pasados de moda y había que nutrir el aparato gubernamental con jóvenes y si participaron en la gesta heroica del 68 mucho mejor. Esas eran las instrucciones.

La batalla por la candidatura priista se había dado hacia los interiores tenebrosos del partido. La única gracia del señor Hernández Ochoa, era su cercanía con LEA, porque era su compadre. Claro, eran tiempos de presidencialismo exacervable y a RHO le cayó como anillo al dedo que lo premiaran con el puesto de gobernador.

En linderos del PRI nacional, en donde se designaba al candidato, la delantera la habría por segunda ocasión el jarocho Arturo Llorente González. Si por decisión de ciudadanos eminentemente locales hubiera sido el personaje idóneo para el puesto en cuestión.

Sin embargo, la democracia no se daba ni se dio en el partido que habría jurado que ese sería su modo de vida en suelo azteca. Demasiadas flores, cuando el partido se parecía más a cualquiera de los gobiernos autócratas y dictatoriales del mundo, inclusive.

Los veracruzanos conocían a don Arturo, no a Rafael Hernández Ochoa. El primero había sido alcalde del puerto de Veracruz, donde era querido y respetado. Un jurista serio, profesional, que también sería uno de los rectores de la Universidad Veracruzana, más progresista en los campos del conocimiento científico y la difusión de la cultura. Asimismo, sería senador de la república, diputado federal, obvio, que la lógica-si esta se diera en las cuestiones de orden político-tendría que ser gobernador del estado.

Lamentable que para su causa, se atravesara en su camino el amigo y compadre del presidente de México, pese a que a éste, le auguraban todos los males después de haber tomado participación en  la autorización de la matanza de estudiantes en la plaza de las tres culturas de Tlatelolco, precisamente un 2 de octubre.

Así que sin mayor presencia sobre tierras estatales, los jóvenes que a muy temprana edad asimilaron las artimañas y corruptelas con que acometerían a quien osara enfrentar a RHO en campaña, éste, sería candidato y luego de una campaña de presentación del candidato triunfante, obtendría la silla de mandamás de estas tierras.

Al paso de los días, RHO  daría el toque democrático a la actuación de  su régimen, al advertir en los talleres tipográficos entonces de este diario, en una de sus visitas que él gobernaba para todos, lo que a no pocos priistas cayó como balde de agua helada sobre sus espaldas, ya que por vez primera, la oposición vistiendo los colores del PAN apadrinaría a su primer diputado de partido ante el Congreso estatal, el señor Rubén Efraín López González, un comerciante modesto de ropa y baratijas, quien se convertiría en abanderado y ganador de una curul de legislador. Es todo.