‘La muerte normalmente es lo más privado que existe’: Fernando Savater

  • Savater y Krauze abordaron los desafíos de la ciudadanía en la pandemia, en el marco de la 34 FIL digital.

CIUDAD DE MÉXICO.

La muerte normalmente es lo más privado que existe. Se ha dicho muchas veces que todos los seres humanos morimos solos y de verdad uno puede estar rodeado de amigos, hermanos y familia, pero la muerte es una forma de soledad”, expresó el filósofo Fernando Savater durante la charla El desafío de la ciudadanía, en la que también participó el historiador Enrique Krauze, en el marco de la 34 Feria Internacional de Guadalajara.

Pero en el caso de las epidemias, como la que hoy se vive en todo el mundo, “se comparte la muerte, esa muerte que no sólo afecta a una persona por enfermedad o vejez, sino que se convierte en un mal común que los seres humanos se dan unos a otros y se ven unos a otros”.

Y eso cambia muchas cosas, expresó, “y por eso las epidemias que se cuentan tanto en libros como el de Boccaccio como de Alexander Pushkin o de Edgar Allan Poe, siempre hay una tentación de romper la vida social”.

Cuando alguien está muriendo, abundó, “los deudos adoptan una actitud recogida, piadosa, preocupada y no les da por montar una orgía en torno al muerto.

Pero la epidemia se presta a lo orgiástico y, como lo cuenta Boccaccio en el Decamerón, las epidemias hacen que la gente combata la peste (pensando) en que si nos vamos a morir salgamos, bebamos, forniquemos. Y esa ruptura de la contención, de la distancia y del respeto, cuando entra la peste, la peste es un poco la danza de la muerte”.

En esta atmósfera, “la colectivización de la muerte deja de ser un asunto privado, como es para cada uno de nosotros, y se convierte de pronto en un fenómeno público que sustituye los otros lazos sociales”.

La muerte es lo más personal que hay, pero con la epidemia hay una especie de colectivización y la muerte es una moneda de cambio generalizada”.

Además, reconoció que las medidas para enfrentar la pandemia han perdido su atractivo inicial.

Poco a poco ha perdido esa gracia inicial y se ha convertido en una desgracia permanente. Primero por las muertes, porque ya es difícil encontrar a alguien que no haya perdido amigos o familiares”.

Y añadió: “Verdaderamente la pandemia se ha convertido un poco en una cierta pesadilla. Yo he empezado a soñar con la pandemia. Nunca me había ocurrido esto, pero ahora de pronto, entre sueños estoy en una situación y, de pronto, me doy cuenta que no llevo puesta la mascarilla y pienso en que esa gente qué hace a mi alrededor y tampoco lleva puesta la mascarilla. Verdaderamente empieza uno a obsesionarse. Yo creo que esto nos va a dejar marcados para bastante tiempo”.

OTRO FESTÍN

 Enrique Krauze señaló que, además de la perturbación social y médica, el ser humano acude a un tema eterno y profundo, como es la búsqueda de respuestas

He tratado de buscar alguna inspiración y algún consuelo en la literatura. Así encontré una obra que Fernando, que lo sabe todo, quizá conozca. Se llama Festín durante la peste, de Alexander Pushkin, una obra que escribió en 1830 durante una peste que lo confinó a escribir esta historia o poema narrativo que el músico ruso Cesar Cui (y Sergei Prokofiev) convirtió en ópera”, dijo.

 Los invito a que lean este poema, porque nos coloca ante la disyuntiva que en el fondo tenemos todos: qué hacer, ¿entregarnos al instante o hundirnos en el pesar de la muerte?

Y tocamos el tema del duelo, que es tan importante, con un abanico de posibilidades entre ambos extremos: persistir en la vida, amar la vida, tener compasión y una empatía activa con los demás, pero sin desvanecer, sin olvidarnos de los que mueren”, abundó.

Por su parte, Savater sugirió que se prepare una antología con textos sobre la peste.

Porque como ese poema de Pushkin que mencionas, Allan Poe tiene un cuento sobre la peste roja, que es muy impresionante, de una ciudad prácticamente vaciada por la peste”, así como otros de Giovanni Boccaccio, Daniel Defoe y muchos más.

Krauze preguntó dónde están los cronistas de nuestro tiempo que, al estilo de Abraham Catalano, cuentan esos relatos sepultados por la pandemia.

Pero Savater consideró que hasta que la epidemia termine, esas historias no saldrán a la superficie.

(Pasará) hasta que acabemos con la epidemia y empecemos a sobrevivir y a tener el gusto por la vida y la individualidad y la perpetuación. Recordemos que después de la Segunda Guerra Mundial hubo un boom de la natalidad, porque efectivamente la única forma de agradecer el haber sobrevivido era procrear”.

Pero mientras estemos padeciendo la epidemia, lo que estamos intentando es no formar parte de ese batallón, cada vez más numeroso, de los muertos”.

Savater recordó que en la Roma antigua existía una expresión muy peculiar y habitual para quienes morían.

Se fue por la mayoría, decían, porque los muertos eran la mayoría. En este momento, irse por la mayoría sería sucumbir a la epidemia y todo lo que queremos es resistir esa tentación de irnos con la mayoría y sobrevivir para contarlo”.

E insistió en que esta epidemia no cambiará al ser humano.

No creo que los seres humanos vayan a cambiar. Esa idea de que ahora ya nada será igual y que las cosas están cambiando permanentemente, pero epidemias ha habido muchas y esa gente que ha dicho que han descubierto que son vulnerables, ¡caramba!, ¡qué distraídos eran!”.

Los humanos seguiremos teniendo los mismos defectos y egoísmos. Lo que pasa es que ahora conocemos el peligro en esta sociedad hiperconectada, concluyó.