Los trapos sucios del nuevo aliado del Presidente
|HISTORIAS DE REPORTERO
Carlos Loret de Mola
Los trapos sucios del nuevo aliado del Presidente
Dos cosas ha sabido hacer muy
bien el Partido Verde Ecologista de México: acomodarse con el ganador de la
elección presidencial y enriquecerse gracias a eso.
El Verde fue foxista, luego peñista y ahora
obradorista. Voy más allá: le entregó el partido a Vicente Fox, luego se lo
entregó a Peña Nieto y ahora se lo ha entregado a López Obrador. A cambio, solo
pide dinero e impunidad para cobrarlo.
Muchas de las figuras de este desprestigiado
partido han entrado al juego, pero seguramente hay alguno que ya “cantó”,
alguno que ya se acercó a las autoridades federales para contar algún capítulo
de una historia que gusta mucho en Palacio Nacional: la corrupción del pasado.
Llegó hasta manos federales una declaración
detallada de cómo, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, la cúpula del
Partido Verde manejaba entre 5 y 7 mil millones de pesos anualmente, y cómo
algunas de sus figuras más relevantes –Jorge Emilio González Martínez “El Niño
Verde”, Jesús Sesma, Arturo Escobar– transferían estos recursos a los estados a
cambio de recibir como comisión el 70% del monto transferido. Leyó usted bien:
el 70 por ciento.
¿Cómo habría funcionado eso? Se acercaban a
algún gobernador amigo y le planteaban: te podemos mandar 500 millones de pesos
en transferencias del presupuesto público; de esos 500, tú nos regresas 350
millones en efectivo o en depósitos a empresas fantasma, pero te quedas con 150
millones que puedes usar para lo que quieras, porque te los vamos a mandar “no
etiquetados”.
Los pactos se daban lo mismo en oficinas
públicas que en oficinas alternas y restaurantes de lujo. Los esquemas
salpicaron a gobiernos de Sinaloa, Michoacán, Estado de México, Ciudad de México,
entre otros. En algunos casos, el servicio incluía “lavado”, echando mano de
factureros y negocios falsos, para facilitar al mandatario estatal el uso libre
del dinero público.
Este asombroso esquema 70-30, patrocinado por el
Gobierno federal y cristalizado por su aliado el Partido Verde, habría
prevalecido varios años. El dinero no necesariamente terminaba íntegramente en
los bolsillos personales de figuras del partido y gobernadores, sino que podía
usarse también en la operación electoral, el apoyo a las campañas por encima de
los topes de gastos que establece la ley, sobornos, etcétera.
Me relatan que la persona que “cantó” dio
explicaciones detalladas. En el Verde ya lo saben, y hay cruce de señalamientos
sobre quién fue el que “cantó”. La pregunta es si prosperará la denuncia,
considerando que una vez más, en este sexenio ha quedado exhibida la sagacidad
política del Partido Verde: ahora son de los que gritan que “es un honor estar
con Obrador”.