Encefalopatía hepática

Es un empeoramiento de la función del cerebro que ocurre debido a que el hígado ya no es capaz de eliminar las sustancias tóxicas de la sangre. Por lo que es considerado un síndrome de alteración mental (neuro-psiquiátrico) que se observa con gran frecuencia en el paciente con cirrosis avanzada o con insuficiencia hepática aguda o crónica.

 En algunos casos raros puede ocurrir en ausencia de daño hepático (síndromes hiperamoniémicos).

Etiología (Causas y factores de riesgo)

 La encefalopatía hepática es causada por trastornos que afectan al hígado. Incluyen patologías que reducen la función hepática (como la cirrosis o la hepatitis) y afecciones en las cuales la circulación sanguínea no entra al hígado. La causa exacta de esta afección se desconoce.

 Un trabajo importante del hígado es transformar sustancias tóxicas que son producidas por el cuerpo o llevadas a éste (como los medicamentos) y volverlas inofensivas. Sin embargo, cuando el hígado sufre daño, estos «tóxicos» se pueden acumular en el torrente sanguíneo.

 El amoníaco, que produce el cuerpo cuando las proteínas se digieren, es una de las sustancias dañinas que normalmente el hígado transforma en inofensiva. Muchas otras sustancias también se pueden acumular en el cuerpo si el hígado no está funcionando bien y le pueden causar daño al sistema nervioso.

 La encefalopatía hepática puede presentarse de manera súbita en personas que previamente no tenían ningún problema hepático cuando se presenta el daño al hígado. Con mayor frecuencia, la afección se observa en personas con enfermedad hepática crónica.

La encefalopatía hepática se puede desencadenar por:

Deshidratación

Comer demasiada proteína

Anomalías electrolíticas (especialmente una reducción de potasio) a raíz del vómito o de tratamientos como la paracentesis o por tomar diuréticos

Sangrado de los intestinos, estómago o esófago

Infecciones

Problemas renales

Niveles bajos de oxígeno en el cuerpo

Colocación o complicaciones de una derivación (ver: derivación portosistémica intrahepática transyugular)

Cirugía

Uso de medicamentos que inhiben el sistema nervioso central (como los barbitúricos o los tranquilizantes benzodiacepínicos)

Los trastornos que pueden simular o enmascarar síntomas de encefalopatía hepática son, entre otros:

Intoxicación con alcohol

Abstinencia alcohólica complicada

Meningitis

Anomalías metabólicas como hipoglucemia

Sobredosis de sedantes

Hematoma subdural (sangrado debajo del cráneo)

Síndrome de Wernicke-Korsakoff

La encefalopatía hepática puede ocurrir como un trastorno agudo y potencialmente reversible o puede presentarse como un trastorno crónico y progresivo que está asociado con enfermedad hepática crónica.

Manifestaciones clínicas (Signos y síntomas)

Los síntomas pueden empezar lentamente y empeorar de manera gradual, o pueden comenzar de forma súbita y ser graves o leves al principio; e incluyen:

Aliento con olor rancio o dulce

Cambio en los patrones de sueño

Cambios en el pensamiento

Confusión que es leve

Olvido

Confusión mental

Cambios de personalidad o estado anímico

Mala concentración

Deficiente capacidad de discernimiento

Empeoramiento de la escritura a mano o pérdida de otros movimientos pequeños de la mano

Los síntomas más graves pueden abarcar:

Movimientos anormales o temblor de manos o brazos

Agitación, excitación o convulsiones (ocurren en muy pocas ocasiones)

Desorientación

Somnolencia o confusión

Comportamiento impropio o cambios severos de personalidad

Mala pronunciación

Movimientos lentos o perezosos

Los pacientes con encefalopatía hepática pueden resultar inconscientes, no reaccionar y posiblemente entrar en un coma.

 Estos pacientes a menudo no son capaces de cuidar de sí mismos debido a estos síntomas.

Los signos neurológicos de alarma abarcan:

Temblor brusco, «con meneo o sacudida» de las manos al tratar de sostener los brazos afuera en frente del cuerpo y levantar las manos.

Estado mental anormal, en particular en tareas cognitivas (del pensamiento), como conectar números con líneas.

Signos de enfermedad hepática como ojos y piel amarillos (ictericia), acumulación de líquido en el abdomen (ascitis) y, ocasionalmente, un olor rancio en el aliento y la orina.

Diagnóstico (Pruebas y exámenes)

 Los exámenes pueden incluir:

Conteo sanguíneo completo o hematocrito para verificar si hay anemia

Química sanguínea

Resonancia magnética o tomografía computarizada de la cabeza

EEG

Pruebas de la función hepática

Tiempo de protrombina

Niveles de amoníaco en suero

Nivel de sodio en la sangre

Nivel de potasio en la sangre

BUN y creatinina para ver cómo están funcionando los riñones

Tratamiento

 La encefalopatía hepática puede convertirse en una urgencia médica y se requiere hospitalización.

 El primer paso es identificar y tratar cualquier factor que pueda haber causado la encefalopatía hepática.

 Hay que detener el sangrado gastrointestinal y vaciar la sangre de los intestinos. Asimismo, es necesario tratar las infecciones, la insuficiencia renal y las anomalías electrolíticas (especialmente de potasio).

El soporte vital puede ser necesario para ayudar con la respiración o la circulación sanguínea, particularmente si la persona está en coma. El cerebro se puede inflamar, lo cual es potencialmente mortal.

 A los pacientes con casos repetitivos y graves de encefalopatía se les puede solicitar que reduzcan la proteína en la dieta con el fin de bajar la producción de amoníaco. Sin embargo, es importante la asesoría de un nutricionista, ya que muy poca proteína en la alimentación puede causar desnutrición.

 Asimismo, los pacientes gravemente enfermos pueden necesitar alimentación especialmente formulada por sonda o por vía intravenosa.

 La lactulosa se puede suministrar para evitar que las bacterias intestinales produzcan amoníaco y como un laxante para eliminar la sangre de los intestinos.

La neomicina también se puede utilizar para reducir la producción de amoníaco por parte de las bacterias intestinales.

 La rifaximina, un nuevo antibiótico, también es efectiva en la encefalopatía hepática.

 En lo posible, se deben evitar los sedantes, los tranquilizantes o cualquier otro tipo de medicamentos que sean metabolizados por el hígado, al igual que los medicamentos que contengan amonio (como ciertos antiácidos).

Pronóstico

 La encefalopatía hepática aguda puede ser curable. Las formas crónicas de la enfermedad a menudo siguen empeorando o continúan reapareciendo.

 Ambas formas pueden ocasionar un coma irreversible y la muerte. Aproximadamente el 80 % (8 de cada 10 pacientes) muere si entran en coma. La recuperación y el riesgo de que la afección reaparezca varían de un paciente a otro.

Complicaciones

Hernia cerebral

Edema cerebral

Aumento del riesgo de:

Colapso cardiovascular

Insuficiencia renal

Insuficiencia respiratoria

Sepsis

Daño permanente al sistema nervioso (movimiento, sensibilidad o estado mental)

Coma progresivo e irreversible

Efectos secundarios de los medicamentos

Consulte a su médico si se presenta cualquier cambio en el estado mental u otro problema neurológico, en particular si hay un trastorno hepático previo conocido. La encefalopatía hepática puede empeorar rápidamente y convertirse en una enfermedad que precisa atención urgente.

Prevención

 El tratamiento de los trastornos hepáticos puede prevenir algunos casos de encefalopatía hepática. Muchos trastornos hepáticos se pueden prevenir evitando el consumo excesivo de alcohol y el uso de drogas intravenosas.

 Si hay síntomas neurológicos en una persona con enfermedad hepática presunta o conocida, solicite atención médica inmediata.