El miedo al Presidente
|HISTORIAS DE REPORTERO
Carlos Loret de Mola
El miedo al Presidente
Lo
tienen sus más cercanos colaboradores, que no se atreven a contradecirlo aunque
las cifras que manejan por sus posiciones en el Gobierno indiquen algo distinto
a lo que piensa su jefe.
Lo tienen los legisladores de su partido que no
se atreven a objetar ni una coma de lo que manda el inquilino de Palacio
Nacional al Congreso.
Lo tienen los militantes de Morena que ven cómo
las candidaturas para la elección intermedia se deciden a capricho de Palacio,
sin importar historiales negros o militancias panistas o priistas de hace 15
minutos. Cuestionar los designios de arriba puede cortar cualquier aspiración
interna.
Lo tienen los médicos que ocupan cargos de
responsabilidad en el sector público. Muy pocos se atreven a denunciar
directamente las lamentables condiciones en que este Gobierno decidió que el
personal de salud del país debía enfrentar la peor pandemia de que se tenga
memoria.
Lo tienen los empleados de Gobierno despedidos o
con amenaza de despido. La posibilidad de quedar vetados por completo para
cualquier posición en la Administración pública, detiene a muchos de protestar
abiertamente por las firmas forzadas de renuncia y la negativa a darles
liquidaciones de ley.
Lo tienen también fuera del Gobierno y el
partido. Los empresarios aprendieron pronto en el nuevo Gobierno que expresar
desacuerdo con la palabra presidencial se pagaba por lo menos con una andanada
de adjetivos en la conferencia “mañanera”, si no es que un amago de
investigación o de plano una embestida jurídica.
Lo tienen los integrantes de organismos
autónomos, que enfrentan el asedio presidencial para desaparecer cualquier ente
que no esté controlado o siga la línea del Gobierno. Pocos se atreven a
denunciar con firmeza el afán concentrador de poder del Mandatario y el
retroceso democrático que implica. Algunos que lo hicieron ya están fuera.
Lo tienen hasta los dirigentes opositores, cuyo
papel fundamental es funcionar como conciencia crítica de los que están en el
poder. Muchos fundan su temor en la larga cola que les pueden pisar, pero a
unos meses de la elección intermedia los mensajes de los partidos opositores
están marcados por la tibieza. Hasta los del aliado de Morena, el PT, acerca
del bajo sueldo del personal de salud son un poco más duros.
Lo tienen incluso los pequeños empresarios que
han visto perder su patrimonio y se han visto obligados a despedir a sus
empleados ante el abandono del Gobierno para enfrentar las consecuencias
económicas de la pandemia.
Lo tienen muchos que han perdido su trabajo y
que prefieren evitar dar su testimonio a los periodistas. Mientras más
vulnerabilidad, más miedo. Al presidente López Obrador, le gusta pensar de sí
mismo que es un demócrata como ningún otro y que el mundo entero reconoce su
bondad y sabiduría.
Hasta ahora la parte que mejor ha funcionado de
su declarada “labor pedagógica”, con sus gobernados es la de que oponerse al
Presidente, cuestionarlo, contradecirlo, acaso poner ligeramente en duda su
palabra, puede tener consecuencias desagradables. Como en los sistemas
autoritarios, como en el nuestro de los años 60, 70, 80.