Juan Rulfo enamorado; sus cartas de amor a Clara Aparicio

  • Consiguió que fuera su esposa luego de 7 años de un intercambio epistolar que, para nuestra fortuna, está al alcance.

Por: Ana Paula de la Torre Díaz

Algo ocurre cuando leemos a un autor, de algún modo nos sentimos más cercanos a él, a sus más profundos pensamientos o proyecciones. Pero algo más íntimo sucede aún más cuando accedemos a las cartas que alguna vez envió a una persona que era importante para él.

Aunque, en lo personal, me parece bastante arbitrario asomarnos a los intercambios epistolares de alguien ya muerto, lo cierto es que ello tiene también una magia per se; sentir que conocemos un poco mejor a ese personaje que nos interesa.

En las  siguientes cartas que presentamos encontramos al querido Juan Rulfo enamorado, merodeando en sus recuerdos sobre lo que hace tan importante a su amada. Como una historia con un ritmo exquisito, Rulfo conoció a Aparicio, quien después sería su esposa, cuando tenía 24 años y ella 13. Llevaron una relación epistolar durante 7 largos y poéticos años, por ello sus entrañables cartas a su esposa son bastante conocidas.

Presentamos estas cartas que nos muestran otro lado sensible de Rulfo, uno más en sus facetas como un ser encomiable.

¿Sabes una cosa?

He llegado a saber, después de muchas vueltas, que tienes los ojos azucarados. Ayer nada menos soñé que te besaba los ojos, arribita de las pestañas, y resultó que la boca me supo a azúcar; ni más ni menos, a esa azúcar que comemos robándonosla de la cocina, a escondidas de la mamá, cuando somos niños.

También he concluido por saber que los cachetitos, el derecho y el izquierdo, los dos, tienen sabor a durazno, quizá porque del corazón sube algo de ese sabor.

Bueno, la cosa es que, del modo que sea, ya no encuentro la hora de volverte a ver.

No me conformo, no; me desespero.

Ayer pensé en tí, además, pensé lo bueno que sería yo si encontrara el camino hacia el durazno de tu corazón; lo pronto que se acabaría la maldad a mi alma.

Por lo pronto, me puse a medir el tamaño de mi cariño y dio 685 kilómetros por la carretera. Es decir, de aquí a donde tú estás. Ahí se acabó. Y es que tú eres el principio y fin de todas las cosas.

Querida Chachinita:

¿Nunca te he contado el cuento de que me caes re bien? Pues si? ése ya lo sabes te voy a contar otro. Ahí tienes que había una vez un muchacho más loco, que toda la vida se la había pasado sueñe y sueñe. Y sus sueños eran, como todos los sueños puras cosas imaginarias? […] Bueno, la historia es muy larga y voy a dar un brinco. Vinieron los años buenos en que comenzó a ver acercarse un sueño. El mejor de todos. Grande y enormemente hermoso. Era una muchachita rete horripilante que levantaba la ceja para mirar a los seres despreciables que iban a su lado. Así era de lejos. Pero más cerca, cuando se veía todo lo que ella era claramente, cuando uno se asomaba a sus ojos, el cariño cegaba todas las demás cosas y uno ya jamás quería separarse de su lado. Ese sueño que eres tú todavía dura. Durará? siempre, porque siento como que ?estás dentro de mi sangre y pasas por? mi corazón a cada rato. […]

De verdad, cuídate mucho, come y duerme bien y sueña con los angelitos y no con esta cosa maligna que soy yo.

Pero no me olvides.

Y que siempre seas igual, Chachinita adorada.

Juan

 *Imágenes: 1) http://fragmentosparaolvidar.com/tag/clara-aparicio, 3) puertaabiertachilemexico.files.wordpress.com