MUJER Y MEMORIA; RECUPERAR LA ESCRITURA Y LA CALLE

  • Un diplomado revalora el papel del género femenino en la historia personal, familiar y social.

CIUDAD DE MÉXICO.

Ver a la mujer como el personaje que debe ser y nunca ha sido; revalorarla, más allá de sus hazañas en la magna historia o de las grandes efemérides, como la protagonista de los sucesos personales, familiares y sociales que conforman emocionalmente a los ciudadanos.

Éstos son los principales objetivos del diplomado Memoria y discursos autobiográficos, diseñado por el Centro de Producción de Lecturas, Escrituras y Memorias (LEM), que se realizará del 10 de abril al 10 de diciembre próximo en su portal de internet.

Integrado por cinco módulos de 18 sesiones y cinco conferencias, esta iniciativa busca motivar que “cada persona tome su lugar en la historia y deje escuchar su propia voz, para que no haya una versión única de la realidad”, explica la comunicóloga Laura Athié en entrevista .

La codirectora de LEM detalla que la mujer puede ocupar un lugar en la memoria levantando la voz, saliendo a la calle a tomar los espacios, a resignificarlos, siendo un cuerpo político y también escribiendo sus testimonios.

Es fundamental escribir, porque es lo que perdura, un diario, las memorias, un recetario, crónicas, autobiografía. Se trata de ver el papel de la mujer desde la narrativa, quiénes somos cuando nos narramos, por qué escribir en lo íntimo, cómo obtener el valor para hablar de nuestra vida, de exponernos”, detalla Athié.

Algo importante es revalorar la historia de nuestras abuelas, madres, tías y, por supuesto, la nuestra. Cada una tenemos un lugar en este mundo”, añade.

La maestra y doctoranda en Ciencias del Lenguaje por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla detalla que de las 18 sesiones, siete tocan el tema. “Todo el curso está cruzado por la mujer y su papel en la historia, y cómo se construye el género en la historia magna”.

Quien imparte la sesión Lo abismal de las epifanías y las posmemorias destaca que también se reflexionará sobre la ausencia de la mujer y la violencia. “Cómo se nombra a quien ha sido asesinada, dónde quedamos en ese insondable no existir, en ese cuerpo ausente”.

Por su parte, Cristela Trejo Ortiz, quien impartirá la sesión El género y su comparecencia histórica, admite que urge abordar el tema. “No podemos negar que se nos ha quitado voz y la posibilidad de ser visibles. En estas últimas décadas choca que tomemos la voz, que digamos aquí estamos, incluso se nos criminaliza por tener esa voz, por generar esa autonomía desde mi cotidianidad se me censura”.

La licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma de Zacatecas agrega que es vital este espacio de reflexión. “Si bien es desde lo individual y puede ser un poco peligroso, tenemos que dar ese salto. Lo personal es político, dice una consigna feminista. Es este proceso individual el que transforma la estructura, como las madres que buscan a sus hijos, lo que no hace el Estado”.

La especialista en Intervención Multidisciplinaria en Defensorías de la Infancia por la Universidad Pontificia Católica del Perú está convencida de que “debemos dejar salir esa voz que está vetada y será siempre cuestionada. Las nuevas generaciones de mujeres nos están empujando con tanta energía que motiva. Dicen aquí estoy, tengo voz y no me importa que te parezca de mal gusto”.

Considera también que es fundamental escribir, “porque incluso la escritura se nos ha vetado. Hay que salir del esquema, aunque duela. Debemos recuperar el espacio de la escritura y la calle”.

Las investigadoras coinciden en que las féminas que decidan marchar mañana 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, no deben permitir que nadie las condicione. “Es el colmo que les digan no pinten, no ensucien, no quemen, no griten, pórtense bien. La libertad no se condiciona. Si no levantan la voz, vamos a seguir en el silencio”, concluyen.

Entre los profesores del diplomado, “forjado a partir de los estudios de la memoria, un tema que en Estados Unidos se aborda desde hace 50 años”, destacan el escritor y editor Felipe Garrido, la narradora Ana García Bergua y la fotógrafa Elsa Medina.