Gatell ordena a médicos no hacerse segunda prueba, pero él se la hace

HISTORIAS DE REPORTERO

Carlos Loret de Mola

Gatell ordena a médicos no hacerse segunda prueba, pero él se la hace

En un oficio que firmó en julio pasado, el subsecretario Hugo López-Gatell giró instrucciones de cómo deben ser manejados los casos de médicos que presenten síntomas de coronavirus. Específicamente, aquellos que se encuentran en unidades de atención.

El documento, enviado a los secretarios de Salud de todos los estados y del que tengo copia, explica que si un médico presenta síntomas debe realizarse una primera prueba de COVID-19 en estricto aislamiento domiciliario. Si la prueba sale negativa, el médico debe reincorporarse a sus labores “hasta cumplir 72 horas sin fiebre, sin tratamiento antipirético”, y reforzar las medidas básicas de prevención y uso de equipo de protección personal (EPP). Si la prueba sale positiva, la instrucción de López-Gatell es: “retorno a labores al cumplir 10 días del inicio de los síntomas y 72 horas sin fiebre, sin tratamiento antipirético, reforzar medidas básicas de prevención y uso de EPP”. En letras rojas y más grandes señala: “no es necesaria la toma, ni resultado de una segunda muestra”. Es decir, establece claramente que los médicos en unidades de atención no deben realizarse una segunda prueba ni esperar a sus resultados para regresar a su trabajo.

¿Qué hizo López-Gatell cuando se contagió? Justo lo contrario: se realizó una segunda prueba antes de volver a sus labores presenciales. Lo divulgó él mismo.

Si bien el subsecretario no es médico en unidad de atención, y por tanto esta disposición no aplica para él mismo, lo que ha enojado a personal médico del país que recibió esta circular es que un subsecretario que se la pasa en su oficina tenga acceso a privilegios prohibidos para quienes están en la primera línea de fuego cuidando la salud de la gente y expuestos a mayores riesgos.

La indignación crece aún más cuando López-Gatell explícitamente contradijo la recomendación de la Organización Mundial de la Salud para hacer muchas pruebas. “Test, test, test” (pruebas, pruebas, pruebas), dijo el director de la OMS el 16 de marzo del año pasado. “Este mensaje de test, test, test, sin mayor calificación técnica, sin un documento, porque no han sacado un documento, qué daño le han hecho a todo el mundo”, refutó con su característica suficiencia López-Gatell a los tres meses, el 10 de junio en entrevista con la agencia EFE. México sigue siendo uno de los países del mundo que menos pruebas realiza.

El oficio que se revela en esta columna, en el que se recomienda no hacer segundas pruebas, tiene fecha 15 de julio de 2020, folio: SPPS-2609-2020, asunto: “Algoritmo diagnóstico y alta sanitaria personal de salud”, está dirigido a los secretarios de Salud de las entidades federativas y firmado por el subsecretario federal Hugo López-Gatell.

Señala que se envía “en cumplimiento a las indicaciones del Secretario de Salud, Jorge Carlos Alcocer Varela, y en el marco de atención integral a la epidemia causada por el virus, SARS-CoV2 (COVID-19) en el territorio nacional”. En la carta introductoria se resalta lo que viene en letras grandes y rojas en el documento adjunto, en el sentido de que no hace falta hacer una segunda prueba COVID-19 al personal médico contagiado.

De cómo la ONU macanea a López Obrador

Se le hizo fácil. Llegó al poder pateando las mesas y acusando de corrupto a todo el que se le pusiera enfrente. No había contrato limpio, no había empresario honesto, no había funcionario eficaz. Para él, todo estaba podrido. Y ante un país que se presentaba como un paciente muy enfermo, el cirujano sacó el hacha en vez del bisturí. A consecuencia de esos arranques irracionales, su pueblo sufre. 

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, determinó que la relación entre farmacéuticas y gobierno era profundamente corrupta. Seguramente había mucha corrupción: tratándose del gobierno de Peña Nieto, lo raro es que no hubiera. Pero con todas las herramientas del Estado a su disposición, el presidente no presentó una denuncia, no abrió una carpeta de investigación, no llevó a nadie a la cárcel ni exhibió ninguna prueba de sus dichos. Sencillamente, decidió cortar la relación con las empresas dedicadas a hacer medicinas. ¿La consecuencia? Generó una crisis de desabasto de medicamentos que, a dos años de gobierno, sigue causando estragos económicos y de salud a las familias mexicanas.

Arrinconado, buscó restablecer la relación con los laboratorios. Le informaron que son farmacéuticas, no farmacias: no tienen medicinas en un anaquel esperando a que las pida un país, sino que tienen que fabricarlas y el proceso puede demorar un año.

Envalentonado, firmó un convenio Insabi-ONU y dijo que Naciones Unidas iba a comprar las medicinas en los mercados internacionales y las traería a México. No ha podido. Lleva medio año de retraso el asunto.

Frustrado, buscó de nuevo a las farmacéuticas. En medio de la pandemia, lo batearon: las corporaciones internacionales le perdieron la confianza. Ya mejor prefieren esperar los tres años que quedan de gobierno y ver si hay modo de trabajar con la siguiente administración.

Desesperado ante la escasez de medicamentos, el Insabi se ha comunicado con varios gobiernos estatales para decirles que mejor ellos (que no se pelearon con las farmacéuticas) compren directamente las medicinas. Que el gobierno federal les transfiere el dinero para pagarlas, pero que por favor, resuelvan ya el desabasto.

Por eso está tan irritado el presidente AMLO con la ONU, a la que ha calificado de simuladora y “florero” con el argumento de que ha fracasado en evitar que las grandes potencias acaparen las vacunas, porque no ha llegado a México una sola dosis a través del mecanismo Covax de Naciones Unidas para repartir equitativamente las vacunas.

SACIAMORBOS

Es un gran logro del presidente AMLO haber arrinconado hasta la salida al impresentable líder del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps. Varios presidentes intentaron deshacerse de él, pero terminaron coludiéndose y llenándole los bolsillos de dinero del presupuesto. Cuando Romero Deschamps estaba en la plenitud de su poder, en sexenios del PRI y el PAN, en esta columna denunciamos sus abusos: desde la excéntrica vida de sus familiares en el extranjero (uno era conocido como “el hijo del dueño de Pemex”) hasta su sospechoso control del negocio de las pipas que lo hermanaba con lo peor de la mafia. Por eso, ojalá lo que consiguió López Obrador no sólo sea jubilación política, sino rendición de cuentas ante la justicia.