Vacunas contra Covid-19: ¿Por qué el coronavirus difícilmente escapa de la inmunización?
|- Los coronavirus no forman serotipos, lo cual es una ventaja para nosotros porque es poco probable que se generen variantes capaces de resistir las vacunas contra la covid-19.
Se suceden las noticias preocupantes sobre la aparición de nuevas mutaciones en el coronavirus SARS-CoV-2 con consecuencias nefastas: mayor virulencia, mayor transmisibilidad, escape de la inmunidad, ineficacia de las vacunas y reinfecciones.
La mayoría de estas mutaciones no tiene consecuencias sobre el curso de la pandemia. Además, hacen falta más estudios sobre las variantes de preocupación (VOC): algunas conclusiones, sin duda, necesitan un mayor fundamento científico.
A pesar de ello, el ruido acerca de las nuevas variantes no cesa.
En este artículo intentaré aportar una perspectiva desde la virología clásica que, en mi opinión, se está soslayando en este debate.
Esto es importante porque, en contra de la opinión generalizada, indica que las mutaciones actuales y futuras del SARS-CoV-2 pueden modular algunas de sus características pero, al menos a corto plazo, no van a cambiar demasiado su ya de por sí dañino comportamiento.
¿Cuál es ese argumento virológico? ¿Qué nos hemos perdido hasta ahora que no se haya dicho ya? Dos cosas muy simples:
No todos los virus evolucionan de la misma forma.
El sistema inmunitario no actúa igual frente a todos los virus.
No todos los virus evolucionan de la misma forma
El SARS-CoV-2 pertenece a la familia taxonómica de los coronavirus (Coronaviridae).
Dentro de esta familia hay géneros (alfa, beta..). Los SARS-CoV (1 y 2) pertenecen al género beta, tipo B. Estos son hoy conocidos como «sarbecovirus».
Ya sé que todo esto parece un rollo, pero es capital por una razón: muchas características funcionales y evolutivas de los virus guardan estrechas semejanzas entre los más relacionados taxonómicamente. De la misma forma, pueden diferir mucho entre los menos relacionados.
Esto quiere decir que, gracias a lo que se sabe acerca de otros coronavirus se pueden sacar conclusiones respecto a lo que cabría esperar del SARS-CoV-2. Por ejemplo, que los coronavirus, por lo general, no forman serotipos.
He dicho «por lo general»: hay una excepción notable a esta regla. Se trata del virus de la bronquitis infecciosa aviar (IBV).
Este es un gammacoronavirus, poco relacionado con los sarbecovirus. Es peculiar porque, a diferencia de los otros coronavirus, sí forma serotipos. Por eso, aunque fue el primer coronavirus descubierto, su intensa variación genética hace que las vacunas existentes no sean muy eficaces.
Quitando esta excepción, repetimos, los coronavirus no forman serotipos. ¿Quiere esto decir que el SARS-CoV-2 no los formará? No, pero es una indicación muy fuerte de que no es fácil que lo haga.