Los escritores y el silencio: una guía práctica para escuchar tu propio ruido y escribir mejor

  • Ideas y experimentos para ganarse la vida haciendo lo más chingón del mundo: escribir

ILUSTRACIÓN de Sarah Herlant

Te despiertas. Apenas abres los ojos revisas en tu cel las notificaciones que te llegaron en la noche. Lees los mensajes y te vas a tuiter a ver si te mencionaron mientras dormías. Con la cabeza llena de chismes que en realidad no te importan, te bañas. De fondo hay un programa de radio del que absorbes más información. Cuando sales a la calle a lo mejor ya estás nervioso y aún así tu cerebro no puede resistir detenerse en cada puesto de periódicos para leer otra dosis de ruido: políticos tranzas, la moneda devaluándose, asesinatos, la última telenovela del narco gobierno y los flamantes goles del Chicharito. En eso estás, cuando te entran dos llamadas de teléfono y para cuando regresas a tu casa, ya te chutaste treinta notificaciones más del grupo de whatsapp de tu familia y la información y las palabras y las anécdotas y el pinche ruido del mundo se te escurren hasta por las orejas. Luego, cuando ya vas a ponerte a escribir, estás pensando en todo menos en tu capítulo, así que para relajarte, abres el explorador y te dejas llevar por las delicias de facebook. Ahí, los labios carnositos de alguna amiga compartiendo el selfie que se hizo en Cancún, despiertan algo en tu cabeza que te hace ir a youporn y… ahhh bueno… estás tan asquerosamente lleno de ruido que ya no oyes tu sonido, el ruido que suena dentro de ti, el que te conecta con tu propio dolor y tu transformación, el ruido necesario para escribir una obra de arte.

Esta terrorífica historia me pasa todo el tiempo. Es una lucha constante. Cada día me empeño en no bajar la guardia para que los chismes de la vida no dejen mi mente como un hervidor de tonterías, sin poder escribir ni pensar ni sentir.

Los días que lo logro, cuando soy lo suficientemente astuto para no dejar que el ruido me atrape, me siento cómo súper héroe: sonrío, con la mente clarita, el cuerpo limpio y listo para escribir.

Aquí, en esta guía del silencio, te voy a dar  algunos de los trucos que me funcionan para mantenerme a raya de los chismes del mundo. Te daré un checklist y experimentos para que, según la cantidad de ruido que hay en tu vida, obtengas más espacios de silencio para crear arte chingón y para que vivas más contento y presente.

El ruido dentro de ti, el que te conecta con tu propio dolor y tu transformación, el ruido necesario… 

TU PROPIA NARRATIVA ¿POR QUÉ LOS ESCRITORES NECESITAN EL SILENCIO?

Hace poco leí un artículo en BrainPickings sobre un chavo que perdió el oído por un tiempo y cuando lo recuperó llegó a esta conclusión: El sonido te saca de tu propia narrativa y te impone otra. Y el sonido no existe sólo en forma de onda percibida por los oídos. Ese sonido-ruido es la información, las noticias, los chismes, las demandas del mundo externo. Y hasta las historias.

Todos necesitamos este estado silencioso. Un silencio en el que uno escucha y tiene tiempo para contemplar e interactuar. No sólo absorber. Se trata de oír no con nuestra máquina de procesar información, sino con el cuerpo. Este silencio, que yo llamo hueva creativa, es necesario para todos, aunque no seamos artistas. Pero para los artistas, para los escritores, es todavía más necesario.

Cuando los ruidos se apagan y oyes el sonido de tu propia narrativa, todo cambia; de pronto sonríes como si estuvieras de vacaciones. De pronto encuentras una historia “original”, algo importante que tu cuerpo quieren decir, no sólo algo que se le antoja contar a la mente porque piensa que es cool.

No nos escudemos en el ruido externo para no oír más que la historia del narrador que nos imponen.

Susan Sontag dice que: “Para los artistas de verdad, el silencio se convierte en una zona de meditación, de preparación para una desgarro espiritual, una cuota que te termina dando el derecho de hablar.”