“De la esperanza nace la fortaleza”

VIVIR CON ESPERANZA

Por Jacinto Rojas Ramos

“De la esperanza nace la fortaleza”

Vivir feliz no es fácil, pero la oportunidad de hacerlo es una bendición que escapa a nuestra comprensión. En el proceso de vivir, haremos frente a dificultades, muchas de las cuales nos harán sufrir y padecer dolor. Muchas personas tendrán dificultades personales, mientras que otras sufrirán al ver el dolor de sus seres queridos.

Para tener fortaleza en medio de las dificultades, debemos contar con la virtud de la esperanza que es una perspectiva positiva de los principios del plan de salvación. Debemos darnos cuenta los cristianos que tenemos un Salvador en quien podemos confiar y al que podemos acudir en los momentos de necesidad. A fin de recibir la fortaleza que precisamos en medio de nuestras penalidades, debemos también aprender y vivir los principios que el Señor Dios nos ha dado.

Esta tierra es el lugar para probar si somos dignos y para prepararnos para regresar a la presencia del Señor. Él explicó de esta manera: “con esto los probaremos para ver si harán todas las cosas que el Señor su Dios les mandare” (cf. Salmo 11,5).

El Señor explicó la razón por la que debemos ser probados durante nuestra experiencia terrenal: “es preciso que los de mi pueblo sean probados en todas las cosas, a fin de que estén preparados para recibir la gloria que tengo para ellos”.

Parte del plan es que haya una oposición en todas las cosas, y se nos concede el albedrío para escoger entre alternativas opuestas, lo que forma parte del proceso de aprender a afrontar las pruebas. En nuestra existencia terrenal, es preciso entender el plan de salvación, el que incluye los principios de la oposición y el albedrío. Vamos comprendiendo que en esta vida hay experiencias que nos llevan a enfrentar dificultades y, en ocasiones, a sufrir.

Algunas de nuestras penalidades tienen que ver con la toma de decisiones, mientras que otras son consecuencia de las decisiones que ya hayamos tomado. Una porción de esas penalidades se deriva de las decisiones que toman otras personas pero que afectan a nuestra vida. No siempre podemos controlar todo lo que nos sucede en esta vida, pero sí podemos controlar la forma en que habremos de reaccionar a ello. Muchas dificultades se presentan en forma de problemas y presiones que a veces causan dolor; otras adoptan la forma de tentaciones, pruebas y tribulaciones.

Aun así, las dificultades forman parte del sagrado proceso de santificación. No existen medios fáciles ni indolentes de santificarnos hasta el grado de que estemos preparados para vivir en la presencia del Salvador. Puede haber bendiciones en las cargas que soportamos, más como consecuencia de esas aflicciones, nuestro carácter se vuelve más semejante al de Cristo, el sufriente que nos redimió.

Aun cuando esas experiencias puedan causar dolor, sufrimiento y pesar, tenemos una certeza absoluta, esto es, la esperanza de que ningún pesar que el hombre o la mujer padezcan en la tierra quedará sin sus efectos compensatorios si se sobrelleva con aceptación, fortaleza y paciencia.

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