Es instante justo para vivir en la normalidad
|Por Fernando Hernández Flores
Hemos perdido familiares y personas cercanas. Hemos visto el dolor, el sufrimiento, el llanto, la tristeza, la impotencia y más. No podemos seguir sumergidos entre esos escombros, entre ese abandono. No debemos olvidarnos de los demás, de los otros y de nosotros mismos. Por un instante, reconozcamos las nuevas realidades, las nuevas formas de vida, eso que algunas personas le han reconocido con el nombre de normalidad. En sí, la normalización de las cosas va desarrollándose a diario, en el diario vivir de cada persona, de cada familia, de cada sociedad.
Ante estos retos inesperados, como seres humanos debemos marchar unidos, solidarios, organizados y sin perder de vista ni de oídos lo que a varios nos queda, la sensibilidad, practicar el humanismo y evadir el individualismo que no nos permite crecer tal como quisiéramos. Solos a ningún lado vamos, unidos avanzamos a pasos agigantados. Durante el año 2020 y en el transcurso del 2021, las cosas no han sido nada fácil para varios de nosotros, o quizás para la mayoría.
De un día para otro cae la economía, los productos básicos se escasean, el agua que llega a tu hogar está siendo medida y de esa manera te llegará un recibo con un precio muy alto, por cierto. Se viene un huracán y se va la luz por varios días. Los postes se cayeron, fueron arrastrados por las aguas negras que pasaron por las calles y se llevaron parejos, hasta las casitas elaboradas de tarro, de barro, de corteza de árboles maderables. A las casas de ladrillos y block les ocasionó unos hoyotes grandes y por ahí se perdieron muchas cosas, y no podemos contabilizar los daños ocasionados a tantos pueblos y ciudades enteras, de aquí y de allá mero donde viven los que trabajan la tierra.
Es doloroso ver que las milpas están por los suelos, que los terrenos con árboles de limones y naranjas quedaron totalmente destrozados. Que se vienen días de apretarse el cinturón que se elabora con hilo cada vez menos resistente. El hambre, la desnutrición y el abandono se vive en esos lugares. Lamentablemente hay quienes hacen su agosto pero a costa de las necesidades de los demás, lo cual es injusto e indeseable.
De un momento a otro, pasamos por la costa y se descubre que los pescadores perdieron sus lanchas, perdieron sus herramientas de trabajo, perdieron sus palapas, sus formas de ganarse la vida honestamente para sostener a sus familias, se les complica. Y sin embargo, eso es una normalidad.
¿Y cuál normalidad, cuando vemos morir día a día a niños, a jóvenes y a personas adultas por culpa de un virus y ahora también por los desastres naturales que se dan en distintos puntos de la tierra? Que se puede decir de las personas incrédulas, que a pesar de enterarse que gente cercana a ellos hayan muerto por ese mal, sin embargo siguen promoviendo en distintos medios electrónicos y digitales la inexistencia de tal virus.
La normalidad del ahora es que caminemos, cuidándonos los unos a los otros, los otros a los demás, los demás a los que encontremos por ahí. Debemos vivir en la normalidad, no es lo quisiéramos, es lo que nos tocó vivir y experimentar para hacernos más fuertes, y así recuperar nuestro sentido humano y trascender en conjunto, protegiendo la salud y el bienestar de los que aún quedamos en este maravilloso planeta.
En una ocasión, fuimos llamados para la vida y aquí estamos. En otra ocasión, seremos llamados para la muerte, pero no por eso, debemos dejarnos llevar por esa equivocada sinergia donde van transitando las aguas negras, las aguas contaminadas, las aguas que envenenan y evitan que regresemos con los nuestros que están aquí, aún en la tierra. Por eso, es el instante para vivir en la nueva normalidad que inició desde hace un tiempo y no nos habíamos dado cuenta, hasta ahora.
(*) Escritor de un rincón del Totonacapan. Tepetototl, el ave de la montaña.
Correo: venandiz@hotmail.com
Twitter: @tepetototl