TRES POEMAS, DE EDUARDO CERECEDO
|- Estos poemas de Eduardo Cerecedo pertenecen al libro, Soplo de ceniza, que la Universidad Nacional Autónoma de México ha puesto en circulación en 2019.
VII
El tiempo, un puente que la noche tiende para saber
de su lejanía, anchura de nube, de vuelos, aleteos construyendo
el centro de los cafetos en sus tallos.
Flor de amarga dulzura sobre lo tierno del tiempo en el canto
de las horas, agazapadas en los matorrales; lleva el norte
el temblor de las horas. Temblor de agua sobre los ojos,
temblor de ojos en el agua.
De este vuelo de pájaros acumula su línea el río,
aprendiendo que la lumbre altera en estremecimiento el vuelo
que lo conduce; filo de navajas su canto. Alguien irrumpe
el momento; alerta.
VIII
La música sobre la mesa engrandece la estancia, abordada
ligeramente por esa imagen líquida del anochecer. Ramas expuestas
a un ritmo, a un colorido que a menudo irrumpa mi mano.
Imágenes rodeadas de sombra y de silencio. Una puerta
para que la luz abra esa tumba que de algún modo acomoda
el rumor de la noche sobre la vela. Instantes para que afirme el follaje
de la noche su caudal.
Se torna incauta la mies al ondear el tiempo, sobre el agua
crece la luna
crece la madera
crece la liviandad del crepúsculo;
crece un volumen de angustia, casi flor, de los vientos que habrá
de igualar los metales con el aroma de la rosa, pero, sobre
la mesa algo se debate. Quiero saber de la batalla
con la materia en estos momentos de calma, se rebela la luz contra el muro
del silencio.
Sólo imágenes que rodean
se rodean
de sombra y son bosque en premura
de que algo suceda, ¿pero qué?
Silencio
sombra
imagen
movimiento.
IX
Uno sólo
y la música sobre la mesa
un manjar que alguien deja en una charola de plata ya óxido
de primavera
ya canto.
Ya oración. Agua vertida en una ola de verdores:
la voz del poeta. De nuevo la música para en mi mano, para saber
que la frecuencia alcanza su vuelo.