“La mayor esperanza del cristiano es la vida eterna”

VIVIR CON ESPERANZA

Por Jacinto Rojas Ramos

“La mayor esperanza del cristiano es la vida eterna”

En el marco de la solemnidad de todos los santos y conmemoración de los de fieles difuntos, conviene impregnar nuestra vida de la esperanza mayor, que es la vida eterna.

En el Nuevo Testamento, la palabra griega más frecuentemente traducida como “eterna” es aionios, significa interminable, pero también se enfoca en la calidad o características de lo que es eterno. Combinado con el griego zoe para “vida”, que indica no solo la existencia biológica sino una plenitud de la vida, “vida eterna” incluye tanto las ideas de calidad como de cantidad de vida. La vida eterna no es simplemente vida que nunca termina, sino una plenitud de vida que no tiene fin. De hecho, en muchos sentidos, la vida eterna realmente no tiene nada que ver con el tiempo, ya que se puede experimentar aparte del tiempo y dentro del tiempo.

La Biblia dice que todos existiremos eternamente, es la calidad de esa existencia la que nos separa. Para aquellos que aceptan el don de la salvación, la “vida eterna en Cristo Jesús” (Romanos 6, 23), esa cualidad estará con Dios, ¡Increíble! Será la verdadera vida.

Jesús es la resurrección y la vida (Juan 11, 25) y esa vida es eterna y perpetua. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rechaza al Hijo no sabrá lo que es esa vida, sino que permanecerá bajo el castigo de Dios” (Juan 3, 36). Observe cómo la vida eterna para un creyente es tiempo presente, ocurre ahora, hoy. La vida eterna no comienza cuando morimos, sino tan pronto como ponemos nuestra fe en Cristo. Aunque incluye nuestro futuro en el cielo, la vida eterna no se refiere exclusivamente a él; la vida eterna es algo que los creyentes en Jesús poseen actualmente.

En las Escrituras, la vida eterna está fuertemente conectada con Jesucristo. Es solo a través de él que experimentamos y recibimos la vida eterna. Juan 17, 3 lo expresa de esta manera: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado”.

Entonces, para tener esta vida eterna con Dios, debemos conocer a Jesús. Para conocer a Jesús, la Biblia dice que primero confieses tu pecado (tu desinterés, rebelión o desacuerdo con y de Dios), luego acepta el arreglo de Dios para tu salvación. Así dice la Escritura: “Todo el que confíe en él no será jamás defraudado”.

Jesús vino a la tierra para vivir una vida sin pecado, morir en nuestro lugar y luego resucitar de entre los muertos venciendo la muerte. Cuando creemos esto, somos salvados (Hechos 16, 31; Romanos 10, 9-10); 1ª Juan 5, 11–12 dice: “Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida«.

Creer en Jesús no es solo un conocimiento intelectual, sino una confianza más personal y basada en la fe.

El acceso a Jesús y la salvación que ofrece por la eternidad está abierto a todos. “Todos están invitados a tener vida eterna. Jesucristo es la piedra que desecharon ustedes los constructores, y que ha llegado a ser la piedra angular. De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvados” (Hechos 4, 11-12).

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