Prudencia Ayala, la “loca analfabeta” que cambió la historia de El Salvador
|- Prudencia Ayala no es muy conocida en Centroamérica. Sin embargo, su legado permanece vigente en las luchas feministas salvadoreñas.
Alba Miriam Amaya
Ella era una indígena pobre con poca educación académica formal que –en la época en que las mujeres no podían ejercer el voto- lanzó su candidatura para la Presidencia de El Salvador, lo que causó escándalo en la sociedad conservadora y dio impulso a la lucha por los derechos de la mujer en el país más pequeño de América Latina.
La educación académica de Prudencia Ayala culminó en su infancia, en el segundo grado de primaria, porque su madre no podía costear sus estudios. Sin embargo, ella fue autodidacta, consumiendo cuanto libro pudo comprar con los fondos que le dejaba su trabajo como costurera y lo que le pagaba su clientela que la buscaba para que le leyera las cartas «adivinadoras”. Con esos ingresos, también pagó la publicación de sus tres libros, así como la de su periódico Redención Femenina, donde en 1930 promovió los derechos de la mujer, la unión centroamericana, denunció las dictaduras en la región y la intervención militar de Estados Unidos en Nicaragua.
El Salvador es un país conservador y lo ha sido a través de su historia. No obstante, y a pesar de que sus contemporáneos calificaban como «natural” el rol sumiso de la ama de casa, Prudencia argumentó que «la mujer ha gobernado en Europa en el sistema monárquico. ¿Qué de extraño tiene que gobierne en las Repúblicas del continente indo-latino-hispanoamericano en el sistema democrático? Es razón, puesto que el hombre y la mujer forman el cauce del mundo: los dos forman el hogar, los dos forman la sociedad, los dos deben formar el concepto ciudadano y construir leyes democráticas contra la esclavitud, los dos deben formar el gobierno. Esto no es arrebatar los derechos al hombre, sino constituir la soberanía nacional en los dos sexos que forman la familia humana”, escribió en un editorial de su periódico.
«Ella tenía una visión clara de lo que quería: una sociedad equitativa donde hombres y mujeres pudieran actuar políticamente. Ella no rechaza la vida política de los hombres, pero no concibe una sociedad en las que las mujeres no tengan participación”, explica a DW la investigadora del Museo de la Palabra y la Imagen, Tania Primavera.
La líder indígena fue encarcelada dos veces por sus posturas políticas. Sin embargo, esto no impidió que –en un gesto de rebeldía ante una sociedad que no le daba el derecho al voto- lanzara su candidatura con un programa de gobierno basado en el respeto a la libertad de culto y a la libertad de expresión, garantía de los derechos laborales y políticos, apoyo a la educación, en la idoneidad de la función pública, en el rechazo al comercio con países «que lesionen la independencia política del gobierno y territorio salvadoreño” y, sobre todo, en el voto femenino.
Dicha osadía causó que fuese ridiculizada y estigmatizada como «loca”, «marimacha” y «analfabeta” en los periódicos nacionales y en la opinión pública a modo de disuadirle. Ante eso, presentó un recurso ante la Corte Suprema de Justicia para que se le amparara su derecho como ciudadana a votar y optar por un cargo público, petición que fue desestimada. Paralelamente, a manera de branding, Prudencia adoptó el uso permanente del bastón –accesorio símbolo de hombres intelectuales de la época- para provocar a sus detractores.
Fue hasta 1950 -20 años después de la rebeldía de Prudencia- que las mujeres salvadoreñas pudieron acudir a las urnas para ejercer su derecho al sufragio. Prudencia nunca pudo votar ya que murió 1936, pero eso no impidió que quedara para siempre en los libros de Historia.
Por su parte, la joven activista Keyla Cáceres, líder de la Red Nacional de Colectivas de Mujeres, explicó a DW que «el legado de Prudencia es romper con la idea de que ‘eso es así y no va a cambiar'».
«Ahí nos pone a nosotras en este momento histórico con Nayib Bukele al frente del Gobierno, con los militares otra vez en las calles, con una Asamblea Legislativa que deja mucho que desear y un sistema judicial en el que las mujeres no creemos. Prudencia da esa oportunidad de no dejar de creer, de saber que luchando y rompiendo los imaginarios instalados podemos alcanzar una sociedad más justa, equitativa y sobretodo democrática que es lo que anhelamos”, agregó Cáceres.
«Solo la sanción social nos va a salvar a las mujeres. Solo señalando al agresor, a la violencia y la discriminación que enfrentamos vamos a generar cambios culturales. En ese sentido, lo que Prudencia hizo con sus acciones es que generó cambios culturales y necesitamos traerlos nuevamente a la palestra pública. Necesitamos señalar las cosas que no se están haciendo bien y por las que terminamos siendo víctimas de feminicidios. Hay retrocesos y necesitamos rescatar lo que ya habíamos conseguido”, declaró a DW Mariana Moisa, comunicadora y antropóloga de la Colectiva Feminista Prudencia Ayala.
El legado de Prudencia -la primera mujer latinoamericana, de raíces indígenas y cuna humilde, en postularse a la Presidencia- sigue impulsando a miles de salvadoreñas que se alistan a marchar este 8 de marzo portando pañuelos verdes para demandar derechos que en otras latitudes ya son realidad.