Guillén de Lámport, sacar de la sombra al rebelde justiciero
|- Andrea Martínez Baracs revalora en su nuevo libro la obra del irlandés que fue precursor de la Independencia mexicana.
CIUDAD DE MÉXICO.
Soldado católico irlandés, aventurero, teólogo, poeta latino, astrólogo, gramático, matemático, maestro de retórica, espía y denunciante de la corrupción que movía a la Santa Inquisición, Guillén de Lámport (ca. 1611-1659) no alcanzó, a pesar de su conocimiento y sus acciones, un lugar en la historia de la Nueva España.
El “valiente casi loco” justiciero fue, sobre todo, “un adelantado a su tiempo” que en pleno siglo XVII proclamó ilegítima la concesión papal de los territorios americanos a los reyes de España, así como la liberación de los esclavos y la restitución de los derechos de los indígenas.
A este personaje, aún en el olvido, dedicó la historiadora Andrea Martínez Baracs (1956) el libro Un rebelde irlandés en la Nueva España (Taurus), una versión actualizada y aumentada “con partes sustanciales y documentos” del título que publicó hace diez años en el Fondo de Cultura Económica.
Mi interés en Guillén de Lámport comenzó porque el siglo XVII es el más olvidado y oscuro”, comenta en entrevista con Excélsior quien desde hace 30 años se ha especializado en la historia indígena del México virreinal.
En el siglo XVI hubo teólogos, humanistas, filósofos que discutieron sobre la Conquista; reflexionaron sobre la responsabilidad de los españoles y su derecho de estar en las Indias. Pero todo se durmió hasta finales del siglo XVIII y principios del XIX, cuando irrumpió la Independencia. En el XVII, sólo a Guillén se le ocurrió venir a cuestionar todo”, afirma.
Era un hombre culto. Como todo irlandés católico, sufrió la invasión inglesa protestante. Se rebeló y salió de Irlanda. Fue a estudiar a Inglaterra y se atrevió a desafiar al rey, tuvo que huir porque lo condenaron a muerte y arribó a España. Finalmente, se fue de soldado y terminó en la Nueva España en 1640”, cuenta.
La doctora en Historia por El Colegio de México agrega que De Lámport “traía la rebelión irlandesa en la mente; pero cuando vio la realidad del nuevo continente, cómo los indígenas y los esclavos africanos habían perdido sus derechos, decidió cambiarla.
Entonces pensó, me voy a alzar con el reino, voy a ser rey de México y les devolveré sus derechos a estas poblaciones, incluidos los judíos portugueses perseguidos, porque Portugal se acababa de independizar de la Corona española”, añade.
Considera que él defendía la libertad religiosa “porque había viajado por Europa y había visto, sobre todo en Holanda e Italia, que los judíos tenían sus derechos a rezar, a sus sinagogas, a ejercer su religión sin que los torturaran o mataran”.
La investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), dice que Guillén estuvo libre sólo dos años, de 1640 a 1642, y preso durante 17 años.
En la cárcel escribió poesía religiosa, casi mil salmos en latín, organizó a los judíos presos y realizó su propia defensa, lo que inspiró centenares de páginas”, señala.
Dice que una de sus aportaciones fue, precisamente, echar luz a la vida cotidiana en las cárceles, las delaciones a las que obligaba el Santo Oficio. “Si delataban a todos, les podía ir un poco mejor. Debían presentarse cada semana para contar. Él quiso organizarlos, instituyó un sistema de toques en las paredes para avisar cuándo venían los guardias; era trágico y divertido a la vez. Pero finalmente fue quemado en la hoguera”.
Martínez Baracs destaca que Guillén de Lámport dejó en México varios escritos políticos, literarios y personales; además de sus numerosas comparecencias ante el Tribunal del Santo Oficio, que fueron rigurosamente transcritas y “son documentos de un valor excepcional”.
Lamenta que su obra, que se distribuye en dos repositorios, en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y el Archivo General de la Nación, (AGN) haya permanecido en la sombra.
El libro integra una descripción de ambas colecciones e incluye los documentos Propuesta al Rey Felipe IV para la liberación de Irlanda, Proclama insurreccional para la Nueva España, Pregón de los justos juicios de Dios, que castigue a quien lo quitare, Alcides magno, en el Cristiano desagravio y gium psalterium, título y veinte salmos.