Enrique Florescano rechaza la historia contaminada

  • El historiador cuestiona los tintes políticos en la revisión que se hace de la Independencia y de la caída de Tenochtitlan

CIUDAD DE MÉXICO. “Soy partidario del revisionismo de la historia cuando se apoya en el análisis crítico y cuidadoso de los hechos, a partir de los documentos que nos antecedieron o cuando se realizan nuevos hallazgos (arqueológicos)”, asevera el historiador Enrique Florescano Mayet (Veracruz, 1937), quien fue galardonado hace unos días con el Premio Alfonso Reyes en Humanidades 2021, por El Colegio de México (Colmex).

Sin embargo, la revisión que hoy se hace de la Independencia y de la caída de Tenochtitlan está contaminada con motivos políticos y partidarios, muy lejos de la reflexión crítica y analítica que es propia del historiador y de su revisión objetiva”, expresa a Excélsior el autor de Dioses y héroes del México antiguo y ¿Cómo se hace un dios?, quien hace unos días cedió su colección bibliográfica con casi 20 mil volúmenes a la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola.

¿Cómo recibe el premio? “Con alegría y humildad, es un premio que no creía alcanzar por llevar ese nombre y su gran prestigio.

¿Cómo recuerda hoy a don Alfonso Reyes? “La figura y la obra de don Alfonso está presente desde mis años de estudiante, en Xalapa, en 1950. Admiraba su erudición y su vocación humanista. Y más tarde, como estudiante del Colegio de México, ­leí sus obras históricas y su emoción por el pasado indígena”.

¿Cómo observa la revisión sobre el tema de la conquista? “Hay una nueva interpretación del desarrollo de las culturas indígenas y de la conquista. Hoy se dice que ésta no fue española, sino de los indígenas, porque se ha revalorado la participación de los pueblos opuestos a Tenochtitlan, que colaboraron en la conquista.

Y añade: “Es una renovación que se hace desde hace 15 años y que últimamente ha madurado. Pero también se va al otro extremo, porque no se puede explicar la participación indígena sin la intervención de Cortés, de sus grupos, sus fuerzas, sus nuevas armas, su dinámica, su pensamiento y su habilidad política. Vamos de un lado a otro de la balanza sin mediar la razón y esa combinación de factores”.

¿Cómo ha observado la creación del Paseo de las Mujeres Ilustres y la sustitución del conjunto escultórico Cristóbal Colón? “Cada nuevo gobierno quiere tener sus propios héroes y modificar los acontecimientos a su conveniencia.

Así se han hecho caer estatuas, monumentos y personajes antes celebrados para subir a otros. Coincido con el gran movimiento que reivindica los derechos, la dignidad y el valor de la mujer, pero no comparto la decisión de quitar el monumento de Colón y arrinconarlo en otro lado”, lamenta.

¿Por qué? “Porque el respeto a los valores y derechos de las mujeres debe hacerse con hechos reales. Cambiar su condición marginal, desigual, discriminada y contraria a los derechos humanos, y no sólo levantando estatuas. Retomar la figura de una mujer en una escultura es importante, pero eso no cambia su situación. Sólo nos da otra imagen de la ciudad y de sus monumentos”.

¿Cuál es la función social de la historia en la actualidad?, “La función social del historiador es asegurar que las obras del pasado no se pierdan con el paso del tiempo. Su papel es el de un guardián memorioso de la comunidad que conserva y difunde la memoria del grupo, del pueblo o nación.

La historia, al explicar cómo se forma la nación, proporciona a los ciudadanos los medios para elaborar su propia opinión sobre la evolución política y social de su grupo”, apunta.

Por último, Florescano asegura que el historiador nunca piensa en una verdad definitiva. “Ellos enfrentan preguntas, misterios y descubrimientos de su tiempo, aplican sus saberes y métodos a una parte de esa inmensa y compleja realidad histórica, pero lo que va haciendo en ese camino es ir aprendiendo él mismo. Lo que me ha enseñado la historia es que uno nunca está seguro de lo que conoce”.

Estudioso del mito del maíz y de la figura de Quetzalcóatl, Florescano dice que su salud le impide escribir algún nuevo libro, por lo que dedica su tiempo a elaborar documentales para televisión, “ya que la imagen sigue siendo, como decían los antiguos, más poderosa que la escritura y más rápida de entender”, concluye.