El aeropuerto chafa del gobierno chafa

HISTORIAS DE REPORTERO

Por: Carlos Loret de Mola

El aeropuerto chafa del gobierno chafa

Hoy se inaugura un aeropuerto tan chafa que las aerolíneas no lo quieren usar, los pasajeros no pueden llegar y los comercios no se quieren instalar ahí. No están terminadas la pista central, la torre de control, la terminal de pasajeros, las plataformas, las vías de acceso, el área de aduanas, la zona de catering ni el hotel.

El aeropuerto General Felipe Ángeles no ha recibido la certificación de seguridad que exigen los vuelos de las principales aerolíneas del mundo y tuvo que gestionar con la dictadura venezolana que les mande un avión a la quincena para poder presumir la categoría de “aeropuerto internacional”.

Es el aeropuerto chafa del gobierno chafa. A tal grado, que las grandes aerolíneas no lo quieren usar. Apenas el viernes en su conferencia mañanera, el presidente López Obrador confesó que ha tenido que fungir como agente de viajes, y hacer llamadas telefónicas a los directivos de las aerolíneas trasnacionales para convencerlos de usarlo. Cuando un país inaugura un aeropuerto nuevo, las líneas aéreas suelen pelearse por los lugares para estrenarlo. Aquí es todo lo contrario: van a empezar con seis vuelos de salida y seis de llegada, comparados con las casi 900 operaciones diarias que tiene al Aeropuerto Internacional Benito Juárez.

Empantanado, el gobierno ha tenido que recurrir a la extorsión, una práctica extendida en el obradorato: ya no se van a autorizar nuevos vuelos en el aeropuerto Benito Juárez (el bueno de la Ciudad de México) para que las aerolíneas a fuerzas tengan que aterrizar en Santa Lucía. Por si fuera poco, hay denuncias de que mandos militares están hablando con los dueños de comercios, restaurantes y casas de cambio del aeropuerto actual amenazándolos con usar argumentos de “seguridad nacional” para reubicarlos en zonas menos atractivas de la terminal si no se instalan “por las buenas” en el Felipe Ángeles.

Y si el presidente se tuvo que convertir en agente de viajes, lo del general encargado de construir la nueva terminal es aún peor:

el gobierno lo convirtió en actor de telenovela de Epigmenio Ibarra. Y ahí lo vemos, hablándole a una estatua, en una penosa actuación bajo la dirección del propagandista estrella del régimen que hizo un “documental” para ensalzar la obra y justificar la militarización del gobierno. El presidente dijo que lo hizo gratis. No tanto: a finales de 2020 la administración de su amigo Andrés Manuel le dio 150 millones de pesos en un privilegiado crédito del banco gubernamental Bancomext, mientras a los empresarios del país los condenaba a resistir la pandemia con créditos de 20 mil pesitos.

El dinero del Felipe Ángeles es tema aparte y ha manchado el uniforme militar: costó 52% más de lo presupuestado, se descubrieron empresas fantasma que recibieron contratos para su construcción y la Auditoría Superior denunció que los militares no justificaron 12 mil millones de pesos que se gastaron. Según confesó el general del Ejército encargado de construirlo, no va a ser negocio este año, tampoco el próximo, ni siquiera el que sigue; en síntesis, no va a ser negocio en este sexenio: va a seguir costando dinero.

Con estos elementos, si López Obrador estuviera en la oposición lo estaría haciendo pedazos. Pero el presidente lo considera un éxito para presumirse. Para sus estándares, pues sí, tal vez: los baños están bien padres.

Lo que une el cash no lo separa el hombre

Sandra Cuevas es uno de los peores ejemplos de la oposición en México. En el poco tiempo que lleva en el poder, ha protagonizado varios escándalos de excesos que han tenido relevancia mediática. Sin embargo, está siendo víctima de una evidente persecución política que lleva las firmas de Claudia Sheinbaum y López Obrador, y que está operada por uno de los grupos políticos más corruptos del país: el clan Bejarano-Padierna.

Sandra Cuevas ganó la alcaldía de Cuauhtémoc -el corazón de la Ciudad de México – como candidata de la oposición. Discípula del poderoso senador Ricardo Monreal, ella quería ser candidata de Morena, pero AMLO y Sheinbaum optaron por entregarle esa candidatura a Dolores Padierna, esposa de René Bejarano, protagonista del primer videoescándalo de la vida política de López Obrador: apareció recibiendo fajos de billetes clandestinamente cuando era su secretario particular. Y ya se sabe que con López Obrador, lo que el cash une, no lo separa nadie.

Sandra Cuevas se fue a la alianza opositora y venció cómodamente a Padierna. Eso caló profundamente en el ánimo del presidente y de su candidata a sucederlo. Lo que hemos visto después ha sido una encendida venganza contra la alcaldesa, una exhibición del uso del poder para quitarle lo que le dieron las urnas: está al borde de la inhabilitación por un nebuloso caso de agresión a policías.

Aún sea culpable de lo que se la acusa, la celeridad con la que ha actuado la Fiscalía despierta todas las sospechas: fue separada del cargo y vinculada a proceso a tan solo un mes de los hechos. Y se trataría solamente de una agresión a policías. Cuando se cayó el metro de la Ciudad de México y hubo 26 muertos, las autoridades no actuaron con esa velocidad: nunca hubo un proceso contra la directora del Metro, Florencia Serranía, tampoco una destitución, ella dejó el cargo hasta que quiso, y de tocar a Claudia Sheinbaum, ni hablar. ¡Y fueron 26 muertos!

Este evidente doble estándar en la aplicación de las leyes es una clara característica de los regímenes autoritarios. El de López Obrador lo es y el de Sheinbaum da muestras de querer seguir la misma ruta. Lo que buscan es que se repitan las elecciones y tengan una segunda oportunidad Bejarano, Padierna, Sheinbaum y AMLO para quedarse esa estratégica alcaldía.

En el camino han tratado de arrasar al principal apoyo político de Cuevas: el senador Monreal. En los chats de morenistas lo llaman traidor, varios diputados locales han pedido que lo expulsen de Morena, un Bejarano empoderado arremete contra él y en el Senado el grupo de Sheinbaum está presionando para que le quiten la coordinación de la bancada. Para la jefa de Gobierno, arrasar a Sandra Cuevas es golpear simultáneamente a la oposición y a su rival dentro de Morena por la candidatura presidencial. La alcaldesa es el instrumento de una vendetta.

Estamos frente a otro pleito intestino de Morena, que tiene potencial destructivo: Sheinbaum no levanta y López Obrador no le va a dar a Monreal la candidatura presidencial a la que aspira. Veremos a qué costo.