Avivan notas mozartianas; Sala de Bellas Artes retomará aforo del cien por ciento
|- En el concierto ‘David penitente’, participarán las sopranos Anabel de la Mora y Luisa Mordel, y el tenor Efraín Corralejo, bajo la dirección de Iván López Reynoso.
CIUDAD DE MÉXICO. La Sala Principal del Palacio de Bellas Artes retomará nuevamente el aforo del cien por ciento a partir del jueves 7 de abril, a las 20:00 horas, con el concierto David penitente en el que participarán las sopranos Anabel de la Mora y Luisa Mordel, y el tenor Efraín Corralejo, bajo la dirección de Iván López Reynoso, titular de la Orquesta del Teatro de Bellas Artes (OTBA).
Esperamos que la sala esté llena, que podamos contar ya con la presencia del público y regresar paulatinamente a este reencuentro que hemos acariciado desde el inicio de la pandemia”, expresó Alonso Escalante, director de la Ópera de Bellas Artes (OBA), aunque aseguró que se mantendrán las medidas sanitarias como la toma de temperatura, la aplicación de gel antibacterial, la revisión de temperatura y el uso obligatorio del cubrebocas dentro del recinto.
Iván López Reynoso, director.
Anabel de la Mora, soprano.
Efraín Corralejo, tenor.
Durante el anuncio, López Reynoso habló sobre el concierto, que estará integrado por dos obras de W. A. Mozart: la cantata David penitente, K. 469 y la Sinfonía núm. 41, K. 551, Júpiter, que tendrá una segunda función el domingo 10 de abril a las 17:00 horas, y será transmitida en las redes sociales de la OBA.
Se trata de dos partituras hermanadas por la madurez compositiva de Mozart, distanciadas apenas por tres años del estreno de una y otra. David penitente se estrenó en 1785; y la Sinfonía Júpiter, en 1788. López Reynoso explicó que, si bien, ésta última es una partitura sinfónica muy ejecutada, “es una novedad para la OTBA”.
En el caso del David penitente, abundó, “es una obra extremadamente compleja, no nada más para la orquesta y los tres solistas de lujo que tendremos, sino también para la lectura coral que, en esta ocasión, estará preparada por Luis Manuel Sánchez.
Es una pieza de muchísima complejidad contrapuntística, con armonías elaboradas, una clara intención de ir a un lenguaje compositivo más moderno, más profundo y buscando el virtuosismo, particularmente en las tres arias de los solistas que son complejas y de gran lucimiento vocal, pero con una profundidad emocional importante”, aseveró.
Cabe señalar que David penitente es una de las obras sacras más importantes del repertorio, mientras que Júpiter es la última sinfonía y la de mayor duración que compuso Mozart, definida como una de las obras cúspide de su trabajo.