Sea lo que sea que hagas, hazlo con el corazón y te va a ir bien: Céssar Hernández

Amores Efímeros  

Sergio Armín Vásquez Muñoz

Céssar Hernández es actualmente maestro de baile popular cubano tipo casino, conocido como salsa cubana, aunque el término correcto es casino, según sus propias palabras. Es director de la Academia Ponte N’Klabe, con sede en la ciudad de Xalapa, Veracruz. Tengo la fortuna de conocerlo hace varios años y he pertenecido a su academia en diferentes momentos. De manera personal tengo mucho respeto a su trabajo, por la disciplina y la pasión hacia el casino, que indistintamente transmite a quienes nos acercamos a aprender este particular estilo de baile. Es por ello que considero que vale la pena acercarse un poco a su persona y a su trabajo, que es único en Xalapa.

La primera parte de la plática la tuvimos en el viaje común que hicimos recientemente, para asistir al último día del Salsa Fest, edición 2022, en Boca del Río, Veracruz, en donde presenciamos los conciertos de Diego Morán, Víctor Manuelle y Óscar D’León. Nos fue muy bien. Vivimos la algarabía de los jarochos y de los veracruzanos en general, al lado de visitantes de 22 estados de la República, e incluso de países como Argentina, Colombia, Cuba, Estados Unidos, Italia, Puerto Rico y Venezuela, según el informe de la Secretaría de Turismo, ya que para los salseros, este evento es un referente importante, que por las restricciones de la pandemia hacía dos años que no se realizaba.

Me dice: “Yo estudié casino en la Academia de la Esquina de la Rumba, en Cancún. Tengo en el ambiente bailable del casino aproximadamente 15 años. Bailo desde los seis años. Actualmente tengo 34, es decir llevo 28 años ejerciendo el baile y el deporte. También soy músico. Después de estudiar y ejercer el baile en Cancún, me mudé a Xalapa y fundé la primera academia de baile que empezó a enseñar casino en esa ciudad”.

¿Por qué elegiste el casino como estilo para aprender y después enseñar?

Primero bailé folclor, después break dance, luego bailé danzón, después hice show performance y de ahí llegué al casino. Cuando conocí al casino, dije: ya me la sé, ya sé cómo está esto, y me quedé en él.

El casino es un estilo de baile muy rico, que exige mucho dinámicamente, porque el resultado visual es muy atractivo. ¿Cómo conociste tú el casino?

Llegué un domingo a un parque, el parque de “Las Palapas”, en Cancún, con mi mamá. Mi mamá me pidió que la llevara, yo no quería, pero pues fui. Llegamos, veo a la gente bailando y me quedo a ver cómo estaba la cosa. Finalmente me puse a bailar. Así pasaron como dos o tres meses, después conocí a mi maestro Jorge Flores Ruz, y por él terminé por enamorarme del estilo. Sin embargo, recuerdo que la primera semana no quería saber nada del estilo casino, pero como vi que mi hermana sí podía (ella es menor que yo, le llevo seis años casi), entonces dije yo también puedo. Y me quedé. Y aprendí. Al principio me costó mucho trabajo, pero desde ahí no lo he soltado. Hoy, es mi modo de vida, porque dedico las 24 horas del día al casino. Actualmente estoy dedicado por completo a enseñarlo. El próximo 10 de julio cumplo 12 años dando clases en Xalapa, y me ha ido bien. Debo confesar que al principio no fue así, porque cuando llegué a Xalapa hice otras cosas: estudié soldadura industrial (soy buzo soldador, también), estuve trabajando de mesero para eventos, lavando coches en la cochera de Rébsamen, vendiendo ropa en el tianguis “Primero de Mayo” y estuve trabajando como taxista dos años. Durante el primer año en que inicié la Academia, el trabajo en el taxi me dio la comida: desayuné, comí, cené, me bañé, dormí y lloré en el taxi. Un año me lo llevé así. Pero en el segundo año, me fue super bien en la Academia: pasé de tener de cuatro a seis parejas, a cada noche tener sesenta, setenta y hasta ochenta alumnos. En el segundo año, el taxi fue sólo mi transporte en realidad, porque de ahí empezaron los contratos con las escuelas: en primarias, secundarias, prepas, también en la Facultad de Artes de la Universidad Veracruzana, en el Instituto Tecnológico Superior de Xalapa (ITSX), la Fundación UV, en fin; entonces se me fueron abriendo las puertas a partir del trabajo que hacía. A partir de ese segundo año solamente me he dedicado a la enseñanza del estilo casino.

¿Desde que empezaste se llamó Academia Ponte N’Klabe y por qué?

Sí. Lo tomé de un grupo puertorriqueño que se llama N’Klabe y hay una canción del mismo nombre que me gusta mucho, aunque no es algo que bailemos aquí en la clase, pero me gusta. La otra razón es que en la música es un golpe para precisamente “ponerte en clave”. Quise tener una buena marca y un buen nombre, y lo logré, porque ponerte “en clave” también significa alinear tus movimientos de baile a los tonos que te va dando la música; es decir, bailar en orden y con disciplina.

¿Cuál ha sido tu mejor experiencia como maestro de baile?

Hay muchas anécdotas y todas importantes. Por ejemplo, grabé un videoclip en el Nido del Halcón de la Fundación UV, que es el primer video que se graba así. Fue una producción cinematográfica en realidad, con dron, con cámaras de cine, muy bien editado, muy bien hecho. Es una de mis mejores experiencias. También grabé con algunos integrantes de la Academia una especie de flashmob en el semáforo de la calle Enríquez, que es el pleno centro de la ciudad de Xalapa; actualmente tiene más de 700 mil views y ha sido muchísimas veces compartido, con lo que volvimos a hacer un boom en Xalapa. El segundo aniversario de la Academia lo hicimos en la Sala Tajín, y la llenamos: vinieron bailarines de todo el país y hasta de Estados Unidos, con una orquesta totalmente cubana, un dream team de música.  Otro caso es que pudimos asistir como Academia al Campeonato Nacional de Casino. Otro momento importante fue tener mi propia orquesta, porque yo soy músico y canto. Creo también que de las cosas más importantes es que desde la Academia Ponte N’Klabe hemos ayudado a muchas personas de escasos recursos, con alimentos, ropa y atención médica. Es decir, la Academia me ha dado muchas satisfacciones, no solamente en la parte bailable y en la parte económica, sino también por permitirme ayudar a los demás.

¿En qué otras actividades has participado?

En el Caribe hay infinidad de eventos, y yo me formé allá. Está por ejemplo el Mayan Congress y el Congreso de Cozumel; también hay eventos parecidos en Playa del Carmen, Mérida, Villahermosa, Minatitlán, Coatzacoalcos, Puerto de Veracruz, Guadalajara, Ciudad de México, Monterrey, Oaxaca, en fin; esto del baile y la música me dio oportunidad de participar y conocer todo eso. Para mí ha sido muy importante, porque he podido participar en muchos lugares de la República, inclusive hasta en Mazatlán, que nadie cree que allá bailen casino, pero para mí es el mejor lugar del mundo. El baile y otras situaciones de mi vida me han permitido estar allá, teniendo presencia y participando.

La segunda parte de nuestra plática fue unos días después, en Rahi, un poco antes de una de sus clases. Tuve más tiempo para formular nuevas preguntas. Céssar llega puntual, fresco, animado. Empezamos a platicar de todo. De sus temas personales y de los míos. Hasta un poco de política. Pero inevitablemente, regreso al tema.

¿Qué tiempo te llevó aprender y finalmente tener conciencia de administrar grupos de baile?

Tengo un amigo que se llama Beto Hernández y su frase es: “Si quieres enseñar, nunca dejes de aprender”, pero para llegar a toda esta cuestión de los grupos, si te refieres como maestro de baile, fue en el camino, porque desde niño siempre fui una especie de líder: en el deporte, en el baile, con mis amigos, en fin. Claro, en un principio cometes errores (aún hoy sigo cometiendo errores), pero en ese momento cometía más, porque para mí era un poco más difícil. Pero a partir de los golpes, las malas experiencias y los errores, vas entendiendo cómo unir a los grupos, cómo mantenerlos y poder así llegar a la satisfacción de tener clientes-alumnos que tengan conmigo diez y once años, que tenga un valet formado y que de aquí se vayan a enriquecer otras academias o pongan sus propias academias, bailen para otros valets, se dediquen al baile, se dediquen a la música, pues es parte de la enseñanza y los logros que me dan los años, y me ha resultado porque a lo largo de casi de doce años somos la academia que tiene más gente, y esto no es una pretensión, es una realidad. Por ejemplo, el fin de semana pasado que viajamos al Salsa Fest, todas las academias pararon y se fueron, pero yo me quise quedar a trabajar jueves y viernes, tuve clases llenas; y en lo que se refiere al Salsa Fest, tuve una gran cantidad de alumnos que me acompañaron, como tú, que se la pasaron gozando en todo momento, y eso para mí está super bien. Pero todo es a partir de un buen manejo, de llevar bien los grupos, de trabajar bien con ellos. Hay gente que me dice: es que eres muy payaso, muy exigente, muy pesado, gritas; y yo digo, pues sí, sí lo soy, pero el resultado es que siempre tengo lleno en mis clases. Te puede o no gustar el estilo y te puedes ir a otra academia a que te digan que no eres muy bueno, pero te aceptan, y ahí podrás comparar el nivel, porque aquí somos una especie de medida. No es pretensión, es una realidad. El resultado es que somos los primeros, somos referencia, generamos infinidad de bailadores, abrimos muchísimas posibilidades; no dudo que otras academias también lo hagan, pero aquí hay disciplina, esfuerzo, tiempo, pasión. En mi caso no es que tenga un trabajo de medio día y en la noche venga a ver qué me gano, y si es así, no está mal que lo hagas, porque otros maestros lo hacen, pero en mi caso me dedico a esto veinticuatro horas al día, porque es mi vida, es una de mis pasiones, de ahí viene el éxito en el manejo de los grupos que tengo. A veces te topas con gente que no le gusta, sí, pero hay gente que quiere disciplinarse, salir adelante; no se trata de tener talento, se trata de trabajar el talento que tienes, impulsarlo y hacerlo mayor y mejor.

¿Por qué casino y no en línea, o algún otro estilo?

Yo he bailado otros estilos, pero pienso que el que mucho abarca poco aprieta. Veo los anuncios en otros lados que dicen que te dan clases de salsa, de bachata, rumba, cumbia, danzón, cha cha chá, quizomba, y está bien, si a los maestros les da para poder transmitir tanto, está bien; a mí francamente no me da. Me pueden gustar otras cosas, pero yo me especializo en casino, porque en el casino puedo hacer algunas combinaciones, aplicar un poco de rumba tal vez, un poco de reguetón, un poco de contra tiempo.

¿Qué es la rueda de casino?

Es una manifestación grupal de baile. Es lo que más le gusta a la gente, porque puedes venir aquí de manera individual o en pareja y aprendes a bailar casino, y en la rueda de casino es, como su nombre lo dice, una rueda en donde se debe bailar en grupo, intercambiando parejas, bailando de manera sincronizada. No es una coreografía porque a medida que avanza el baile se van pidiendo ejecuciones de baile que tienen un nombre específico. Se combinan varias cosas: música, ritmo, alegría, buena vibra. Te exige agilidad, rapidez de pensamiento, abrir tu campo visual, fuerza, intención, al tiempo que bailas en sincronía con la música. Esa es la dinámica principal del estilo de rueda, además de que es muy divertido.

¿Qué requisitos debe tener una persona para bailar casino y bailar rueda de casino? ¿Hay un mínimo de algo?

No. Este estilo lo puede aprender y bailar quien quiera. En algún momento de mi vida trabajé para el DIF. Yo hacía los cursos de verano para niños, tenía alumnos de cuatro y cinco años y pude trabajar muy bien con ellos. También trabajé con gente de la tercera edad y se integraron muy bien. Es decir, no hay algo que te limite, porque he trabajado con gente que por alguna razón no tiene una pierna y también ha bailado casino. Insisto, no hay una limitante, porque los límites se los pone la propia persona a sí misma. Sólo debes tener buena actitud y ganas de aprender más, porque me llega gente que dice: “tengo dos pies izquierdos”, y yo le digo: “no los tienes, lo que tienes es vergüenza porque te da pena bailar”. O me dicen: “soy arrítmico”, y yo digo, “no eres arrítmico, lo que pasa es que te falta disciplina”. Nunca me he quedado con alguien que no aprenda a bailar. Todo el mundo lo aprende. Aquí lo que importa es tu actitud mental de querer mejorar, porque si mejoras en esto puedes mejorar en muchas otras cosas.

¿Cuáles son tus influencias o gustos musicales?

Desde muy niño tuve contacto con la música. Empecé escuchando a Leo Dan, Juan Gabriel, Joan Sebastian, Vicente Fernández, y con eso crecí, ya que en mi casa teníamos una tornamesa. De ahí mi papá compró un estéreo Sony, que tenía para compact disc y venía con un paquete de discos. Mi primer disco de salsa fue de la Orquesta Guayacán, en donde cantaban Charlie Cardona y Charlie Zaa, y traía la canción “La Palomita” (pero no la de Alberto Barros), una canción muy buena y que fue mi primera influencia. De ahí mis papás tenían unos amigos que le decían “Los Peroles” y ponían “Un lobo domesticado”, que la popularizó en aquellas fechas Valentín Elizalde, y fue mi contacto con esa canción. La música cubana me llegó mucho años después. Hoy por hoy, me encantan Los Van Van, Maykel Blanco, Havana D’Primera, Emilio Frías, la Orquesta Failde, refiriéndome a mis gustos cubanos; por otro lado, he de decir que me gusta de todo, me gusta el rap; la banda sinaloense es una de mis pasiones, no toco nada de banda pero me encanta escucharla; es decir, no sólo vivo de la salsa, porque me gustan otras cosas, de hecho escucho más otras cosas que la propia salsa.

¿Cuál sería tu reflexión personal respecto a la salsa y el casino, porque así como hay a quien le gusta, también hay a quien no le llama la atención?

Siempre nos van a gustar aquellas cosas con las que hemos convivido. Es lógico que no nos guste lo que no conocemos. Pero debemos tener la apertura de querer aprender algo más y darnos la oportunidad de disfrutarlo. Y no hablo solamente del baile, sino que esto aplica a cualquier cosa, a todo aquello que te permita ampliar el espectro de posibilidades donde tú puedas desarrollar algo. Yo siempre he dicho que el baile solamente es baile. Claro, no quiere decir que si solamente es baile, no lo voy hacer sin pasión y sin disciplina. En el caso mío respecto a la Academia Ponte N’Klabe, no sólo se trata de bailar, también se trata de manejar redes sociales, crear toda la publicidad, hacer la imagen, crear tu marca, invertir en publicidad, y no en el modo antiguo, sino pensando en cosas actuales. Y hablando de las clases, no son clases solamente de una hora, dos horas, tres horas, sino que hay un trabajo detrás, de preparación, de organización, y también de convencimiento y sensibilidad con la gente. Sea lo que sea que hagas, hazlo con el corazón y te va a ir bien, porque mucha gente va a trabajar y se la pasa quejándose, no les gusta hacer cosas que no le corresponden; por eso, cuando encuentres algo que te guste, no lo dejes, agárralo, porque el baile es sólo baile, pero ejércelo con pasión.

¿Cómo pueden acercarse a ti, quien quiera conocer tu trabajo, ya sea en plan de ser tu alumno y aprender a bailar casino, o sólo como espectador?

De lunes a viernes doy clase directa en Rahi, que es un restaurante bar ubicado en el callejón González Aparicio, en el centro de Xalapa. A partir de las siete de la tarde es para principiantes y de ocho a diez de la noche es el horario para alumnos intermedios y avanzados. Es una clase que dura de una a tres horas, dependiendo de tu nivel. Los sábados tenemos cursos intensivos, aquí mismo en Rahi, en horario de cuatro a siete de la tarde. No importa que vengas solo o en pareja, no importa que nunca hayas bailado, lo importante es que tengas buena actitud y quieras aprender a bailar. En Facebook aparezco como Céssar Hernandez, que es mi página personal, y Ponte Nklabe, que es la página de la Academia, y el sitio en Instagram es Ponte_Nklabe.

Finalmente, me despido de Céssar.

Era poco después de las siete de la tarde, de ese día. Ya habían llegado algunos de sus aprendientes (mujeres y hombres). Inicia así otra clase. Hay un alumno nuevo que poco a poco se va integrando. Le entiende  rápido, porque cuando salí de ahí, ya se había aprendido el “Dile que no”.