EL LENGUAJE DE LA NATURALEZA

Maricarmen Delfín Delgado

Los ojos saborean el color, los sentidos palpan las emociones, la naturaleza se tiñe de vida con cada tonalidad. Todos sentimos y vemos el color de diferente manera, sin embargo, nuestro organismo reacciona de la misma forma ante su influencia, ya que controlan el metabolismo, la presión sanguínea, el apetito y, sobre todo, nuestro estado de ánimo. La naturaleza se comunica con nosotros a través de los colores, así sabemos si la fruta y la verdura están maduras, si las carnes están en buen estado o descompuestas, si existe frío o calor, etcétera. También nosotros transmitimos ciertas situaciones a través de los colores que usamos en ropa y accesorios.

El planeta comunica mediante los colores que ya es primavera, que es época de alegría, de reproducción, de disfrutar la vida. La madre naturaleza pinta de cientos de colores el paisaje, el verdor en los prados, el azul profundo en el cielo, en las flores y en los guardianes de la vida que son los árboles. Su tronco se fortalece y el follaje aumenta con un sinfín de verdores en una gama infinita de tonalidades cálidas transmitiendo alegría y regocijo al contemplarlos.

En nuestro país existe una gran variedad de especies de árboles y arbustos que año tras año acaparan la atención tiñendo de llamativos matices las calles, avenidas, carreteras, patios y jardines como señal de que ya nos dejó el invierno. De acuerdo al clima imperante en cada región del territorio nacional, la primera estación del año se manifiesta con diferentes colores.

En la CDMX el cielo parece teñirse de lila con las enormes copas de las jacarandas, situadas principalmente en el Paseo de la Reforma, Coyoacán, Mixcoac y en el parque México por citar algunos lugares con esta característica, son árboles que llegan a medir hasta 20 metros de altura, con tronco torcido color café de corteza agrietada, copa en forma de paraguas y flores que crecen en racimos en lo alto de sus ramas, existen distintas variedades de estos majestuosos gigantes originarios de Brasil, Bolivia, Argentina y Paraguay.

No se sabe exactamente cuando llegó a México, se cuentan varias versiones: se dice que el jardinero japonés Tatsugoro Matsumoto la trajo a CDMX a principios del siglo XX a su paso por el país ya que su destino era Perú, finalmente se asentó en aquí y se dedicó al negocio de la jardinería. Una segunda afirma que Plutarco Elías Calles quedó impresionado por la belleza de los sakuras que observó en su estancia en Estados Unidos y sugirió al presidente Pascual Ortiz Rubio sembrar cerezos en las avenidas para hermosear la ciudad, al pedirlos a las autoridades de Japón se negaron argumentando que el clima del país no era propicio para su cultivo y que mejor sembraran jacarandas ya que al ser del mismo continente eran propicias para ese fin.

Una tercera versión es que la jacaranda ya había entrado al país por Veracruz en el siglo XIX y que era cultivada para aprovechar su madera. En un viaje que realizó al estado el ingeniero Miguel Ángel de Quevedo, descubrió las jacarandas quedando maravillado por su hermosura por lo que decidió llevarlas a la ciudad de México y a otros lugares de la república; él fue quien realmente expandió la especie por el territorio nacional. Este personaje es el responsable del embellecimiento de la capital del país ya que fue el encargado de la siembra de árboles en el Desierto de los Leones y en todas las vialidades, fundó los viveros de Coyoacán, su gran dedicación y amor por la flora y los ecosistemas le valuó el título de “el Apóstol del Árbol”.

Su hermoso color y su imponente imagen tiñen de belleza cualquier paisaje y nos regalan el placer visual en el lila como  lenguaje de la naturaleza.