Mi favorita

  • Amores Efímeros

Sergio Armin Vásquez Muñoz

De día, prefiero a la niña inocente que aún habita en ti, la que se pone nerviosa cuando la abrazo, la que sonríe y es feliz, la que se asombra ante situaciones que -sorprendentemente- aún no conoce. De noche, prefiero a la bruja, la que emerge desafiante y maliciosa, celebrando su aquelarre, queriendo demostrar que ha recorrido el mundo, pero que cae rendida ante mi lascivia, agitándose, reconstruyéndose, volviendo al poco tiempo en forma de sirena, haciéndome caer en sus encantos, embelesándome con su voz mientras me lee hojas en blanco, y que sin darse cuenta también pierde energía por el viaje de besos que hago en su vientre. Queda entonces una mujer desnuda y expuesta, indefensa sin su traje de bruja y sin su cola de sirena. Quizás ésa sea mi favorita, porque puedo someterla a mis perversiones, sin que ponga la mínima resistencia, pues -como toda mujer nocturna- termina por caer en su propia trampa y queda a merced de mi lujuria: obedece cualquier orden con tal de que le llene la copa, se hinca cada diez minutos para recibir el goteo de mi nube, me pide a gritos que sincronice las coordenadas de su piel mojada con la rigidez de mi deseo; me suplica que salga de un lado y entre en otro, para llegar pronto al final del laberinto de sus ganas, porque en ese momento sus fuerzas sólo alcanzan para darme las llaves de su vida y caer extenuada, repitiendo mi nombre entre espasmos.

Pensándolo bien, tú eres mi favorita, porque en ti convergen todas ellas. Eres mi niña, mi mujer, mi bruja, mi sirena, mi cortesana, mi musa. Y lo mismo puedes darme lluvias de luna, lluvias rojas o lluvias doradas, ya sea en la noche o a plena luz del día.

Fragmento del libro  Oralia

Amores Efímeros

Ediciones sempiternas