Las lavanderas del río

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Rubén García García

Llegaron al río las lavanderas de ropa con su chorcha de hijos; cargan la maleta pesada y las crías, lo que pueden.

Cada una tiene su sitio, piedras dispersas que el tiempo modeló como bateas.

Muchos varones se fueron a su milpa, otros a cuidar el ganado del patrón y algunos más agarraron camino hacia no sé dónde.

La chamacada disfruta; los grandes cuidan a los chicos, que se distraen viendo el ir y venir de los peces y gusarapos. Los zopilotes vuelan en círculo, una parvada de cotorros cruza el cielo gritando y se posan en la arboleda que crece por la cañada. La corriente va, tropieza, y su murmullo es un rezo que nadie escucha. Un cuerpo con pantalón de mezclilla con la panza descubierta es arrastrado por la fuerza del agua.

Una de las mujeres se da cuenta, avisa a las demás, la joven nada…. No hay que afligirse, el muerto no es del lugar, es del algún pueblo de la serranía. Saben que abajo el ahogado quedará varado entre lajas, alguien lo verá y dará parte a la autoridad; que en este momento ya estarán llegando a la cantina de Don Julio, para protegerse contra el sopor de la tarde. Se despacha mejor allí, con una cerveza fría en la mano.