YA NO SE VEN TANTAS BANDERITAS COMO EN AÑOS YA MUY LEJANOS

60 SEGUNDOS

RAUL GONZALEZ RIVERA

YA NO SE VEN TANTAS BANDERITAS COMO EN AÑOS YA MUY LEJANOS

                Los festejos que permitieron  a nuestro país lograr su independencia, se celebraban con la compra y lucimiento de decenas o centenares de banderitas y otros efectos tricolores, con el objetivo de rememorar la gesta histórica que le dio a la patria azteca  soberanía, democracia y la libertad.

                De esta forma quedaría atrás la dura época o periodo de la Colonia, que no fue poca cosa, ya que por espacio de 300 años se dio el sometimiento de los mexicanos a  la fuerza que ejercieron los españoles en todas direcciones.

                En la escuela  primaria sobre todo, se recordaba a los llamados Niños héroes y a los dirigentes políticos y clericales que ofrendaron su propia vida, a efecto de conseguir la ansiada Independencia del México, que sigue a la espera de una paz duradera  y que la felicidad repetida hasta por tres veces, inunde todas las viviendas de los mexicanos.

                Casi como una leyenda se cita que  los lunes se rendían los honores a la Bandera tricolor y a los héroes-se decía- que dieron libertad y paz a la gran sociedad azteca, empero, pareciera que muchas de estas notas se olvidaron o se  ha procurado que pasen al olvido, siendo que la Nación azteca como antaño rememora cada  15  de septiembre, con el tradicional Grito,  la gesta que le brindó al país un rumbo diferente en su vida pública.

                Son ya poco más de 200 años  de que los  mexicanos,  consumaron aquella epopeya, pero que en días como los actuales, pareciera que los pasajes históricos y nada son iguales. El común de  aztecas  ignora lo ocurrido y  en sus salones de clase sus alumnos soslayan los episodios  más trascendentes que impregnaron al grueso de la sociedad del patriotismo, que  hizo posible los distintos periodos que ha vivido como fueron la Independencia, el periodo de la Reforma y la Revolución  de 1910.

                El amor a la patria surge precisamente  de  ese tránsito que cubriera el país en  doscientos años y que habrían de culminar olvidando los tres siglos de sometimientos a las fuerzas extranjeras. Sin embargo, la llama de la indignación y el rechazo a toda expectativa inclusive de la guerra, pareciera estarse extendiendo con tal virulencia, que ahora, sin romperse el marco constitucional bajo el cual vive el pueblo mexicano, experimenta y sobrevive a una ola violenta  preocupante.

                Qué está pasando que la confrontación entre mexicanos, no ceja en su empeño de ir dejando una estela de muerte, dolor, desapariciones y violentas notas como la que acaba de ocurrir aquí en Orizaba, así como la incursión con fuerza bruta de decenas de jóvenes estudiantes de la escuela normal de Ayotzinapa, “Isidro Burgos”, con un autobús al que lanzaron contra un cuartel del ejército y pretendieron incendiar, pero  sin explicarse porque lo hicieron.

                Al momento, el país registra alrededor de 170 mil  víctimas mortales, como consecuencia de la ola criminal, aunque en el discurso político se rechaza que así esté sucediendo, empero, los numeritos negros o rojos señalan lo contrario, frente a la ineficacia de las fiscalías y los tribunales judiciales para contener este déficit que deriva de una grave descomposición social,  en la cual el México de estos días está inmerso, y no se visualiza ninguna  ruta para sacarlo del tobogán sin fondo, en el cual está metido.

POR SUPUESTO, QUE LOS URBANISTAS IGNORAN RECOMPONER LA MOVILIDAD CIUDADANA EN XALAPA

                No son pocas las administraciones públicas municipales, que trataron o intentaron arreglar el tema de la movilidad urbana, o que de plano la ignoraron, bajo el argumento o pretexto de que Xalapa habría nacido sin contemplar ningún plan que regulara su crecimiento poblacional y tampoco se analizara que sus calles son estrechas, cortas y por ende que se iban a ver congestionadas por peatones y vehículos de motor.

                Los  urbanistas de hace más de cien años, presumieron que Xalapa no dejaría de ser más que una aldea, un rancho o el pueblito y mucho menos que  aquí fuera a establecerse la capital del estado de Veracruz y por añadidura, que llegara a albergar más vehículos de motor, que habitantes, claro esto dicho literalmente.

                Xalapa, era originalmente una ciudad por cuyas arterias públicas bajaban los bueyes, caballos, borregos y chivos, que pastaban en los alrededores  ricamente congestionados por una exuberante vegetación, cafetales, pinos, oyameles y una enorme variedad de ahuehuetes y otras variedades.

                Todavía en los primeros años del pasado siglo XX, las principales calles que circundaban el corazón de la ciudad, estaban empedradas y no contaron  el pavimento hidráulico y el asfalto que en gran cantidad de calles y avenidas predomina y que  ahora desluce, debido a la constante y enorme cantidad de baches, hoyancos y otros que asemejan a verdaderos cráteres como son los que se aprecian de la luna, a través de los fantásticos telescopios de la Nasa.

                Fue  durante los sexenios que encabezaron los gobernadores Marco Antonio Muñoz T., Antonio M. Quirasco, Fernando López Arias, Agustín Acosta Lagunes, Dante Delgado y don Fernando Gutiérrez Barrios, principalmente, cuando la municipalidad ganó la urbanización, que sigue pendiente de ser continuada, porque la capital del estrado, adolece de vías alternas y su población se concentra en el casco histórico originalmente, pero ahora, se desparrama hacia sus cuatro costados, bajo condiciones de verdadero hacinamiento y la saturación de sus viales, sin una aparente solución.

                Los viejos arquitectos, ingenieros y urbanistas de los últimos cien años alertaron sobre  un potencial colapso que  sufriría un día la capital  del estado, pero nada hicieron para evitarlo. El plano regulador que sirvió para  fundar y engrandecer a ciudades como Veracruz, Coatzacoalcos y Córdoba, Xalapa no lo tuvo ni lo tiene.

                Los ediles, se concretaron a inventar cada tres años, que  subsanarían esta falla de sexenios y decenios, sin conseguirlo como puede ser apreciado con un crecimiento demográfico anárquico, sin ningún orden, lo que mantiene en shock a los ediles de turno, al  ver como un imposible poder rendir los resultados, que una población mayoritaria reclama, cuando pareciera que solo se proponen paliativos, pero sin que llegue la solución, como lo aseguran los malvados que ocurrirá, pero en el próximo milenio.

ESTUDIANTES IGNORAN QUIÉNES FUERON PANCHO VILLA, ZAPATA Y FRANCISCO I. MADERO

                La pregunta que solía hacerse a los estudiantes de los primeros semestres de la universidad pública, era sencillamente si  sabían quienes habían sido los héroes últimos, es decir los que dieron lugar a la realización de la revolución armada de 1910.

                Y la respuesta como era la que recibía este  reportero en la calle, era simplemente que  desconocían nueve de cada diez ciudadanos,  que hicieron o cual fue el papel estelar de los guerrilleros y el abogado que se ungió en presidente tras la renuncia a la presidencia de México, del general Porfirio Díaz.

                Dos de diez,  dijeron que les parecía que don Porfirio había gobernado el país más de 30 años y que a él, se debían las grandes construcciones que son un orgullo para los antiguos defeños, entre otras el Angel de la Independencia, así como el palacio de Bellas Artes.

                Por supuesto, los cuestionados ignoraron cuáles son las obras más significativas realizadas durante el porfiriato en esta ciudad, otrora Atenas veracruzana, como fue calificada por el Varón de Humboldt, a la par que  la denominara como ciudad de las flores, ya que prácticamente, la vegetación cubría de manera extraordinaria a la capital del estado de Veracruz.

                El maestro David Ramírez Lavoignet, por muchos años el cronista de Xalapa, director de la facultad de Historia de la Universidad Veracruzana y académico de la preparatoria Artículo 3- Constitucional, en su fundación, apuntaría que del porfiriato, surgieron la construcción de la escuela de bachilleres de la calle de Juárez y la del edificio que alberga la escuela industrial para señoritas, como botón de muestra.

                La apertura del ferrocarril de carga que hasta la fecha transita y cruza parte de la ciudad, obedece a la administración del general Porfirio Díaz.

                El papel de los guerrilleros Francisco Villa y Emiliano Zapata,  destaca ya que sin su presencia y asistencia al grueso de los mexicanos, sin duda  don Porfiro Díaz, habría continuado para otro periodo constitucional ostentando la primera magistratura, y quizá hubiese logrado su sueño de morir siendo presidente y no tener que salir del país, tras de ejercer el poder por espacio de  34 años, lo que le convirtió necesariamente en un dictador.

                México cada que  hubo que enfrentar invasiones y otros actos de pillaje, llevados a cabo por fuerzas extranjeras, sin duda tuvo a los hombres decididos y valientes, que necesitó para no permitir más su incursión y poder realizar su expulsión con la fuerza de las armas.

                Claro que México contó con héroes en los tres periodos más sensibles de la historia nacional y  que haya quienes inclusive en tono de broma o sorna, pongan en duda la decisión de los seis Niños héroes para hacer la defensa del  país lanzándose desde las alturas al vacío en el histórico Castillo de Chapultepec, queda para los expertos, hacer las advertencias y comentarios de rigor, pues como se ha difundido, se acusa que eran jóvenes que habían sido ingresados a las mazmorras del mismo edificio, como castigo porque siendo cadetes del colegio militar, habían sido sorprendidos ebrios, siendo que estaban en horas de servicio militar.

 En  ese momento, se registraba la invasión norteamericana del 13 de septiembre de 1847. Empero, como quiera, los seis jóvenes que ofrendaron  sus vidas en defensa de la soberanía nacional fueron Francisco Márquez y Fernando Montes de Oca, Agustín Melgar, Vicente Suárez, Juan de la Barrera y Juan Escutia, cuyas edades frisaban entre los 14 y 20 años.

                Al común escapan estos datos elementales, para tratar de entender alguna parte tan solo de las etapas o periodos que tuvieron que cubrir los mexicanos, para poder ser lo que ahora son. Ni duda. Es todo.