“El gran tesoro de la esperanza”

VIVIR CON ESPERANZA

“El gran tesoro de la esperanza”

Por Jacinto Rojas Ramos

Todos los días llegan a nosotros una avalancha de noticias y circunstancias que pueden minar nuestras fuerzas, conduciéndonos de manera imperceptible por el camino del desánimo, frustración, depresión y desesperanza.

Pocas son las buenas noticias, las palabras de ánimo y estímulo, porque parece que muchas personas ya se están acostumbrando a las tragedias, esperando siempre lo peor. Una cierta dosis de sado- masoquismo parece ser la constante en muchos medios de comunicación para vender su producto. Induciendo a las personas a caer en la derrota delante de sus frustraciones, como si las mismas fuesen inevitables, irremediables é insuperables.

Cuando llegamos a ese estado de letargo, nos tornamos meros espectadores de un filme de terror en el cual los actores principales somos nosotros mismos y el enredo parece una ficción porque la verdad está siendo extraída de nuestra propia vida.

Son circunstancias muy parecidas a las vividas por un gran hombre de Dios, el profeta Jeremías, cuando toma la decisión que lo rescató de ese estado de muerte. Él se dijo a sí mismo y a todo su pueblo, la nación de Israel: “quiero traer a la memoria lo que me puede dar esperanza” (Lamentaciones 3, 21).

Con esas palabras Jeremías estaba rompiendo con la cadena que lo retenía a lo que parecía ser su inevitable condición de vida. Jeremías decidió que no sería prisionero de la desesperanza que ya había contaminado a sus contemporáneos. Jeremías pasó a tener una nueva predisposición mental ante las mismas circunstancias que todavía persistían a su alrededor. Jeremías encontró la llave para salir de la prisión que le estaba siendo impuesta y que le impedía poder vivir en la libertad a la cual el Señor, nuestro Dios graciosamente le ofrecía. Jeremías descubrió que la esperanza sería su amiga y compañera inseparable a partir de aquel momento, que ya no tomaría más consejo de los pesimistas ni de los depresivos y desesperados, solo se fiaría del autor de la vida que llenaba todas sus necesidades. Jeremías cambió su vocabulario, de lamentaciones a palabras de fe y esperanza como “las misericordias del Señor son la causa de no ser consumidos, porque su misericordia no tienen fin… Grande es su fidelidad. Mi porción es con el Señor, así dice mi alma; por tanto, esperaré en él. Bueno es el Señor para los que esperan en él, para el alma que lo busca”. (Lamentaciones 3, 22-25).

Por eso, me permito recordarte que la esperanza debe ser tu mayor tesoro y no los bienes materiales. La prueba de esto es que personas por demás abastecidas están viviendo una vida miserable, llena de angustia, miedo y depresión, llegando a veces a extremos de violencia, asesinato y suicidio.

Tu mayor tesoro es la semilla de esperanza que Jesús, el unigénito de Dios, vino a plantar en el corazón de todos aquellos que lo reciben como su único y suficiente salvador; que perciben que no pueden vivir separados de Dios, que comprenden y precisan hacer el camino de vuelta hacia Dios. Es que solamente Jesús es el camino, la verdad y la vida.

Si tienes esperanza, consérvala y cultívala cada vez más con todas tus fuerzas, si quieres tenerla, es muy simple, has ahora mismo una oración pidiendo a Dios que la deposite en tu corazón, procura andar en comunión con Dios, pues la esperanza es como una brasa que necesita del brasero para mantenerse siempre ardiendo

rrjacinto_9@hotmail.com