“DESAFÍOS A LOS QUE SE ENFRENTA LA ESPERANZA CRISTIANA”
|VIVIR CON ESPERANZA
“DESAFÍOS A LOS QUE SE ENFRENTA LA ESPERANZA CRISTIANA”
Por Jacinto Rojas Ramos
Quiero ahora fijar la atención en algunos fenómenos particulares de nuestro tiempo que afectan a determinados contenidos concretos de la esperanza cristiana; el nuevo atractivo que parece presentar la idea de la reencarnación, opuesta en cuestiones fundamentales a la fe en la resurrección y en la vida eterna; los fenómenos del prometeismo y del cinismo ético, que tienden a cegar en algunos de nuestros contemporáneos las verdaderas fuentes de la esperanza; el miedo a la libertad, que amenaza con despojar a la vida humana de su verdadero carácter de suprema decisión entre salvación y perdición; y la tendencia a ocultar o ignorar la muerte, que aparta la mirada de las gentes de su condición y destino últimos.
Las encuestas sobre opiniones y creencias vigentes hoy en las sociedades occidentales coinciden en señalar el retorno de la idea de la reencarnación. Aparece con diversas variantes y adaptada a la mentalidad evolucionista moderna, pero, en todo caso, con la pretensión de ofrecer una respuesta más racional y válida que la fe cristiana en la resurrección o que cualquier otra forma de esperanza en la victoria sobre la muerte.
Esta vuelta de antiquísimas ideas sobre la vida y el destino del hombre, rechazadas por la Iglesia como contrarias a su fe y a su esperanza, no deja también de ser ocasión para hacernos recapacitar y detenernos a investigar.
Ante todo, hemos de pensar que si algunos de nuestros contemporáneos parecen dispuestos a aceptar de nuevo antiguas ideas que parecían ya superadas, es porque, hoy igual que ayer, el ser humano sigue estando necesitado de una respuesta a su pregunta por la brevedad y la precariedad de esta vida. La sed de eternidad, la convicción de que esta etapa mortal de la vida no puede ser la definitiva, está tan arraigada en el ser humano que, cuando las personas no se encuentran en la fe con Jesucristo, en quien la naturaleza humana ha sido realmente asumida en la vida eterna de Dios, se entregan a las promesas y a las propuestas con las que las modas pretenden saciar aquella sed. Por eso, el cultivo y el anuncio de nuestra fe en Jesucristo resucitado y en la vida eterna es una gozosa responsabilidad de cada uno de nosotros y de toda la Iglesia, que responde perfectamente -como acabamos de recordar- a la demanda de esperanza que se expresa también en el equivocado recurso de algunos de nuestros contemporáneos a la idea de la reencarnación.
Además, también hay un elemento de verdad en la insistencia de ciertas ideas reencarnacionistas en que la brevedad de esta vida exige, a veces, una etapa ulterior de reparación o purificación. Es cierto que, en algunas corrientes neognósticas contemporáneas, las etapas y ciclos de la vida humana en diversos cuerpos son postuladas desde una mentalidad prometeica que apunta a una salvación autónoma del ser humano, entendida como un proceso, para cuyo desarrollo pleno no bastaría la unicidad improrrogable de una existencia temporal. No cabe duda de la incompatibilidad de esta mentalidad con la fe cristiana, pues en ella no hay lugar ni para la única mediación salvífica de Cristo, ni para la gracia que nos salva, ni para el peso real de eternidad que tienen las decisiones libres de los hombres.
rrjacinto_9@hotmail.com