Sexta Cumbre, improductiva y onerosa
|Sexta Cumbre, improductiva y onerosa
Reynaldo Escobar
En lugar de rendir pleitesía a los mandatarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua, convertidos ya en autoritarios caciques de sus depauperados pueblos, durante la celebración de la VI Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), los anfitriones que atendieron espléndidamente a quienes sin mayor preocupación por sus gobernados disfrutaron más que los mexicanos de los banquetes y eventos artísticos preparados por la Cancillería de nuestro país, con motivo de las fiestas patrias; por lo menos tendrían que haberle dedicado un mínimo de tiempo a la revisión de los compromisos previamente contraídos.
Los temas de mayor importancia para las familias de quienes habitan en los 18 países miembros de la CELAC son los que van desde el desempleo, la inseguridad y criminalidad, que obligan a los miles de migrantes de centro y Sudamérica a dejar sus hogares para buscar refugio en otras latitudes, donde tengan garantizada su sobrevivencia, salud, educación y desarrollo, con la pretensión de alcanzar el sueño americano, que se ha convertido en un espejismo acompañado del riesgo de perder la vida en ese intento.
Los jefes de Estado y de gobiernos del mundo, en los cinco continentes, están más ocupados en unir sus esfuerzos para terminar con la pandemia del Covid-19, así como en reconstruir sus economías y cerrar filas contra el tráfico internacional de drogas y armas, para garantizar la paz mundial, en lugar de perder el tiempo escuchando al cubano Díaz-Canel quejándose del bloqueo de Joe Biden, o a Nicolás Maduro, de Venezuela, tratando de embaucar a quienes lo quieren oír para justificar su perpetuidad en el cargo.
Para los anfitriones de la Sexta Cumbre de la CELAC debería resultar prioritario terminar con la insuficiencia económica para atender a los enfermos de cáncer (niños y adultos), así como terminar de proporcionar la vacuna contra el Covid, combatir en serio la inseguridad y apurar la reconstrucción de los daños causados por las contingencias ambientales.
El gasto público aplicado a cubrir los gastos por cuenta del país anfitrión no se justifica en un país con más de la mitad de sus habitantes en estado de pobreza, enfermos y sin empleo. Que quede en la conciencia el despilfarro injustificado, imprudente e improcedente, en tanto que millones de mexicanos carecen de los mínimos de subsistencia.