“Esperanza cierta”
|VIVIR CON ESPERANZA
“Esperanza cierta”
Por Jacinto Rojas Ramos
Esperanza es la virtud teologal por la cual deseamos el Reino de los Cielos y la vida eterna como nuestra mayorfelicidad, confiando en las promesas de Cristo y no en nuestras fuerzas, sino en la gracia del Espíritu Santo. “Sigamos profesando nuestra esperanza sin que nada pueda conmover, ya que es digno de confianza aquel que se comprometió” (Hebreos 10,23). “El Espíritu Santo…que Dios derramó sobre nosotros por Cristo Jesús, nuestro Salvador. Habiendo sido reformados por gracia, esperamos ahora nuestra herencia, la vida eterna” (Tito 3,6-7).
La virtud de la esperanza responde a las aspiraciones de alegría que Dios ha depositado en el corazón de cada hombre; infunde la esperanza que inspira las obras de los hombres y los purifica para llevarlos al Reino de los cielos; previene al hombre del desánimo; le sostiene en tiempos de abandono; abre su corazón en espera de la beatitud eterna. Con la esperanza le mantiene a flote, le preserva del egoísmo y le dirige a la alegría que emana de la caridad.
La esperanza cristiana eleva y colma de ímpetu a los escogidos que tiene su origen y modelo en la esperanza de Abraham, quien fue bendecido abundantemente por las promesas de Dios cumplidas en Isaac, quien fue purificado por la prueba del sacrificio. “Abraham creyó y esperó contra toda esperanza, llegando a ser padre de muchas naciones” (Romanos 4,18).
La esperanza cristiana es mencionada desde principios de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas inflaman nuestra esperanza al cielo como la nueva Tierra Prometida; traza el camino que guía a través de las pruebas que aguardan a los discípulos de Jesús.Pero a través de los méritos de Jesucristo y de su Pasión, Dios nos guarda en la esperanza que no desilusiona. “La cual no quedará frustrada, pues ya se nos ha dado el Espíritu Santo, y por él, el amor de Dios se va derramando en nuestros corazones”(Romanos 5,5). Esperanza es “nuestra ancla espiritual, segura y firme, que se fijó más allá de la cortina del templo, en el santuario mismo. Allí entró Jesús para abrirnos el camino, hecho sumo sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec” (Hebreos 5,19-20). Esperanza cierta es un arma que nos protege en la lucha de la salvación; “nosotros en cambio, por ser del día, permanezcamos despiertos; revistámonos de la fe y del amor como de una coraza, y sea nuestro casco la esperanza de la salvación” (1Tesalonicenses 5,8). Nos provee de alegría en los momentos de prueba: “Alégrense en su esperanza, sean pacientes en la tribulación” (Romanos 1,12).La esperanza es expresada y alimentada con la oración, especialmente en el Padre Nuestro, el sumario de todo lo que la esperanza nos indica a desear.
En esperanza, la Iglesia ora para que todos los hombres sean salvados. “Pues él quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1Timoteo 2,4); ella espera unirse con Cristo, su novio, en la gloria del cielo:
“Esperanza, Oh mi alma, esperanza. No conoces ni el día ni la noche. Vela cuidadosamente, para que todo pase rápido, aún tu impaciencia hace dudar lo certero y convierte lo cercano en lejano. Sueña que, entre más luchas, mejor se prueba el amor que tienes a Dios, y más te regocijarás un día con tu Amado, en alegría y rapto que nunca terminarán” (Santa Teresa de Ávila).
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