DESATINOCRACIA
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Por Juan Baizabal
El papel que han desempeñado y representado las consortes en la política mexicana, ha sido objeto de varios señalamientos y cuestionamientos, debido a al poco o nulo, en algunos de los casos, compromiso que han ejercido al presidir y encabezar acciones del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, mejor conocido como DIF.
En los últimos años, hemos sido testigos del poder que han obtenido las primeras damas, quienes se han alejado del altruismo, para dar órdenes y tomar decisiones de gobierno, a quienes se les debe respetar y acatar todo tipo instrucción dada.
Las periodistas Claudia Guerrero Martínez e Isabel Arvide, autoras del libro “Sí merezco abundancia” hacen un análisis detallado de las acciones emprendidas por las primeras damas mexicanas en las últimas décadas; donde destacan los nombres de Karime Macías de Duarte, Angélica Rivera de Peña, Margarita Zavala de Calderón, Marta Sahagún de Fox, Nilda Patricia de Zedillo, Cecilia Ocelli de Salinas, entre otras más.
El acompañamiento de las consortes se ha desvirtuado, su labor de gestión, respuesta altruista y humanitaria, ha quedado en un segundo o tercer plano. Han dejado al DIF a la deriva, en otras manos, sin emprender ni encabezar una sola acción durante su respectivo periodo, sin embargo, develan su fotografía en la sala expresidentes, para ser “recordadas”.
Para Isabel Arvide, las primeras damas “son las mujeres que no aparecen en las boletas electorales, pero que son también elegidas. Mujeres que dominan a sus maridos o son abandonados por ellos. Mujeres de poder. Mujeres ambiciosas. Mujeres ladronas, corruptas, frívolas. Mujeres que mecen la cuna de la corrupción oficial. Mujeres víctimas de su propio destino” (2017).
Una definición severa, pero que lamentablemente en algunos casos, quizá los más, no se aleja de la realidad.
Recordemos de manera rápida, cómo surge el DIF y el papel que jugaron las consortes de antaño.
La precursora del voluntariado social y por ende del DIF, fue la señora Carmen García González, esposa del presidente Emilio Portes Gil, quien creó la Asociación Nacional de Protección a la Infancia, en 1929.
En 1968, durante la presidencia de Gustavo Díaz Ordaz, surge la Institución Mexicana de Asistencia a la Niñez (IMAN), misma que brindaba apoyo a niños huérfanos y con algunos problemas físicos.
Para 1977, Carmen López Portillo, lo fusiona con el Instituto Nacional de Protección a la Infancia (INPI), dando como resultado al Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia.
En el sexenio de Luis Echevarría Álvarez, su esposa, María Esther Zuno creó una red de voluntariado, obligando a todas las esposas de funcionarios públicos y gobernadores a trabajar.
Al respecto, la periodista Isabel Arvide redacta: “María Esther Zuno obligó a las consortes del poder a dejar, literalmente hablando, sus alhajas en las cajas fuertes, a guardar en los armarios sus encajes bordados, sus abrigos de pieles y sus zapatos de tacón para ir a confrontar la realidad desoladora de los pobres” (2017).
En pleno 2021, vemos un panorama alejado a las enseñanzas de la señora Zuno. Solo basta checar las acciones, comentarios y publicaciones de la primera dama presidencial Beatriz Gutiérrez Müller, quien hace unos meses causó controversia en una de sus publicaciones en redes sociales, al responder que ella no podía hacer nada por los niños con cáncer, porque no es médico. Razón por la que fue criticada, señalada y cuestionada; solo demostró su falta sensibilidad, humildad y solidaridad para con los niños y sus familiares.
Sin embargo, no todo se ha perdido. El pasado fin de semana, Mariana Rodríguez Cantú, esposa del gobernador de Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, se cortó el cabello como muestra de solidaridad para con un niño con leucemia internado en el Centro DIF Capullos de aquel estado.
Mariana Rodríguez dio un ejemplo a seguir a todas las consortes del país, quienes deben ocuparse y trabajar en más acciones humanitarias. Un gesto que ha sido señalado por unos cuantos, pero aplaudido y reconocido por muchos más.
Bien Mariana, me pongo de pie. Mi respeto y admiración. Sigue así.