ALOR Y SUS RESBALONES
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Por El Tlacuilo
ALOR Y SUS RESBALONES
EL ALOR DE ANTES
Eran los días previos a iniciarse el Gobierno del Ingeniero Cuitláhuac García Jiménez, entonces Gobernador electo, cuando participé en un recorrido por la Cuenca que encabezó quien posteriormente sería el Secretario de Gobierno, Erick Cisneros Burgos.
Al grupo se unió un personaje que vestía una camiseta verde entallada, pantalón de mezclilla y un sombrero tipo cazador. Alguien del grupo informó que: “él sería el próximo Secretario de Salud”, a lo que pensé, o quizás pregunté: “¿Neta?”
Al paso del recorrido el personaje se destacó por ser un tipo afable, cordial y sobre todo metido en su trabajo, comentó: “Mira, ya traigo un esquema general de las clínicas de Salud, cómo funcionan; está y muchas más por ejemplo (comunidad aledaña al Papaloapan) cierra a las dos de la tarde y los fines de semana no abren; o sea que la gente tiene que enfermarse por horarios; luego tienen una ambulancia, pero el alcalde la trae de camioneta privada; todo eso lo vamos a cambiar cuándo lleguemos.” Si lo cumplió o no, no lo sabemos, habría que preguntar en la región, pero lo destacable en este momento es quién era el doctor Roberto Ramos Alor, antes del cargo.
CON LA BATA PUESTA
Durante el trayecto se visitó a una familia representativas de la región, gente sencilla que al enterarse de que una de las personas que acompañaba a Cisneros era médico, no faltó el clásico: “fíjese doctor que mi mamá está enferma”, el comentario fue en espera de recibir alguna modesta receta; para sorpresa de todos Ramos Alor corrió (literal) hasta su coche, sacó de la cajuela una bata, un maletín y un estetoscopio para realizarle a la paciente un chequeo lo más detallado que le permitieron los elementos que llevaba: “¡Yo siempre cargo mi maletín, no sabe uno cuándo se ocupa! Apuntó. Ojalá que ahora que es Secretario siga cargando el maletín médico y tenga la misma disposición para atender a algún paciente espontaneo.
ALOR DE AHORA
Ya en el cargo, cercano a un 7 de junio, Alor se acercó a la prensa con un programa de atención médica a periodistas que iniciaría con un chequeo general en la clínica estatal de preferencia de cada reportero o periodista; el esquema de apoyo a la salud se consideró una muestra de sensibilidad hacía el gremio, incluso lo han sostenido hasta el día de hoy, aunque desafortunadamente cayó en manos de la CEAPP que sigue siendo el Club de Toby, pero, en fin, la intención es buena.
La información de aquel programa se diluyó porque ahí surgió su frase del “chile embonado”; al concluir aquella conferencia de prensa, quién escribe le comentó que el tema que circularía en medios sería el de esa frase, que eso iba a ser una lástima ya que la esencia del programa anunciado era muy buena. Días después coincidimos en un evento en el que me comentó: “¡Oye Negro, me echaste la sal, solamente se habló de eso!” Cito textual para dar una idea del médico que hasta ese momento era; a pesar de lo desafortunado de la frase no asomaba ningún carácter colérico, poco tolerante sí, más no violento.
EL MÁS RECIENTE
Ramos Alor es un tipo metido con su profesión (médico de vocación les dicen en mi pueblo); pero si algo lo está perdiendo en este momento es su carácter y el exceso de confianza en quienes lo rodean; se ha convertido en una garnacha que se calienta, aunque no sea para él la manteca.
Ambos factores se juntaron durante su pasada comparecencia, cuando el Secretario perdió la compostura y confrontó a quienes debería de entregar cuentas; peor aún, cayó en violencia de género contra una diputada, el resbalón fue evidente y grave.
El cuestionamiento más que molestarlo debería haberlo alertarlo, pues el exceso de confianza ha perdido a muchos que lo anteceden en la función pública.
No debe pensar el Secretario que diciéndole “fuchi” a la corrupción, todos sus subalternos pensarán igual que él ¡Aguas! Ya le tuvieron que corregir la plana en una ocasión en le descubrieron que se le había colado un personaje de dudosa honestidad.
El funcionario debe corregir en la medida de lo posible su dislate ante el Congreso, para hacerlo, es un paso obligado que reitere las disculpas a la diputada, en esta ocasión de manera oficial (el término “obligado” es literal, porque si no lo hace de mutuo propio, podrían sacar raja para obligarlo legalmente a hacerlo).
En estos momentos la relación entre el Gobierno y la oposición es institucional y bajo márgenes aceptables de respeto; esto a pesar de la aplicación de la ley sin distingos, que ha generado protestas de los Partidos y de los actores políticos, pero la comunicación sigue abierta.
Por eso desentona aún más el lenguaje violento de Alor, pues ni sus jefes lo utilizan. De ahí la importancia de que el funcionario reconozca su error y abone para que la relación institucional continúe estable; decir que abone no significa que la siga “regando”. Bueno, esa solamente es mi humilde opinión. Le recomendamos que se compre su traje de buzo, porque “en el fondo”, no es mala persona.