María Esther Mandujano García, una poeta de la arquitectura

Primera parte

Nacida en Villahermosa, Tabasco, en 1965, María Esther Mandujano García es una arquitecta especializada en restauración de edificios históricos, con una visión urbanista europea. Radicada en Xalapa desde adolescente, es pianista egresada de la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana, poeta con dos libros publicados y muchos otros en espera, nos permite a través de esta entrevista conocer su formación profesional, su trayectoria y su manera de pensar, después de trascender los límites territoriales y emocionales, motivada siempre por ser mejor.

Una vez que acepta de muy buena manera que la entreviste, me pide que conozca dos obras cuya restauración estuvo bajo su responsabilidad: la Galería Ramón Alva de la Canal, ubicada en Xalapeños Ilustres, y el Museo de la Música Veracruzana Casa Doña Falla, ubicado en Salvador Díaz Mirón, que fueron los lugares en donde se desarrolló la presente plática

pie

LA POETA EN LA Galería Ramón Alva de la Canal

Sergio Armin Vásquez Muñoz

Esther arquitectura, ¿cuál fue tu formación?

Soy arquitecta de profesión, egresada de la Universidad Veracruzana, con estudios posteriores de especialización en vivienda bioclimática, cuento con la Maestría en Restauración de Bienes Inmuebles, también en la UV; posteriormente realizo el doctorado en Patrimonio Histórico Inmueble en la Universidad de Granada, en España, donde viví un par de años, luego en Escocia, en la Escuela de Artes de Mackintosh, estudié arquitectura histórica y art decó, sobre todo buscando entender un poco cuáles eran los criterios de intervención en el mundo, cómo se abordaba el criterio de intervención, porque en su momento hay muchas corrientes, que era el momento para mí de profundizar en los estudios, y mi duda era ésa, cómo se afrontaba la intervención desde España, Alemania, Inglaterra, Francia, porque cada escuela tenía su propia visión, y mi interés de vivir esos años en Europa fue estudiar todos esos procesos de intervención.

¿Qué enseñanza es la que te deja tu estancia en Europa?

Lo grandioso para mí fue el cambio de visión, yo llego a estudiar allá sobre la restauración de edificios y me doy cuenta de que allá la visión es urbana, es decir que el edificio, como todos los edificios, forman parte de una gran danza, que es la ciudad, donde el edificio es parte de esa gran danza, entonces la ciudad y toda la visión de ciudad debe estar involucrada. Para mí es apasionante. Ahí es donde tengo un gran cambio en mi visión de intervención. En Inglaterra pasó algo que me impresionó y emocionó muchísimo, siempre cuento esta anécdota. Cuando llegué por primera vez a Londres, me paré en una de las plazas, veo que un edificio está empaquetado como si fuera regalo, un edifico enorme, histórico, victoriano, y tiene con letras gigantes un texto que dice “Nada es más importante que la historia inglesa”. Eso a mí me mueve totalmente. Me pregunto, ¿cómo hay lugares en donde valoran tanto sus vestigios? En México, desafortunadamente tenemos una Ley de Patrimonio de 1976, totalmente obsoleta, ¿cómo es posible que ni siquiera nos interesemos por actualizar nuestras leyes de intervención y protección al patrimonio? Ante nuestros ojos se está deshaciendo la riqueza, y ése es mi compromiso ético como profesional en la arquitectura. Agradezco a la vida cada vez que tengo la oportunidad de sumar con un granito de arena en pro del rescate de edificios, porque son tesoros que le pertenecen a las generaciones que vienen después. Así como dice el poema “Sembrando” de Marcos Rafael Blanco Belmonte: “Siembro robles, pinos y sicomoros, quiero llenar de frondas estas laderas, quiero que otros disfruten de los tesoros que darán estas plantas cuando yo muera”. Entonces mis nietos, mis bisnietos, mis tataranietos y los de todas las personas que coincidimos en este tiempo y en este espacio, tenemos el compromiso de preservar las joyas arquitectónicas, y en mi caso las que he tenido oportunidad de restaurar, que tienen una enseñanza en calidad constructiva, en belleza artística, porque muestran un lenguaje que nos dice cómo se usaba el espacio en sus diferentes épocas. Entonces para mí eso es la trascendencia de esta actividad, que forma parte del conjunto de cosas que yo hago, que son varias dentro de mi disciplina como arquitecta.

¿Te fuiste como arquitecta buscando el tema de la restauración y regresas con una visión urbanista?

Sí y desde dos vertientes para mí fundamentales: una, que adquiero en España, que es la integración del patrimonio histórico a la ciudad contemporánea, y la otra, que la adquiero en Glasgow, Escocia, porque ahí nace un arquitecto que revoluciona la arquitectura en el mundo cuando crea la arquitectura de paisaje. Glasgow es una gran ciudad industrial, en donde conviven directamente con la naturaleza muchas edificaciones de diferentes épocas históricas. Entonces, esas dos vertientes se vuelven para mí una pasión: la arquitectura histórica y la arquitectura de paisaje o la naturaleza como parte fundamental de la ciudad, que desde el ámbito de mi ejercicio profesional procuro ir integrando, porque participo afortunadamente también en la construcción de algunos programas de ordenamiento territorial y urbano, tanto a nivel municipal como regional. A mi regreso de Europa, más o menos en 2015, asumo este enfoque que me apasiona. Hay que mencionar que en ese entonces recibo la invitación a ser subdirectora de la Dirección General de Ordenamiento Urbano y Territorial a nivel Estatal, después tengo un paso breve como directora en esa misma dependencia, posteriormente soy gerente del área de Vivienda y Suelo Urbano en el Instituto Veracruzano de la Vivienda, en donde tengo la fortuna de seguir aprendiendo, porque una cosa es soñar y otra es darte de topes con la realidad. Entonces ya con mis estudios en Europa y con mi experiencia institucional en el Gobierno del Estado de Veracruz, pues me llevan a tener una visión interesante y trato por supuesto de aportar lo que me sea posible; no es fácil, hay que ir modificando cosas y actitudes, pero soy optimista, voy poco a poco, tenemos que tomarnos de la mano, pero cada que logro cambiar algo me siento feliz.

¿Cuáles son las obras que has restaurado que consideras más importantes en tu carrera?

Son cinco para mí las más trascendentes en mi ejercicio profesional. Primero, hace 31 años, restauré lo que fue la primera sede de la Orquesta Sinfónica de Xalapa, ubicada en Sebastián Camacho, que hoy alberga a la Universidad Veracruzana Intercultural. En ese momento, el rector es Emilio Gidi Villareal, quien me compra la idea de restaurar edificios históricos de la Universidad Veracruzana. Después restauro el Instituto de Investigaciones Históricas, ubicada en Diego Leño y Bremont. Más tarde, hago la remodelación del centro de mantenimiento de locomotoras, es decir los talleres de Ferrocarriles Nacionales, que antes administraba el gobierno federal y actualmente pertenece a una empresa privada transnacional. Fue un proyecto magnífico, porque ahí hay una arquitectura industrial extraordinaria, hecha por ingleses: cinco mil metros cuadrados de cubierta para el mantenimiento de locomotoras, yo hago toda la ampliación del perímetro para hacer procesos industriales. Es una edificación muy interesante, que data de 1954. Posteriormente, varios años después, con la doctora Sara Ladrón de Guevara como rectora de la Universidad, es cuando restauro la galería Ramón Alva de la Canal, ubicada en Xalapeños Ilustres 86, en la Zona Centro de Xalapa. Y recientemente me toca restaurar lo que es actualmente el Museo de la Música Veracruzana “Casa Doña Falla”.