Programas de Bienestar Ninis

  • Jóvenes Construyendo el Futuro, ni funciona ni opera.
  • Cuesta al país más de cien mil millones de pesos.
  • Transparentar la información de los y las beneficiadas.

Por MIGUEL ÁNGEL CRISTIANI GONZÁLEZ

Uno de los programas insignia de los llamados de Bienestar del gobierno federal, es el de los Jóvenes Construyendo el Futuro, que se supone debe de apoyar a los ya casi olvidados Ninis –aquellos que ni estudian ni trabajan– a los que ahora en la Cuarta T se les iba a pagar para trabajar y aprender alguna actividad en las empresas. Pues resulta que ese dichoso programa Ni funciona Ni apoya a quienes debiera.

El programa ‘Jóvenes lalalá…’ que en su máxima expresión costará al país más de cien mil millones de pesos (2.3 millones de jóvenes), está teniendo una efectividad que, en el mejor de los casos ronda entre 4 y 5 por ciento. Todavía no se evalúa si el programa está ayudando más a los más pobres, o a los menos, como muchos otros ‘programas sociales’ que México utilizó antes de 1997.

En una investigación de la asociación civil Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad dada a conocer el año pasado, antes del inicio de la pandemia del coronavirus que vino a paralizar todas las actividades empresariales, se reveló que solo el 4% de los jóvenes del programa son localizables o existen, es decir, que la mayoría son fantasmas, pero que supuestamente están cobrando, ¿o a donde van a parar esos miles de millones de pesos?

De hecho, aquí en el Estado de Veracruz el programa se encuentra en suspenso, por no decir detenido, desde antes de la pandemia ya no se registran más empresas en la página oficial y mucho menos se continúa con el registro de jóvenes.

Como todos los llamados Programas de Bienestar los datos y padrones de beneficiados se manejan con absoluta opacidad, no existe la bendita transparencia informativa y sólo se proporcionan cifras alegres.

En la investigación de Mexicanos Contra la Corrupción se revelaron algunos aspectos muy impactantes, como que los datos del programa –al menos en la Ciudad de México– son sospechosamente lineales: el mismo número de personas, con las mismas edades y estudios, se inscriben semana a semana.

De acuerdo con los datos del programa, hay 6 mil 469 centros de trabajo que están registrados y reciben becarios. MCCI revisó 5 mil 439 de ellos. Para evitar suspicacias, muchos más de los que estadísticamente bastarían. De entre ellos, 2 mil 881 no pueden ser identificados, porque lo que tiene registrado el programa es simplemente una palabra: “dulcería”, “regalos”, “taller mecánico”, y la alcaldía en la que se encuentran.

Un siguiente grupo de 843 ‘centros de trabajo’ son personas físicas con exactamente el mismo problema, no se pueden encontrar, porque sólo se tiene el nombre, sin apellidos: “Arturo”, “Mauricio”, “Jorge”.

El siguiente grupo es de empresas que podrían ser identificadas, pero no se encuentran en la dirección reportada, y se trata de 646 centros de trabajo. Dos grupos más, uno con 140 empresas que están en el padrón, pero dicen que no se inscribieron al programa, y otro con 166 empresas que no quisieron dar información al MCCI.

Esto significa que de los 5 mil 439 centros de trabajo investigados, sólo 763, el 14 por ciento, realmente existe, es identificable y respondió. Pero 214 de ellos dicen que nunca han recibido becarios, 136 que sí los recibió, pero ya no los tiene, y eso deja tan sólo 413 que existen, son identificables, respondieron y sí tienen becarios. Es el 7.6 por ciento de los centros de trabajo.

En esos centros de trabajo había mil 923 becarios, 22 por ciento de los cuales no iba regularmente a trabajar, y de hecho no fueron cuando se hizo la investigación. El programa ‘Jóvenes…’ reporta que en la Ciudad de México hay 42 mil 159. En realidad, sólo existe el 4.6 por ciento, pero se presentan a trabajar 3.6 por ciento.

Esos 42 mil 159 jóvenes que supuestamente están registrados implican un gasto anual de 2 mil 100 millones de pesos, que no es poco dinero. Sin embargo, con esta información podemos asegurar que 95 por ciento de ese dinero no está cumpliendo su fin. Puede ser que le llegue a alguien, puede ser que no, pero no está permitiendo que los jóvenes que no estudiaban ni trabajaban puedan aprovechar ese año de financiamiento para prepararse para el futuro. Visto de esa manera, nos está costando casi un millón de pesos por cada joven que fue ubicado.

Ahora bien, MCCI también documenta una serie de anomalías: ausentismo, abuso de los centros de trabajo (asignan becarios a actividades no registradas), retención del dinero, contratación de familiares, y concluyen que, de manera general, es sólo en las grandes empresas donde los jóvenes sí tienen experiencias positivas.

Por todo lo anterior, resulta muy interesante la iniciativa de reformas a la ley que presentó este jueves en el Congreso del Estado de Veracruz, la bancada de diputados y diputadas de Acción Nacional, precisamente para prohibir expresamente el uso de programas sociales con fines político electorales o propagandísticos, pero como diría la Nana Goya, esa es otra historia que merece contarse con mayor detalle.

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