NEGRITA O PRIETITA

Raúl Silva

Ansina le decíanos a la malora,

era trigueña di cuerpo y alma.

Naiden qui tuviera una poca de razón, se li podía poner al tiro.

Era bragada como ella sola.

La partera qui la trujo al mundo dicía qui salió pataliando como una mula bruta.

Cuando era una iscuintla

jugaba con puros chiquillos mugrosos como ella,

a veces si agarraba a las  trompadas con los más juertis y lis sacaba el mole di las naricis, cuando la querían hacer taruga.

Era güena pa los moquetis a puño limpio.

Cuando creció la malas lenguas dicían qui era machorra. A las viejas chismosas lis mentaba la madri reti juerte a grito pelón. Pero la mayoría dil pueblo la queríanos reti harto.

El hijo di un hacendao qui li andaba haciendo la ronda,

un día li dijo un piropo muncho muy fiero y a la Negra no li gustó il atrevimiento porque le dijo el malvao:

–Yegüita prieta, ya llegará el día en que te monte y te dome.

La Negra lo voltió a ver con los ojos encendidos di coraji y se le saltaban las venas di la frenti y se li dejó ir hasta donde estaba il hacendao y di un jalón di las chaparreras lo tumbó dil penco y cuando ‘taba en la tierra tirao li dijo:

–Mira güerito solamero,

ala qui vas a montar es tu chingada madri. Y a mí naiden mi habla ansina y ‘tovía no naci il güey qui ha di domarme

Si había rejuntao muncha genti y empezaron a  reíse dil hijo dil hacendao

qui todo enlodao si monto en su alazán y se jue a galope todo humillao.

La Negrita va en una caja blanca rumbo al camposanto, en la nochi la jallaron in una barranca, muerta di un machetazo.

Metieron al bote encarcelao al caporal dil patrón di la hacienda porqui dijo la autoridá qui él jué quen la mató.

Unos alcatraces blancos y unas bugambilias coloradas ‘tan colocadas en unos botes de hojalata. Allí mero en il pantión, llora todo el pueblo a la dijunta Prietita.