ARMANDO MÉNDEZ DE LA LUZ, EX ALCALDE QUE PODRÍA REPETIR

60 SEGUNDOS

RAUL GONZALEZ RIVERA

ARMANDO MÉNDEZ DE LA LUZ, EX ALCALDE QUE PODRÍA REPETIR

Movimiento Ciudadano, bien podría abanderar en una nueva aventura política al LAE Armando Méndez de la Luz, uno de los alcaldes que pudiera repetir en un futuro próximo, como candidato a la curul federal, por el distrito de Xalapa.

                El personaje, es especialista en materia   de administración de empresas, por parte de la Universidad Veracruzana y el Instituto tecnológico de Monterrey.

                Ex diputado local, ex diputado federal y ex senador de la república, fue también alcalde de la ciudad capital, y en su trienio limpió a la ciudad de ambulantes y de bares y cantinas y sometió a los giros negros, entre éstos los leoneros, a suspender actividades diariamente al filo de la primera hora de la madrugada.

                Armando Méndez, fue colaborador del régimen del gobernador Fernando Gutiérrez Barrios, y más tarde, se incorporaría al equipo de trabajo del gobernador Dante Delgado Rannauro, quien iniciaría una carrera en la oposición al PRI, que culminaría con la fundación del partido Movimiento Ciudadano.

                Cuando encabezó la comuna municipal de Xalapa, Méndez de la Luz, además de atender la exigente necesidad de ver por las obras de corte material, emprendió una primera lucha por limpiar el ambulantaje de las principales calles de la ciudad y de establecer la llamada Hora Méndez, que aplicaría a los miles de bares y lenocinios, que para aquellos años, ya asumía una importante carta de presentación, sobre todo en las colonias populares de la ciudad.

                Entonces el centro histórico estaba a salvo de los bares y antros, que hasta antes de registrarse la pandemia, operaban hasta por espacio de 16 horas continuas.

                Los xalapeños, supieron reconocer la acometida del alcalde Méndez de la Luz, cuando en toda la municipalidad local, habían proliferado los giros negros, cuyas actividades las desempeñaban prácticamente las 24 horas del día. El consumo de bebidas embriagantes en la otrora Atenas veracruzana, le hicieron ganar galardones de primeros lugares en el concierto de los vicios y adicciones en la entidad, inclusive.

                Dado que se avecina el relevo de diputados federales en todo el país, y debido al silencio que guardan los partidos políticos y a que en resumen, la ciudadanía impone mucho más valor y prestancia a los hombres y no a los membretes partidarios, un xalapeño distinguido, bien sería Méndez de la Luz, apellido de cepa en los círculos de la cultura, la educación y las exitosas medidas dictadas en su gestión como alcalde a los capitalinos particularmente.

                Inclusive, junto  con  Movimiento Ciudadano podrían aliarse otros partidarios de la izquierda, que sigue sin ver claro el papel que pueden jugar en los comicios electorales del 2020 los llamados partidos de ideología de izquierda y de algunos más que andan por allí desangelados, porque  nadie pareciera interesarse en el terreno de los priistas y perredistas, por levantar algo de lo que queda de los desechos de lo que fueron sus partidos políticos, luego de la  terrible derrota electoral que les  infligiera el actual presidente de México Andrés Manuel López Obrador.

                Es cierto, que a Veracruz lo acompañó una historia increíble de supuestos valores políticos sobre todo a partir de que se produjera el movimiento estudiantil del 68, generando o dejando una huella en el estudiantado universitario y normalista, sobre todo, de concientización y clara disposición para ver por los pobres y los desheredados de todo.

                Sin embargo, en una gran cantidad de aquellos pudo más la soberbia y la obtención fácil del dinero público, dando al traste finalmente con la camada de jóvenes políticos y que ahora, pareciera no encontrarse tan accesiblemente. No hay líderes auténticos ni servidores con vocación para hacer el bien, en la escucha siquiera a una sociedad insatisfecha en forma creciente. Al tiempo.

LA PREGUNTA: ¿QUÉ HACEN TANTOS JÓVENES DROGADOS EN LAS CALLES?

                No lo va a usted creer fácilmente, si está en auto-confinamiento en su casa atendiendo a las recomendaciones del sector salud, que le pide que no salga, porque puede contagiarse y evitarse además otros males, como ser atracado por malvivientes, o exponerse a sufrir un accidente vial, cuando en este país, los adultos mayores enfrentan más repudio que reconocimiento a la posibilidad de no pocos de contar felizmente con juventud acumulada.

                Sin embargo, desde hace una o dos décadas, el siquiatra veracruzano Rafael Velasco Fernández, ex rector de la Universidad Veracruzana y ex subsecretario de educación superior en la SEP alertaba ya sobre una impresionante suma de jóvenes dedicados al consumo de las drogas enervantes y por supuesto de los licores.

                En los parques públicos, la calle y los bajos de edificios públicos y de particulares, la fila de adictos llamaba poderosamente la atención del estudioso de la siquiatría, porque al hospital de neumología, como antiguamente se conocía al nosocomio que opera en las faldas del cerro de Macuitépetl, llegaba continuamente uno, dos, tres o más de los muchachos desesperados porque consumir estupefacientes, los estaba dejando locos.

                Empero, el problema continúa siendo la piedra en el zapato, seguramente para el sector salud.

                Es decir, que el problema no es nuevo y tampoco para levantar en armas a los cuerpos de seguridad pública y que acometan deteniendo y llevando a prisión a los muchachos, que debido a su debilidad mental y un carácter endeble, incurran en el consumo de las bebidas embriagantes y las drogas, como puede apreciarse sin ser pruritos en la materia, todos los días en nuestras calles.

                El saldo en esta asignatura llama necesariamente a la preocupación, ni duda, porque se cuenta ahora que existen programas y beneficios que deben estar recibiendo los jóvenes consistentes en apoyos monetarios y becas y en actividades laborales, en las cuales supuestamente son empleados y perciben un apoyo en metálico, por recibir cursos de capacitación.

                Al respecto, hay quienes preguntan en dónde están, porque no se avistan tan fácilmente. Y la delincuencia, como puede apreciarse no disminuye sus porcentajes.

                Lamentablemente, muchos preguntan en dónde se encuentran estos centros de ocupación laboral y de aprendizaje, porque existen colonias en la ciudad, 40 cuando menos, a las cuales un ciudadano común, es imposible que pueda recorrerlas, porque se expone necesariamente a sufrir el ataque de un grupo pandilleril, armado de supuesto valor, como es de entenderse debido a que son jóvenes objetivamente adictos y sin ninguna esperanza en poder recuperarse.

                A no pocos de estos últimos y que son desertores de la escuela secundaria y el bachillerato, algún personaje de la academia en la CDMX les asignó el mote de los “ninis”, son jóvenes quienes ni estudian ni trabajan. Esperemos.

LA FACULTAD DE PERIODISMO DE UV, PRIMERA EN LA PROVINCIA NACIONAL

                Para quienes ya rebasan el medio siglo de ejercer el periodismo y egresaron de las aulas de la entonces facultad de periodismo dependiente de la Universidad Veracruzana, encierra un tinte de orgullo, porque sus egresados han correspondido con creces a las clases que sus notables académicos les impartieran acerca de un ejercicio repleto de ideales y riquezas en el conocimiento de la gran sociedad veracruzana.

                Particularmente, la generación 66-69, habría de distinguirse porque de la enseñanza en las aulas, habrían de surgir excelentes plumas y escribidores de noticias, ansiosos todos por ganar la de ocho columnas para sus periódicos, sin importar fatiga, gastar las suelas de sus zapatos, por largas caminatas y recorridos por el ex primer puerto de México y el resto del estado y el país.

                El periodismo al que acudieron en aulas para asimilarlo, una camada de jóvenes ilusionados porque asistían a prepararse en una carrera que no era ni fue reconocida hasta la fecha como profesión, pero que de cuyo oficio, los egresados de aquella histórica generación, que todo lo cuestionaba y adelantaba a saber los entuertos de un ejercicio, que si en aquellos ayeres nos hubieran dicho que sería, seguramente algunos habrían abrazado otros derroteros.

                De qué viven los periodistas, cuestionaban los alumnos de Periodismo. Y con vehemencia, se escuchaba a los académicos hacer las explicaciones de rigor. Todos eran respetables y respetuosos. En primer orden, el maestro Alfonso Valencia Ríos, personaje que sigue presente seguramente en cada uno de los profesionales que supieron de su sapiencia y condición humana.

                Ninguno, seguramente de sus alumnos, podrá olvidar las horas de clase de los maestros Francisco Gutiérrez y González y Antonio Salazar Páez. Ambos, antes que estudiar periodismo ya ejercían como docentes de la escuela primaria, pues habían egresado de la gloriosa Escuela Normal Veracruzana.

                Quien podría olvidar las lecciones Jesús González Barrandey, en la asignatura de tipografía; Barbarita Ebrard, maestra de inglés, el maestro Manuel Fuentes impartió moralética y Avelino Muñiz García, único abogado, en la plantilla de académicos, impartió Derecho Internacional Público, cuando México iniciaba de hecho el fortalecimiento de sus relaciones diplomáticas con el resto del mundo. Y el doctor Diódoro Cobo, especialista en siquiatría y filosofía, un sabio en la impartición de psicología.

                Distinguida entre los distinguidos, seguramente, la inolvidable maestra Sofía de Esponda, especialista en la enseñanza de la taquigrafía y mecanografía, ya que lejos estaba todavía la llegada de la computadora.

                Por supuesto que a  generaciones de periodistas  universitarios, atraía sobremanera el olor a la tinta y el papel, borrados para siempre con las modernas herramientas, que tal vez, por ello, en los periodistas  haya dejado de  registrarse en mucho el amor a la camiseta, donde se ejerce el oficio y que  en días como éstos, seguramente tampoco ninguno de los ilustres profesores del siglo pasado, habrían siquiera sospechado que vendría como parte de la enseñanza de un oficio universitario, que por convicción y vocación, pudieron forjar a las nuevas generaciones de tunde-teclas, se decía. Es todo.