EL OFICIO PERIODÍSTICO, DE ALTO RIESGO EN MÉXICO

60 SEGUNDOS

RAUL GONZALEZ RIVERA

EL OFICIO PERIODÍSTICO, DE ALTO RIESGO EN MÉXICO

                Cuando  anteayer se escuchó decir a una periodista que el régimen debe dar protección a luchadores sociales, activistas y periodistas, quedó en claro que cualquiera de estas tres actividades son de alto riesgo en un país que eligió la democracia como sistema de vida pública una vez concluida la revolución armada de 1910.

Las desapariciones, los asesinatos es una constante que alcanzó sobre todo a un gremio, que en algún momento algunos creyeron que en la prensa representaban el cuarto poder.

                Por supuesto,  que esto último es lo más incierto de cuanto se pueda dudar de un oficio, que no es profesión al menos en este país y que los auténticos  comunicadores, periodistas y reporteros lo saben bien, porque  su oficio se realiza más por vocación, ya que honestamente ninguno se hace rico, tampoco es influyente y menos que ostente un poder inexistente.

                Advertían los respetados y respetables maestros Alfonso Valencia Ríos, Francisco Gutiérrez y González, como el maestro Antonio Salazar Páez que el ejercicio periodístico reclamaba de sus actores principales dar un espacio a quienes no tenían acceso a las páginas de un diario, un programa televisivo o un noticiario en la radio.

                Reiterativamente se decía en clases allá en la antigua facultad de periodismo, que había escribir con sencillez, claridad e imparcialidad, así como también que de la objetividad de la noticia llevada al público, estaba la expectativa de forjar la opinión pública y conquistar el valor más preciado de un escribidor de páginas periodísticas, la credibilidad.

                Por supuesto, que bajo ese esquema se forjaron valiosas plumas, las cuales se han distinguido escribiendo sobre todo en medios impresos de todos los rumbos del país.

                El periodista auténtico jamás aspirará a tener ningún reconocimiento, que tener la libertad para jugar el papel que históricamente le corresponda, en la presentación de las noticias, como ocurrió cuando en el país circularon extraordinarias ediciones, que eran inclusive obligadas en su lectura para los alumnos de la escuela primaria.

 Entonces se decía que el periódico estaba bien escrito, sin faltas de ortografía, una armazón cuidando las reglas gramaticales esenciales y que el público asiduo a la lectura, pudiera enriquecer su acervo cultural.

                Este cometido, quizá se encuentre en un serio predicamento, pero corresponde a los capitanes de los medios, asumir el papel protagónico en un momento de crisis de todo, incluida la desconfianza que el público lector tiene para con los periódicos y revistas, que circulan en este país, porque de otra suerte no se entendería la baja en el tiraje de sus ediciones y la disminución de sus lectores.

                Fenómeno, que no es exclusivo que ocurra en la Nación azteca, sino también allende las fronteras, en donde los adversarios principales de los rotativos son los políticos y por ende, la gente o el común ciudadano, que dejó de leer a raíz de aparecer las llamadas redes sociales.

Aunque, claro está que estas últimas, se encuentran en un tris de ganar la confianza pública o perderla, porque suelen ser engañosas, muchas veces difunden falsas noticias y son diametralmente opuestas a las crónicas y reportajes que  difunden firmas periodísticas de gran respeto en el México convulso de estos días.

Y todo esto, porque a diferencia del mundo desarrollado e inclusive países latinoamericanos, en México, el periodismo es un oficio mal pagado y no una profesión, y  que además no exige título ni  una cédula profesional para practicarlo. Esperemos.

EN EL SEXENIO DE RHO, PRIMER DIPUTADO DE OPOSICIÓN AL PRI

Cuando vino don Rafael Hernández Ochoa de gobernador de Veracruz, pocos o solamente sus paisanos de la región de Martínez de la Torre lo conocían,

Un verdadero trabuco de la política a la mexicana de aquellos ayeres, don Arturo Llorente González quedaría a la deriva, en la búsqueda de la candidatura del uni-partido tricolor, que lo trajera de gobernador, lo cual, si en política hubiera una lógica, el ex alcalde porteño tendría que haber sido mandatario estatal en aquella ocasión.

Así que ya convertido en candidato y luego en  mandatario de la nave veracruzana, don Rafael, un político probado sin duda como tal, primeramente acercaría a su entorno, a los jóvenes grillos de la  época, sin importar que fueran avariciosos, perversos o tuvieran como meta su enriquecimiento personal a costa de realizarse en la política, lo que una mayoría de aquellos noveles sin vocación ni ideología definida jugaron al político y lo consiguieron.

El régimen de Hernández Ochoa, entonces asestaba un primer golpe que en el campo de la publicidad le redituaría excelentes dividendos. La sociedad, acostumbrada a ver desfilar  a los  carroñeros políticos del pasado, para aquellos días, avistó con buenos ojos que los valores  juveniles-rezaba la propaganda- asumirían al lado del gobernante, los principales puestos  públicos.

Por supuesto que con el correr de los años, provocarían estos mismos personajes en la conciencia popular el hastío, agobio y rechazo a que esa nueva clase política, se pudiera eternizar en las chambas institucionales. El rezago de Veracruz, a la postre resultó tremendista y es la hora, en que no pocas de sus áreas de producción y desarrollo, continúan bajo el sello de aquellos malvados.

Empero, volviendo a don Rafael, quizá consideró que era el momento de abrir las compuertas del trabajo público a  los jóvenes que en un 90 por ciento le acompañarían en su sexenio.

El segundo golpe, afortunado para el régimen priista, partido único en el poder hasta entonces, se produjo cuando  el gobernador tras de señalar al reportero que esto escribe, que en su caso, representaba y respetaba a todas las corrientes políticas, incluidas aquellas que comenzaron a aparecer, con partidos distintos, como ocurrió con el caso de don Rubén Efraín López González, un modesto comerciante, quien sería el primer diputado local, abanderado por el PAN.

Hernández Ochoa recibiría al legislador con muy buen talante y,  sentenciaría ante los ojos desorbitados de los supuestos priistas convencidos, que como gobernador tenía que hablar con todos y en el ejemplo impuesto por un diputado de oposición al PRI, le extendería su diestra, aduciendo que como mandatario estatal, representaba a todos los veracruzanos por igual.

 Esta es la democracia, subrayaría, ante la presencia del legislador albiazul y comerciante de baratijas, desde un modesto local que ostentaba como tal, sobre la calle de doctor Lucio.

CONSUMIDORES ATRACADOS POR MALOS COMERCIANTES, EXTRAÑAN A LA PROFECO

Históricamente los vecinos de la ciudad, estaban acostumbrados que ante las embestidas de los hambreadores del comercio, podían acudir a las oficinas centrales de la Profeco, que por largos años despacharon en esta ciudad, pero que desde que se fueron, el viacrucis que deben cubrir las víctimas del comercio abusivo, quedaron en el total despoblado.

En las que fueran oficinas de la procuraduría de defensa al consumidor, allí en la calle de Hidalgo, las quejas de consumidores y usuarios de servicios al público, quedó escrita una importante página en la defensa de los consumidores.

 Sin embargo, ahora  se eleva una gran cantidad de quejas, que no pueden hacer llegar a la instancia mencionada, porque cerraron puertas y nadie sabe a ciencia cierta, hacia donde fueron trasladadas o si el cierre de puertas es definitivo.

Ex empleadas de  sus oficinas centrales, en Xalapa, aseguran que un día  arribaron algunos personajes que se dijeron representantes de la procuraduría en cuestión, y  anunciaron que ya no prestaría servicios a los consumidores, que se irían de Xalapa y  su desmantelamiento se inició con la salida en automático de su  entonces delegado estatal.

El problema que afrontan los usuarios de servicios  que prestan las distintas siglas burocráticas, según reza una emisión hecha  circular en la internet, comienza con la cita de un par de teléfonos 229 100 39 39 y 800 468 87 22, los cuales difícilmente quedan libres para responder a las llamadas ciudadanas.

 Si  alguien  al otro lado del auricular, desde el sillón oficial capta esa  llamada que busca un espacio para presentar su  queja ante servidores públicos, una voz grabada en un disco, argumenta generalmente, que en ese momento no puede contestar ninguno, e insta al solicitante de atención, que lo intente más tarde.

Los prestadores de servicios y ventas a consumidores, lo saben, a tal grado, que suelen muchos de ellos ofrecer  pésimos servicios, una atención  deplorable y productos en pésimas condiciones, empero, cuando los quejosos le  anuncian al abusivo comerciante que acudirá a oficinas de la Profeco, aquellos se solazan, diciendo que  no lo van a conseguir, porque ya no hay oficinas abiertas en la ciudad.

El común de consumidores, asegura que  algunas voces les han dicho que las oficinas de la Profeco fueron trasladadas al puerto de Veracruz y otros señalan, que no, que fueron reubicadas en la vecina entidad de Puebla de los ángeles.

Bajo esta  circunstancia, son muchos los giros comerciales, que en franco abuso contra usuarios de sus servicios, faltan a la publicidad  y la propaganda, con que se proponen alzarse como paladines de la atención al público, verbigracia, la falta de medicamentos en las farmacias de los súper mercados.

Las  fallas en que incurren lavanderías y tintorerías, al negarse a pagar daños causados en prendas confiadas a aquellas para su lavado y planchado, así como cafeterías, restaurantes y otros establecimientos que alteran precios, ocultan otros y anuncian ofertas que jamás cumplen. Es todo.