El espacio poético de Ely Núñez

Luis Quintanilla del Valle (París, 1900- ¿? 1980) fue un diplomático, escritor y docente mexicano.

LUIS QUINTANILLA DEL VALLE, también conocido por el seudónimo de Kyn Taniya, nació el 22 de noviembre de 1900, en París (Francia); y falleció el 16 de marzo de 1980. Fue un destacado diplomático, escritor, docente y poeta.

Luis Quintanilla estudió en la Sorbona de París y en la Johns Hopkins University de Baltimore, licenciándose en Letras y doctorándose en Filosofía y Ciencia Política.

Como docente, Luis Quintanilla del Valle ejerció en universidades de los Estados Unidos de América, como la George Washington, Cambridge, Harvard. En México, fue profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Como diplomático, Luis Quintanilla del Valle llegó, en 1921, a tercer secretario en Washington del servicio diplomático, y de ahí fue destinado a la Ciudad de Guatemala, a Río de Janeiro y a París. En 1939, ejerció de ministro consejero y encargado de negocios en Washington. De 1942 a 1945, fue embajador en la URSS, y de Colombia en 1945; ese mismo año también fue delegado en la Conferencia Internacional de la Paz, en San Francisco. Destaca su labor realizada durante el periodo de 1945 a 1958, como representante ante las Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos (OEA), llegando a presidente del Consejo de 1949 a 1950.

Como literato, Luis Quintanilla perteneció al Movimiento Estridentista. Publicó dos obras de poesía: Avión y Radio. En la primera novela realizó un compendio temático sobre la guerra, la naturaleza, la insensatez del mundo moderno, las emociones del poeta, el amor sensual, y el color y las costumbres de México. Su segundo libro de poesía, Radio, mediante una utilización léxica propia de la ciencia, trató al hombre desde una dimensión cósmica.

Luis Quintanilla del Valle también dirigió El Teatro del Murciélago, basándose en el “Chauve Souris” ruso, pero concibiendo un género nuevo que manifestaba la esencia de México, a través del canto, la música, la danza, la pantomima y la pintura. Aquí se mostraron obras como Juego de los viejitos, Mañanitas, Danza de los moros, Fifís, Aparador, Camiones, Piñatas, Alameda de Santa María, Sones y El cántaro roto.

Se le recuerda también por sus colaboraciones en el diario Novedades, de 1964 a 1980, y por dirigir el Instituto Nacional de la Vivienda, de 1958 a 1964.

TODA ELLA

A Berta Singerman

Ojos.

Ojos en éxtasis, turbios y embriagantes como ajenjo,

el ajenjo volátil de su verde túnica de humo.

Alma.

Alma quintaescenciada que perfuma y refresca los cuerpos,

los cuerpos regados por su titilante rocío espiritual.

Boca.

Boca entreabierta y trémula que dice frases etéreas,

frases con alas de oro, de plata y de cristal.

Cuerpo.

Cuerpo sonoro, vibrante todo como débil antena lujuriosa,

como débil antena que sacuden los espasmos del mensaje.

Manos.

Manos afiladas y lívidas, como largas uñas encendidas,

uñas que se agitan como pétalos de rosa.

Brazos.

Brazos castos y desnudos que se alargan y pierden,

que se alargan y pierden como sombras y suspiros.

Frente.

Frente amplia, límpida, luminosa y placida,

plácida como mármol helado de las tumbas.

Toda ella

es carne.

Carne castigada.

Carne que canta y gime.

Carne enferma de espíritu.

Carne alucinada.

TODA ELLA

es alma.

Alma cósmica.

Alma musical.

Alma que calienta e ilumina.

Alma fluida que se escurre de los dedos de la mano,

y no deja más huella que una frágil estela

vertical.