Gobernar para todos, sin ofender al prójimo

Gobernar para todos, sin ofender al prójimo

Reynaldo Escobar

Fiel a su estilo, el presidente López Obrador ha señalado a los críticos que en medios de comunicación han insistido en los errores y falta de atención profesional para acabar con la pandemia del Covid 19, llamándoles “canallas” y “oportunistas”, porque según su criterio, sólo han pretendido sacar raja política del número de muertos ocurridos en México, desde que apareció el coronavirus hasta la fecha.

Lo mismo dijo el presidente Andrés Manuel, al referirse al accidente ocurrido semanas atrás en la Línea 12 del Metro capitalino, para tratar de callar a quienes criticaron la falta de mantenimiento y la desatención al medio de transporte más importante de la CdMx.

Ahora el presidente les llama “canallas” y “traidores” a los que votaron por las fórmulas propuestas en contra de los candidatos de Morena e hicieron posible el triunfo en 9 municipalidades, dejando solo 7 en poder de sus correligionarios, con lo que la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum sufre un descalabro en sus aspiraciones presidenciales.

Renglón aparte merecen los calificativos de “clasemedieros” y “aspiracionistas”, como ha bautizado López Obrador a quienes votaron en contra de los diputados abanderados por Morena, porque de tajo le quitaron la mayoría calificada que necesitaba para modificar la Constitución, ampliar el periodo de su gobierno o derogar la “no reelección”.

Pareciera que el presidente de México, a casi tres años de haber protestado “cumplir y hacer cumplir” la Constitución Política federal, se le ha olvidado el artículo primero de dicha ley, que establece la protección de los derechos humanos y garantiza la no discriminación de los connacionales, lo que se traduce en un respeto absoluto a todos los habitantes de la nación.

Gobernar para todos es la premisa fundamental de un demócrata que alcanza la titularidad de cualquier gobierno, y si él no reprime sus emociones, sus más cercanos colaboradores deberían recomendarle abstenerse de denostar y discriminar a quienes disciernen de su política y forma de gobernar.

Fortaleciendo la democracia se evitará el autoritarismo

Afirma el presidente Andrés Manuel López Obrador que los votos que le faltaron a sus candidatos, abanderados por el partido Morena en la reciente elección, provienen de los que forman la clase media y a quienes despectivamente llama “aspiracionistas”, por el pecado que han cometido a juicio del inquilino de Palacio Nacional todos aquellos mexicanos que luchan cotidianamente por mejorar sus condiciones de vida, a pesar de las dificultades que hoy se padecen desde que entró en funciones el gobierno de la 4T.

Repensar la política para reinventar el Estado, es una recomendación de quien fuera presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, con sede en Washington, Enrique V. Iglesias, para superar situaciones de crisis como la que hoy vive México, ante una desilusión y desesperanza de quienes con su voto, en el año 2018, encumbraron a AMLO, llevándolo a la presidencia de este país por la credibilidad que poseía y ahora ha caído en un despeñadero por las promesas incumplidas, que en los próximos tres años no podrá concretar el líder tabasqueño.

Si se atiende la recomendación de V. Iglesias, nadie puede negar que la urgencia por cambios políticos, económicos y sociales no puede esperar y que la única manera de “reinventar al Estado” es eligiendo un nuevo gobierno, que se someta a su función gubernativa, al contenido y alcance de la Constitución Política que nos rige desde 1917.

Basta con revisar el artículo 4º constitucional para darnos cuenta de que aún con las deficiencias marcadas y reconocidas de gobiernos pasados, “estábamos mejor cuando estábamos peor”.

Después de la elección de Estado que intentaron el partido oficial y el círculo de allegados al titular del Poder Ejecutivo federal, toparon con el despertar de los opositores que negaron el voto para impedir que el número de diputados federales sometidos al capricho presidencial, fuera tan amplio que le permitiera reformas constitucionales a su antojo, sometiendo a los tres poderes de la Unión a su voluntad única dictatorial.

De los “aspiracionistas” y de muchos millones más de inconformes con los atropellos gubernamentales que han impuesto la división y confrontación entre conservadores y liberales, dependerá la sucesión presidencial en el 2024.