JUANGA, el inolvidable

Efraín Rojas Bruschetta

“…yo canto la diferencia que hay de lo cierto a lo falso,

de lo contrario no canto”

Violeta Parra

Respeto a los muertos tanto como a los vivos. Mucho, porque toda persona, hasta la peor, merece respeto. Empero, el respeto no está reñido con la crítica. No creo en el lugar común que con justo sarcasmo repetía Brel, glosado por Favero y Guevara (Nacha), de que “los muertos son todos buenos tipos”.

Aclaro que este artículo estaba pensado hace un mes (antes del 28 de agosto, vaya), tras el trauma de conocer la horrible canción que Juan Gabriel “dedicó a Puebla” con el innegable respaldo del Góber Bala y su delirio faraónico. Otras prioridades difirieron la redacción, cosa que preciso para evitar la impresión de hacer leña del árbol caído. No es oportunismo lo que anima estas letras: oportunismo sería sumarse a las alabanzas que se disparan hoy por todas partes, hasta de quien se podía esperar más lucidez.

La breve investigación hecha para escribir esto me llevó de la carcajada a la indignación, a la náusea, a la incredulidad, y finalmente a la profunda tristeza por nuestro país que, azotado por tanta ignominia, rinde culto a un lamentable cómplice del poder. Una ignominia más…

Intrascendentes ya la dudosa calidad musical y literaria del compositor fallecido, su deleznable sentido ético y estético, o el asunto de su llevada y traída homosexualidad, absolutamente respetable como opción personal, y lamentablemente nunca asumida con claridad por él, muy distante del valor referencial de figuras como Horacio Franco, entre otros. Si la comunidad gayreivindicaaJuanga al respecto sería tan equívoco como que l@s feministas reivindiquemos a personajes tan lamentables como Thatcher o Meir.

Vergonzosoel chabacano oportunismo de la clase política, nacional y mundial, incluido el inefable Peje, pasando por el Divo de Los Pinos, los caradura Chong y Videgaray, Mancerita, el inmaduro Maduro, el patético Obama, el dúo Fox-Martita, la fauna de “góbers”, Castañeditaforpresident, y el papelón de Tovar y De Teresa publicando que ya recibió órdenes superiores pa’l homenaje.

Lamentables los “análisis” del Monsi (malabares y resbalones muy poco rescatables de pueril entusiasmo) y del “reciclador-de-mitos-por-encargo”, Krauze.

Para muchas amigas del mundo puede parecer incomprensible una crítica severa al fallecido Juanga, quien jamás dijo ante su inmenso público una palabra sobre 43 chicos desaparecidos, pero sí fue comparsa promoviendo la imagen de que Ciudad Juárez “ya superó” aquellas cosas que sabemos…

Quien se dijo “de cierta manera apolítico”, pero apoyó con su capacidad de convocatoria al usurpador Salinas, al criminal Zedillo, al gris Labastida, negociando favores fiscales de cuyo incumplimiento se quejó en su oportunidad.

Quien ponderaba una vida de penurias, como si justificara su complacencia con el poder. De ser así, Violeta Parra, Alí Primera, Víctor Jara, Atahualpa Yupanqui, podrían haber aplaudido sin pudor a cualquier dictador criminal…

Junto al sistema educativo regenteado –es la palabra- por el Estado mexicano, la cultura de consumo promovida por los más media es otra cabeza de hidra que construye nuestra estupidización ciudadana. Sus tristes efectos nos llevan a reflexionar qué pasaría si la expectación popular y el apoyo de funcionarios y empresarios que sacó de la cárcel al Divo en 2005 por sus cuestiones fiscales, se volcara por los Derechos Humanos de presos, desaparecidos, perseguidos y asesinados. Peras al olmo, claro está. Calibrador del país que toleramos…

Juanga, con todo respeto, es paradigma y símbolo del papel que el régimen asigna a “sus” artistas, y la complicidad de quienes lo aceptan. No decirlo hoy, “por corrección política”, sería tan cobarde como la actitud de  l@sDiv@s en turno. Por suerte, desde la dignidad del pueblo también hay otras voces.