La libertad de expresión y sus desafíos en foro de periodistas y académicos
|- El nobel de literatura Mario Vargas Llosa advierte que, si no existe este derecho, no hay democracia.
CIUDAD DE MÉXICO.
“La libertad de expresión es la medida más segura que tenemos para saber si un país es democrático o no. Si hay libertad de expresión, hay democracia; pero, si no existe la libertad de expresión, tampoco la democracia. Eso es absolutamente claro y válido para todos los países del mundo”, afirmó ayer el escritor Mario Vargas Llosa (1936).
El Nobel de Literatura peruano-español destacó que en la actualidad “la libertad de expresión está recortada en muchos países de América Latina. Hemos experimentado, por desgracia, a lo largo de nuestra historia, esa falta de democracia que significa no tener libertad de expresión”.
Al inaugurar el encuentro Los desafíos de la libertad de expresión hoy, convocado por la Universidad de Guadalajara y la Fundación Internacional para la Libertad, que él preside, agregó que el tema de este foro es fundamental porque “la libertad de expresión es el primer impulso para que un país se democratice”.
Añadió que, en estos momentos, “es vital que quienes defendemos la democracia salgamos a hablar, a defenderla con razones y a convencer a nuestros compatriotas de la importancia que tiene si queremos prosperar y que no haya guerras.
“La idea de discutir los problemas es nueva en América Latina. No ha habido opositores entre nosotros, ha habido enemigos; por eso nuestra historia está llena de sangre, de violencia, y éstas no suelen resolver los problemas. En cambio, el diálogo inteligente sí los resuelve”, indicó.
Antes de dar paso a las cuatro mesas que integraron el coloquio, en las que se reunieron unos 20 periodistas, escritores y académicos de diversos países y tendencias ideológicas, el autor de La ciudad y los perros (1963) y Tiempos recios (2019) puso como ejemplo de países que se alejaron de la democracia a Cuba, Nicaragua y Venezuela, “y ahora por desgracia el Perú”, dijo.
“Van acercándose poco a poco a través de unas elecciones fraudulentas a ese grupo de países que proclaman el socialismo del siglo XXI como la fórmula que nos arrancará del subdesarrollo. Quienes profesan esta doctrina no parecen haberse enterado de que el comunismo ha desaparecido en el mundo”, dijo.
Por su parte, Ricardo Villanueva, rector de la UdeG, aclaró que “la conquista de la confrontación de ideas y argumentos es razonablemente nueva. No existía en México y ha sido paulatina. Pero esa conquista no es suficiente, ni está garantizada para siempre. México es una democracia, pero no de calidad. Falta garantizar que los medios de comunicación gocen de un clima político de libertad”.
La primera mesa, Pensar el periodismo, estuvo moderada por el historiador Enrique Krauze y presentó las reflexiones en torno a la libertad de expresión de Jorge Castañeda, Ivabelle Arroyo, Álvaro Vargas Llosa y Christopher Domínguez.
“Hay que decir que las cosas van bastante mal. No son buenos tiempos para la libertad de expresión”, expresó Álvaro Vargas Llosa, hijo del Nobel. “La libertad de expresión está a la defensiva frente a una ofensiva que nace del poder estatal. Los periodistas están obligados constantemente a protegerse, a justificarse, a defenderse.
“Los roles se han invertido. En una sociedad sana, quienes ejercen la libertad de expresión vigilan, supervisan y fiscalizan al Estado, a todos los poderes. Pero ahora pasa lo inverso: es el Estado el que vigila a quienes ejercen la libertad de expresión”, indicó.
Para Christopher Domínguez Michael, la libertad de expresión sí se ejerce en México, “pero con un riesgo tremendo, porque el régimen siembra el odio a través de las redes sociales y las conferencias del Presidente de la República. Este ejercicio está seriamente acotado; no hay censura previa, pero sí una creciente limitación de la libertad. Si no la cuidamos, dejaremos de tenerla”.
En la segunda mesa, Los periodistas y el poder, moderada por el historiador Héctor Aguilar Camín, participaron Diego Petersen, Gabriela Warkentin, Julio Hernández López y Pascal Beltrán del Río, director editorial de Excélsior.
Periodistas ante el poder
“Diariamente, vemos un hostigamiento contra los medios desde la cúpula del poder político, en un intento de que esos periodistas puedan ser desprestigiados no sólo ante la opinión pública, sino ante los dueños de los medios”, comentó Pascal Beltrán del Río en su participación de la mesa Los periodistas y el poder.
El director editorial de Excélsior destacó que el gobierno mexicano “tiene la obligación democrática de que exista un clima para que este trabajo se pueda llevar a cabo; sobre todo en el país, donde 160 periodistas han sido asesinados desde el año 2000, de los cuales 43 corresponden al periodo actual”.
“¿Qué queremos los periodistas del gobierno?”, preguntó. “Simplemente, información, que alguien nos conteste el teléfono, que alguien responda los mensajes del WhatsApp, que accedan de vez en cuando a una reunión informal para conocer los datos que tiene el gobierno y su perspectiva de los hechos”.
El periodista dijo: “Espero con sinceridad que algo cambie en la relación del gobierno federal con los medios. Pero si no, los periodistas tendremos que seguir adelante. Pese a todas las dificultades, no se puede renunciar a su esencia, sean cuales sean los costos”.
Y recordó que “nadie puede hacer el trabajo que le toca a los periodistas”.