GRAN PARTE DE LOS JÓVENES SE NIEGAN A ESTUDIAR Y LEER, PERO SÍ ASPIRAN AL DINERO

60 SEGUNDOS

RAUL GONZALEZ RIVERA

GRAN PARTE DE LOS JÓVENES SE NIEGAN A ESTUDIAR Y LEER, PERO SÍ ASPIRAN AL DINERO

En las escuelas como en el común de los hogares se escuchan voces similares en el sentido de que a los muchachos, con sus honrosas excepciones les importa un comino su preparación académica, intelectual y mucho menos, la lectura de los buenos libros, pero si son aspirantes a tener dinero y mucho, para poder asemejarse a los hijos de los inmensamente ricos, contar con automóviles último modelo y viajes de placer al alcance de sus manos.

                La escena en la que el padre escucha tales requerimientos se multiplica con alguna cantidad impredecible, pero se viene registrando de tal suerte que los libros pasan a un segundo plano y el profesor de primeras letras, el que imparte la cátedra en la secundaria o la preparatoria, simplemente se concreta a repetir textos, pero se muestra ajeno a toda recomendación en la lectura.

                Si algunos jóvenes reciben su beca del régimen federal, bienvenida, pero se concretan a señalar que es suficiente para salvar su hambre cada determinado tiempo, para no querer ocuparse laboralmente en ninguno de los espacios, que en cadenita se vienen ofertando a través de diversas promociones en cafés, restaurantes, hoteles, mesones y otros establecimientos en los que las artes y oficios, serían mano, como en los años anteriores a los 80 del pasado siglo XX.

                Ahora faltan técnicos en mecánica automotriz, pintores de brocha gorda, radiotécnicos y en una gran variedad de las llamadas artes y oficios, como fue en un pasado y que resultaron tan eficientes como nunca en la historia laboral del país. Un buen carpintero o un ebanista, hoy día difícilmente se encuentra, tan solo porque una actividad semejante implica esfuerzo, conocimiento, entrega, vocación y horas de dedicación que van más allá de una jornada contemplada por la ley federal del trabajo.

                Y a todo lo dicho anteriormente, el grueso de los muchachos que asisten a la escuela y los que no lo hacen también, lo desechan de sus personales existencias. Es más fácil ser reclutado en alguna de las fuerzas que operan para la delincuencia, en donde obtienen un modo de vida fácil, se dice, que ir a un plantel educativo y dejar pasar años, para poder obtener un título universitario, que generalmente, al concluir una travesía escolar de once o más años, suele cansarle al menos algún aburrimiento, porque el empleo se regatea y las pagas salariales son de hambre.

                La Universidad Veracruzana acaba de anunciar que a sus puertas tocan alrededor de 30 mil muchachos que suspiran por cursar una carrera y que bueno, sin embargo, cuatro de cada cinco lo hace sin obedecer a ninguna orientación ni conseja vocacional. En sus casas les están pidiendo que estudie o trabaje, pero en la arena laboral, inmediatamente se constataría que van a fracasar, en las aulas universitarias, cabe la expectativa de que van a ser “alguien” en la vida. Observan muchos de los inocentes padres de los chicos que hoy prefieren el antro, vestir pantalones de mezclilla rotos, fumar cigarrillos incendiarios y beber licores en cantidades industriales.

SEIS GUBERNATURAS EN PUERTA Y LOS PRIISTAS Y PANISTAS, GUARDAN ABSOLUTO SILENCIO

Las chambas político-electorales se ganan sufragando en urnas electorales, no caen del cielo ni las traen palomas mensajeras. Sin embargo, los llamados líderes nacionales guardan un celoso o absoluto silencio, aunque trasciende que pelean hasta con las 20 uñas los montos financieros, para hacer de sus bolsas presupuestarias, un jolgorio pero alejados de las promociones y un quehacer auténticamente político.

El trabajo político lo realizan los políticos, al pueblo le dejan las migajas y la expectativa de  saber de alguna forma que se arreglan los cambios, pero más allá, que su participación, sea guardando disciplina y sometimiento, como lo hicieron millones de asociados que mantuvieron al partido tricolor más de 80 años de poder pública, sin trazas de que alguna vez  titubearan sus amos y señores, para darle el giro que reclamaban los últimos años y que provocaron su caída estrepitosa.

Así los partidos políticos, convertidos en cajas recaudadoras de fondos públicos y los partidos en simples agencias de colocaciones políticas, jamás se permitieron la libertad de saber si el pueblo estaba de acuerdo con esa trayectoria que seguían los membretes en cuestión, o sencillamente, estuvieron de acuerdo en que se les acabó el gas y debían desinflarse, hasta quedar reducidos en bolsas de aire aplastadas al paso de los años.

Por supuesto, que los amos y dirigentes de las siglas partidarias allí están, en lo general, a la expectativa de que para ellas vengan tiempos mejores, pero sin gastarse en la promoción de sus ideologías y plataformas de trabajo público.

 A la gente le convence el discurso, pero duda en este momento de que haya cuadros de mando, sustentados en una forma de pensar y hacer las cosas en favor del bienestar de la sociedad civil azteca. Les cabe la presunción, no alejada de la realidad de que se trata de la conquista de huesos públicos, con el objetivo de ganar dinero, no de subrayar con hechos la conquista de del poder para servir a los demás.

Lamentablemente, el sistema de partidos políticos en México, sigue siendo parte de una vieja aspiración de los políticos para allegarse fondos públicos, que son millonarios y  por añadidura la conquista de huesos públicos que roer, pero nunca, una plataforma para el lanzamiento de las ideas políticas, que como en todo estado desarrollado del mundo, a partir de ese entonces, logre alcanzar la felicidad del pueblo, sin atender a las exigencias unipartidistas y de los dirigentes encaramados en las esferas del poder.

El común de ciudadanos, muestra una renovada esperanza ante lo imprevisto que puedan  ofertar los partidos políticos al arrancar los procesos las campañas político-electorales, con vistas a convencer a un ciudadano que una y otra vez se equivoca, lo admite, al acudir a votar en ánforas como ha solido ocurrir a lo largo de la historia  de la aldea, en lo que hace a la asignatura en cuestión. Esperemos.