Más de 103 mil muertos por mal manejo de la pandemia es una calamidad: Arquidiócesis de Xalapa
|- El momento presente que estamos viviendo es como el de una noche obscura; las sobras de la muerte nos acechan y nos sentimos como en un naufragio sin rumbo. Más de 103 mil muertos por el mal manejo de la pandemia es una calamidad; el aumento de la pobreza se percibe por dondequiera. Vivimos momentos de incertidumbre; muchas familias están sufriendo por causa de la enfermedad, la violencia o la pobreza.
Xalapa
En
su comunicado dominical, la Arquidiócesis de Xalapa, dio a conocer que este
domingo 29 de noviembre de 2020 iniciamos el ADVIENTO, un hermoso periodo que
nos prepara para la venida del Señor. El término ADVIENTO (“adventus en latín;
parusía en griego) significa “presencia”, “llegada”, “venida” o “visita”. Todos
estos significados se cristalizan durante este periodo que nos prepara para la
NAVIDAD.
Con el ADVIENTO se expresa la cercanía de Dios, su presencia y su caminar en
medio de nosotros. Un detalle más que debemos tener presente es que este acercamiento
divino está motivado por el Amor de Dios a la humanidad. San Juan lo expresa de
esta manera: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su propio hijo para que
el mundo se salve” (Jn 3, 16).
Durante este periodo de ADVIENTO nos preparamos para la NAVIDAD. De ahí que el
mensaje que resuena en todos los templos católicos el primer domingo de
ADVIENTO es “VELEN Y ESTEN PREPARADOS” ( Mc Mc 13, 33). De esta manera a través
de la escucha de la Palabra de Dios, la oración frecuente, la recepción de los
sacramentos y la práctica de la caridad la Iglesia nos va conduciendo para
contemplar el nacimiento del hijo de Dios.
El centro de la Navidad es el misterio de la encarnación, es decir el
nacimiento del Hijo de Dios que en estos días se representa por medio de los
portales de Belén que en las casas, las iglesias e incluso en las plazas
podemos admirar. Necesitamos contemplar al niño Dios, llenarnos de su luz y de
su ternura. A través de este hermoso signo Dios nos recuerda que nos ama
profundamente y por eso ha enviado a su hijo para salvarnos. Ojalá en todos los
hogares cristianos se coloquen los nacimientos; eso nos ayudará a tomar
conciencia de lo que es central en estos días de navidad.
El momento presente que estamos viviendo es como el de una noche obscura; las
sobras de la muerte nos acechan y nos sentimos como en un naufragio sin rumbo.
Más de 103 mil muertos por el mal manejo de la pandemia es una calamidad; el
aumento de la pobreza se percibe por dondequiera. Vivimos momentos de incertidumbre;
muchas familias están sufriendo por causa de la enfermedad, la violencia o la
pobreza.
Los resultados que se presumen en los discursos oficiales no se perciben en la
cotidianeidad. No hay indicadores de bienestar para la gente, y la deuda social
sigue creciendo en asuntos de violencia, pobreza, educación y salud; los pobres
son cada vez más pobres y lo más grave es que se les hace dependientes de
dádivas que no sabemos para cuánto tiempo alcanzarán. La ruta que se está
llevando sólo aumenta la incertidumbre en la población. Vivimos tiempos de
obscuridad.
¿De dónde nos llegará la verdadera luz? esta es la pregunta que responde el
tiempo del Adviento que estamos comenzando. Los que creemos en Dios, no podemos
nunca idolatrar las instituciones humanas por más promesas que nos hagan.
Lamentablemente se está provocando más desencantos que satisfacciones; La
verdadera luz por lo tanto viene de nuestra apertura a Dios que se acerca. Es
aquí donde el profeta Isaías tiene mucha actualidad: El pueblo que caminaba en
las tinieblas vio una gran luz…( Is 9, 1) este es el ADVIENTO que necesitamos.
Aquí radica la esperanza que debemos cultivar.
Junto con la apertura a Dios, necesitamos ser también más promotores y
colaboradores del bien común y dejar de ser indiferentes; México puede cambiar
si cada uno de nosotros da lo mejor de sí; si nos comprometemos con la verdad y
la justicia. México empieza a cambiar cuando hacemos las cosas con calidad,
honestidad y transparencia. Esto es lo que ayudará a mejorar el tejido social.
El ADVIENTO es por excelencia el tiempo de la esperanza. Cada año, esta actitud
fundamental del espíritu se renueva en el corazón de los cristianos que,
mientras nos preparamos para celebrar la gran fiesta del nacimiento de Cristo
Salvador reavivamos también la esperanza de su venida gloriosa al final
de los tiempos. La esperanza verdadera y segura se funda en nuestra
apertura a Dios que es Amor y Misericordia; para que los hombres, y con ellos
todas las criaturas, puedan tener vida en abundancia (cf. Jn 10, 10).
Para mantener viva esta esperanza necesitamos cambiar el corazón, necesitamos
superar nuestros egoísmos y autocomplacencias, necesitamos abrirle un espacio a
Dios. Con ello estaremos celebrando un buen periodo de ADVIENTO.
Pbro. José Manuel Suazo Reyes