También los diarios más importantes
|HISTORIAS DE REPORTERO
Carlos Loret de Mola
También los diarios más importantes
La
primera conferencia mañanera sin el presidente López Obrador no estuvo exenta
de los elementos que la han posicionado como ese morboso circo. El lunes, una
nerviosísima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, quiso terminar
sin aceptar ninguna pregunta, y fue hasta que los reporteros ahí presentes
empezaron a soltar sus cuestionamientos a voz en cuello, que aceptó quedarse
unos minutos más y responder.
Aunque la duda general de la prensa tenía que
ver con la salud del Presidente, ante la información contradictoria y a
cuentagotas que se había soltado, un preguntador de los que le hacen comparsa
al Primer Mandatario tomó el micrófono para lanzar una larga perorata de
elogios al Gobierno y, de paso, emulando al Mandatario y quizá para complacerlo
a larga distancia, llamó “pasquín” al periódico Reforma. Luego otra de las
identificadas como reporteras tomó la palabra para acusar a otro reportero ahí
presente, quien luego pidió derecho de réplica para defenderse, cuando ya
aquello parecía todo, menos la conferencia de prensa de una nación cuyo jefe de
Estado acababa de contraer coronavirus y se sustraía de sus actividades.
El show debe continuar. Y si el Presidente se enferma,
ahí está el espectáculo montado para quien tome su lugar: personajes que se
disfrazan de periodistas, se ostentan como representantes de medios de
comunicación artificiales, creados como en microondas al amparo del sexenio
actual, y que interpretan el oficio como un ejercicio de adulación permanente
en el que no cabe el menor asomo de crítica a su entrevistado. La consultora
SPIN tiene datos duros sobre cómo la inmensa mayoría de las preguntas en dos
años de mañaneras han surgido de medios de comunicación prácticamente
desconocidos y totalmente afines al Gobierno federal. Y cómo, si te sientas en
la primera fila -butacas predilectas de los cortesanos- tienes 80% de
probabilidad de que te den la palabra para preguntar.
Le ha de haber dado un poco de pena ajena a la
secretaria de Gobernación. Porque para el tercer día que encabezó la mañanera,
de plano pidió que pudieran preguntar más reporteros de verdad: “¿Alguien de
Reforma y de El Universal? También para que podamos tener aquí a los diarios
más importantes”, se sinceró.
Bofetada con guante blanco al vocero
presidencial, Jesús Ramírez, director de esa patética orquesta.
SACIAMORBOS
En esta singular seducción que tiene por los
autócratas, el nuevo mejor amigo de la 4T es Vladimir Putin. El Presidente de
Rusia ofreció mandar 24 millones de vacunas Sputnik V, y según el director del
Insabi, estas empezarán a llegar tan pronto como la próxima semana. Un pequeño
problema: la vacuna no está autorizada en México ni en ningún país cuyos
organismos de evaluación de medicamentos tengan prestigio. ¿Por qué no está
autorizada? Porque Rusia no ha publicado los resultados de la fase 3, en la que
se prueban las dosis en miles de personas. López-Gatell, el fallido científico,
dice que ya vio un expediente informal con los resultados de esa prueba, que se
los mostraron extraoficialmente en Argentina y que todo luce bien. Vaya alivio.
México está por sumarse a la lista de países que dan su visto bueno a la
vacuna-Putin: Venezuela, Turkmenistán, Palestina, Bielorrusia, Argelia,
Emiratos Árabes, Paquistán… Y de nuevo, a sepultar las palabras de
López-Gatell, a quien el 11 de agosto del año pasado le preguntaron justo sobre
la vacuna rusa, y con ese aire de suficiencia que lo condena a la contradicción
rutinaria, soltó: “No se puede empezar a utilizar una vacuna que no haya
terminado satisfactoriamente los estudios de fase 3, no se puede, no se debe,
por razones éticas de bioseguridad”.