El espacio poético de Ely Núñez

Enrique González Martínez, poeta mexicano

ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ (Guadalajara, Jalisco, México; 13 de abril de 1871 – México, D. F.; 19 de febrero de 1952), poeta, editorialista y diplomático mexicano, uno de los «siete dioses mayores de la lírica mexicana», en palabras del crítico Pedro Henríquez Ureña. Fue miembro de la generación del Ateneo de la Juventud y miembro fundador de El Colegio Nacional. Fue padre del poeta Enrique González Rojo, abuelo del poeta Enrique González Rojo Arthur y de la poetisa Ana Rosa González Matute; el escritor Salvador Elizondo es su sobrino nieto.

Recibió de su padre las primeras letras ingresando a la edad de diez años (1881) a la Preparatoria y al Seminario Conciliar y al mismo tiempo en el Liceo de Varones del Estado de Jalisco. En el año de 1893 se recibe de médico en la misma ciudad, en donde también publica algunos versos en revistas y periódicos. Al poco tiempo de recibirse fue nombrado profesor adjunto de fisiología en la Escuela de Medicina. Tras dos años de práctica profesional va a vivir a Culiacán, Sinaloa. En 1903 aparece su primer libro Preludios. En el estado de Sinaloa también se desempeñó políticamente como prefecto en diferentes distritos del Estado y como secretario general de gobierno. Con su tercer libro, Silenter, es recibido como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Se establece en la ciudad de México y forma parte del Ateneo de la Juventud, del que llega a ser presidente (1912). Funda la revista literaria Argos (1912) y es editorialista del diario El Imparcial.

En el ámbito político, durante el período de Victoriano Huerta tuvo el cargo de subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1913; al año siguiente fue secretario de gobierno del estado de Puebla, profesor de literatura francesa en la Escuela Nacional de Altos Estudios, jefe de clases de literatura y gramática y profesor de literatura mexicana en la Escuela Nacional Preparatoria, en el Distrito Federal. En 1917, al lado de Ramón López Velarde y Efrén Rebolledo, dirige la revista Pegaso. Ingresó en el Servicio Exterior Mexicano en 1920 y ocupó el puesto de ministro plenipotenciario de México en Chile, Argentina, España y Portugal entre los años 1920 y 1931, para luego regresar a México.

En 1931 colaboró con la fundación Rafael Dondé y el Banco Nacional de Crédito Agrícola. El 20 de enero de 1932 ingresó como miembro numerario de la Academia Mexicana de la Lengua, donde ocupó la silla XIII.  Ingresó en el año de 1942 al Seminario de Cultura Mexicana y en 1943 fue miembro fundador de Colegio Nacional,3 donde sustentó conferencias sobre historia literaria. Fue miembro del Liceo Altamirano. En 1944 recibió el Premio Nacional de Literatura Ávila Camacho y se publicaron sus Poesías Completas:

Sólo tres cosas tenía

para su viaje el Romero:

los ojos abiertos a la lejanía,

atento el oído y el paso ligero.

Su obra se considera de carácter modernista con influencias del Simbolismo francés. Posteriormente, con su libro Los senderos ocultos (1911), rompió con el Modernismo. Unos versos de este libro se hicieron célebres:

Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje

que da su nota blanca al azul de la fuente;

él pasea su gracia no más, pero no siente

el alma de las cosas ni la voz del paisaje.

Huye de toda forma y de todo lenguaje

que no vayan acordes con el ritmo latente

de la vida profunda… y adora intensamente

la vida, y que la vida comprenda tu homenaje

Oponiendo al símbolo de la belleza modernista el búho meditabundo y misterioso del Neorromanticismo.

Él no tiene la gracia del cisne, más su inquieta

pupila, que se clava en la sombra, interpreta

el misterioso libro del silencio nocturno.

Sus poemas tienen gran distinción lingüística, profundidad filosófica y elegante sobriedad. Algunos de los más célebres son «A la que va conmigo», «Cuando sepas hallar una sonrisa», «Eran dos hermanas», «Busca en todas las cosas», «El sembrador de estrellas», «¿Te acuerdas de la tarde?», «Y pienso que la vida», «Por qué ya mis tristezas», el ya citado «Tuércele el cuello al cisne» y «Yo voy alegremente» entre otros. Algunos hitos de su trayectoria poética son Ausencia y canto, motivado por la muerte de su esposa, o Bajo el signo mortal, por la del hijo, también poeta, Enrique González Rojo. En uno de sus últimos libros, Babel, denuncia el holocausto atómico de la II Guerra Mundial. Como traductor destaca la antología Jardines de Francia (México, 1915), que contiene versiones de Maurice Maeterlinck, Verhaeren, Rodembach, Francis Jammes y otros.

A partir de la apertura de los archivos de la Fundación Nobel,4 de los nombres de las personas nominadas al Premio Nobel de Literatura de los años 1901 a 1950, se ha hecho público que el poeta Enrique González Martínez fue candidato al premio en 1949, postulado por Antonio Castro Leal. Sin embargo el premio fue otorgado al estadounidense William Faulkner. Enrique González Martínez falleció en la ciudad de México el 19 de febrero de 1952 y sepultado en la Rotonda de las Personas Ilustres.

A  LA QUE VA CONMIGO

Iremos por la vida como dos pajarillos

que van en pos de rubias espigas, y hablaremos

de sutiles encantos y de goces supremos

con ingenuas palabras y diálogos sencillos.

Cambiaremos sonrisas con la hermana violeta

que atisba tras la verde y oscura celosía,

y aplaudiremos ambos la célica armonía

del amigo sinsonte que es músico y poeta.

Daremos a las nubes que circundan los flancos

de las altas montañas nuestro saludo atento,

y veremos cuál corren al impulso del viento

como un tropel medroso de corderillos blancos.

Oiremos cómo el bosque se puebla de rumores,

de misteriosos cantos y de voces extrañas;

y veremos cuál tejen las pacientes arañas

sus telas impalpables con los siete colores.

Iremos por la vida confundidos en ella,

sin nada que conturbe la silenciosa calma,

y el alma de las cosas será nuestra propia alma,

y nuestro propio salmo el salmo de la estrella.

Y un día, cuando el ojo penetrante e inquieto

sepa mirar muy hondo, y el anhelante oído

sepa escuchar las voces de los desconocido,

se abrirá a nuestras almas el profundo secreto.