CINCO POEMAS DE FREDI E. CORREA ROMERO

*Página Nómada 

Fredi E. Correa Romero, poeta ex defeño, hoy Ciudad de México

Eduardo Cerecedo

Con cinco poemas, Fredi E. Correa Romero (Distrito Federal, 1976) muestra el fervor que tiene de la vida, el gusto por la palabra, la visión que tiene de las cosas, el amor que le brinda la naturaleza para hacerlo suyo. El espacio lunar, el árbol, el amor, la naturaleza, el agua en forma de lluvia son el resultado de la fe en lo que mira, en lo que observa y en lo que vive cotidianamente. Esa presencia por lo bello se transforma en ritmo, en imagen, en musicalidad. Así su palabra teje la alegría de estar en el mundo que le rodea, siendo él, el centro de las cosas. Porque, para el poeta el yo es el eje binario del mundo.  Así valida su presencia con el poema, dotándolo de fuerza para contener su pensamiento. Así se muestra el poeta con esa certeza en su trabajo poético. Enhorabuena por su labor literaria.

Con cinco poemas, Fredi E. Correa Romero (Distrito Federal, 1976) muestra el fervor que tiene de la vida, el gusto por la palabra, la visión que tiene de las cosas, el amor que le brinda la naturaleza para hacerlo suyo. El espacio lunar, el árbol, el amor, la naturaleza, el agua en forma de lluvia son el resultado de la fe en lo que mira, en lo que observa y en lo que vive cotidianamente. Esa presencia por lo bello se transforma en ritmo, en imagen, en musicalidad. Así su palabra teje la alegría de estar en el mundo que le rodea, siendo él, el centro de las cosas. Porque, para el poeta el yo es el eje binario del mundo.  Así valida su presencia con el poema, dotándolo de fuerza para contener su pensamiento. Así se muestra el poeta con esa certeza en su trabajo poético. Enhorabuena por su labor literaria.

AHÍ

Ahí está,

como un manzano sidéreo

en el centro del jardín.

Ahí penden,

dos lunas eclipsadas

como frutos suspendidos.

Ahí llega,

el lobo hambriento

que aúlla en silencio.

Ahí va,

el tiempo que cae

extendiendo el dulce dolor.

Ahí emerge,

el ocaso de seda

que oculta el fruto prohibido.

Ahí fluyen,

las manos sedientas

que degustan el néctar del corazón abierto.

Ahí andan,

los labios ciegos

perdidos en el laberinto lunar.

Ahí surcan,

las falanges enterradas

sobre la semilla dormida.

Ahí tropieza,

la boca con el minotauro

quien la cruza con su asta.

Ahí resuena,

la respiración agitada

que hincha las velas de la carabela.

Hasta que el siglo los alcance,

dejando en el mundo,

silencio, sosiego, cenizas hechas lodo

y estos signos

inamovibles como la piedra lunar.

CUERPO DE MEZQUITE

Cuerpo de mezquite

tiempo de madera,

piel arrugada,

sombra viva

que te niegas a morir.

Figura cansada

por el peso de mil pájaros

que han dormido entre tus ramas.

En tus raíces

cargas el peso de murmullos infinitos

que escuchas día con día.

Permites que el viajero se ataje el sol

bajo tus garras de noche

Permites que pongan sus manos

entre los surcos de tu cuerpo

Ahora permite que te cuestione

el sentido de la vida en este desierto

que me vera morir.

EL SANTUARIO EN TU ROSTRO

Su rostro es el santuario

en el que asciende la fe,

sin importar las nubes de polvo que atraviesan el mar.

Suena al silencio

que se rompe con el peregrinar

lacónico de quien viene hasta su atrio.

Como aves multicolores

pasan los rayos de luz

entre los vitrales de su cielo.

Mis labios hincados ante su altar

rezan,

callan,

ruegan,

suspiran.

Abras las hojas de tu boca,

una historia que nace entre húmedos murmullos

renuevas mi fe.

LOS SURCOS DE ESTA TIERRA

Cada surco de esta tierra

seca como el tiempo,

es un sutil cabello

que corre paralelo

junto a sus hermanos.

Se extiende más allá

de donde alcanza la vista,

el viento lo hace ondear

hasta que se mete en los ojos

del peregrino.

Camino sobre el manto

oscuro e interminable

hasta que encuentre la raíz

de mi pueblo,

de mi sangre

de mis ancestros,

hasta que escuche los ecos

pasados,

presentes,

futuros.

Hasta que la lluvia

borre el exacto punto,

donde mi cuerpo

descansa.

PIEDRA DE CANTERA VERDE

Piedra de cantera verde,

piel de la montaña,

entraña de la cueva,

cuerpo de la Virgen.

Cantera de piedra,

sin forma definida,

sin prisa por envejecer,

sin cara que ocultar.

Piedra de fe.

Cantera sagrada.

Jade rústico.

Piedra de cantera verde,

cuerpo de la Virgen,

eco del Ángelus,

guardián del campanario.

Verde cantera,

cargaste el paso de los peregrinos,

te bañaste con sus lágrimas,

guardaste en secreto sus pecados.

Laguna verde.

Piedra eterna.

Cantera inagotable.

Verde piedra de cantera,

escudo de la tierra,

los hombres que te moldean

no te verán morir,

los cobijaras

en su sueño eterno.

  • FREDI EVERARDO CORREA ROMERO. Nació el 16 de junio de 1976, en la Ciudad de México y desde el 2011 reside en la Ciudad de León, Guanajuato. Psicólogo de profesión, complementó este oficio con su vocación por la lectura de cuento, novela y poesía. El confinamiento le ha permitido acercarse a su sueño de ser escritor y asistir a talleres virtuales de poesía ofrecidos por el Poeta Eduardo Cerecedo en la Dirección de Literatura de la UNAM. Durante poco más de un año ha logrado publicar sus primeras voces en La Jiribilla, suplemento cultural del Gráfico de Xalapa, en Vuelo de Jaguar, revista Literaria de Hispanoamérica y en AOPAR, publicación virtual de arte y cultura. Forma parte de la antología Un poco de mar otro de viento, compilado por el Maestro Cerecedo. Mientras sigue leyendo y preparándose, continúa escribiendo.