AMLO CONTROLA SUCESIÓN

AL PIE DE LA LETRA

Raymundo Jiménez

AMLO CONTROLA SUCESIÓN

Políticos de la vieja guardia pronostican que a partir de ahora, al inicio de su cuarto año de gobierno, el poder del presidente López Obrador comenzará a menguar…

Pero más que por los embates de la debilitada oposición por el golpeteo interno entre los grupos de Morena que muy anticipadamente han emprendido la lucha por la sucesión presidencial de 2024.

Este martes, por ejemplo, el líder del Senado, Ricardo Monreal, declaró que “ni quiero ser excluido ni quiero ser impuesto por nada y por nadie; quiero ganarme la confianza de mucha gente dentro de Morena y participar en el partido, en su momento y ganarme a la ‘buena’ la candidatura presidencial”.

La noche de ese mismo día, en la víspera de que el presidente diera un mensaje por su tercer informe de gobierno, corrió como reguero de pólvora la supuesta renuncia del poderoso consejero jurídico de la Presidencia, Julio Scherer Ibarra.

Sin embargo, este miércoles, el abogado todavía asistió al evento de Palacio Nacional, mientras que el vocero presidencial Jesús Ramírez no confirmó la supuesta dimisión sino que declaró que sólo eran “rumores”. Sin embargo, un periodo nacional afín al obradorismo, publicó que “en el entorno” de Scherer “se dijo que la salida responde a diferencias con figuras relevantes de la Cuarta Transformación”.

El columnista Raúl Rodríguez Cortés, escribió que “…la razón de fondo de que Scherer presentara su renuncia con carácter de irrevocable son –según fuentes de Palacio Nacional– sus profundas diferencias con la jefa de Gobierno de la Ciudad de México (Claudia Sheinbaum) quien lo acusa de operar a favor de las aspiraciones presidenciales del canciller Marcelo Ebrard, de quien Scherer es amigo y fue cercano colaborador cuando aquél estuvo al frente del gobierno capitalino.”

Estos desplantes de Monreal y Scherer deben divertir al presidente, quien muy calculadoramente adelantó el juego de la sucesión tras las elecciones de junio pasado, tomando drásticas decisiones que han sacudido a su gabinete.

El primero en salir fue Gabriel García Hernández, el poderoso Coordinador General de Programas Integrales de Desarrollo, quien retornó al Senado. A este hombre de su absoluta confianza, el mandatario le cargó el desastre electoral en la Ciudad de México, de la que otros líderes morenistas aliados de Sheinbaum inculparon también al senador Monreal.

Por eso tampoco fue casual que la semana anterior el presidente instruyera que Olga Sánchez Cordero dejara la Secretaría de Gobernación para que retomara su escaño y asumiera la presidencia de la Mesa Directiva del Senado –donde como interlocutora de AMLO le hará contrapeso al líder senatorial–, mientras que en la Segob nombró al gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, su amigo incondicional, asignándole casi todas las encomiendas políticas y jurídicas que le había delegado a Scherer.

Por cierto, ayer en Palacio Nacional, Sheinbaum fue sentada en primera fila, junto a la esposa del presidente y de los secretarios de Marina y de la Defensa Nacional. Y, atrás, el flamante titular de la Segob. ¿Quedó claro?