El uso de indirectas puede hacer mucho daño

El ingenioso y talentoso actor y humorista Groucho Marx inmortalizó la frase “estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”. Él fue un gran comediante que bajo el uso de indirectas cómicas dijo todo cuanto quería, pesase a quien pesase. Ahora bien, el uso de indirectas para hacer reír puede parecer divertido, y generalmente lo es.

Sin embargo, pueden convertir en un problema cuando estamos fuera de este contexto y queremos trasmitir un mensaje importante. De hecho, en estos contextos en los que el contenido de la comunicación es especialmente relevante, las personas solemos utilizar las indirectas porque no nos sentimos lo suficientemente seguras como para compartir el mismo mensaje de manera directa.

Piensa que si las indirectas no son utilizadas de forma acertada y en el contexto adecuado, pueden hacer daño de verdad. Con el uso del lenguaje de una forma tergiversada y manipulada, podemos estar llevando al traste incluso una relación sentimental. o de otro tipo, pero que nos importe.

¿Qué es una indirecta y por qué puede hacer daño?

Si atendemos a la definición literal de la palabra indirecta, podemos resumirla como una expresión que se usa para dar a entender algo, pero no lo decimos de forma precisa y clara. Este es el significado más aceptado.

Es decir, quelas indirectas pueden ser divertidas… o no. Si atendemos al estudio llevado a cabo por el profesor James K. McNulty, en el que se extrae una conclusión, y es que las altas expectativas dan al traste con la felicidad de un buen número de parejas que no tienen vínculos sólidos y libres.

¿Qué relación hay entre las indirectas y el estudio de McNulty? Según el investigador, la espera de altas expectativas en el matrimonio o la pareja lleva a la insatisfacción personal y marital. Todo ello desencadena en una serie de actitudes realmente negativas en cuanto a comunicación.

Conclusiones sobre las indirectas

La insatisfacción marital extraída del estudio nos lleva a algunas conclusiones que extrajo McNulty. Por ejemplo, la conveniencia de ser directos a la hora de demandar cambios a una pareja. Hemos de ser claros si queremos animar la motivación de la otra persona.

Ahora bien, en caso de usar indirectas y «pullas», según McNulty, estamos abonando el terreno para que la hostilidad indirecta y el sarcasmo suelen adueñarse de la relación. Así pues, se crea un ambiente donde el reproche campa a sus anchas, alejando la posibilidad de resolver conflictos. Estamos siendo destructivos.

En realidad, las indirectas excesivas son un fallo de los canales de comunicación entre la pareja. Este es un campo de cultivo excelente para que nazcan silencios, desprecios, agresividad y falta de lenguaje verbal y no verbal. Un mal que, según el estudio, aquejaba a un gran número de matrimonios.

“No debes hablar cínicamente con mucha frecuencia. Pero debes serlo siempre”

-Walter Serner-

Otros casos de interés sobre indirectas

Otros investigadores fueron mucho más allá sobre la problemática del uso de indirectas. El antropólogo Gregory Bateson estimó en sus publicaciones de 1956 que el “mensaje de doble vínculo”, como consideró a las «pullas», de repetirse en exceso en el tiempo, puede ser incluso derivar en trastornos de ansiedad e, incluso, en una esquizofrenia.

No quiere esto decir que no podamos usar indirectas en la comunicación habitual. De hecho, no tiene por qué ser algo patológico. Podemos hacerlo de manera eventual, pero teniendo en cuenta que estamos poniendo un velo detrás de nuestra comunicación que dificulta el recorrido del mensaje.

Cómo asentar el uso lógico de las indirectas

Hay formas sensatas de asentar un uso lógico de las indirectas, como es obvio. Veamos algunas ideas que extraemos de los estudios de McNulty, Bateson o el coach Víctor Pacheco, quien también ha trabajado este tema:

En una relación en la que se implican al menos dos partes, es totalmente necesario sentar las bases para lograr que la comunicación sea respetuosa y sana. Hay que pensar antes de hablar y no intentar herir como un recurso constante para defendernos.

Debemos usar la sinceridad más directa en toda relación. Si nos valemos de indirectas para evitar hacer daño o incluso para hacerlo, estamos dañando la comunicación, evitando el problema y rompiendo cualquier sintonía. Podemos utilizar las indirectas, pero teniendo en cuenta que ha sido precisamente esto, una indirecta, nunca un mensaje claro y directo. De esta manera, la responsabilidad de que no nos entiendan tendremos que asumirla nosotros.

Pensar antes de hablar es otro detalle a tener en cuenta. Así podremos saber qué decimos, aprenderemos a respetar el punto de vista de otras personas y lograremos discusiones más enriquecedoras con conclusiones con mayor valor.

“El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda”