UN VIACRUCIS DE USUARIOS DE TELMEX ANTE PODEROSOS EMPLEADOS

60 SEGUNDOS

RAÚL GONZÁLEZ RIVERA

UN VIACRUCIS DE USUARIOS DE TELMEX ANTE PODEROSOS EMPLEADOS 

            Fíjense que no es la primera vez, sino numerosas, en que los usuarios y clientes de los servicios telefónicos que presta Telmex suelen responder a aquellos sintiéndose más influyentes y poderosos que su propio patrón, el señor Carlos Slim Helú.

            Con motivo de la pandemia que se alarga terriblemente, la telefónica que por cierto fue concesionada por el Estado mexicano a un poderoso consorcio, el cual encabeza el dueño prácticamente de la vida económica del país, también los usuarios sufren consecuencias severas frente a los pésimos servicios y no menos prepotente atención que le brindan sus empleados, los cuales, con enorme parecido a los burócratas de cualquier oficina de gobierno, jamás tienen una actitud para resolver, sino al contrario, para hacer más complicadas las relaciones empresa-clientes.

            En la aldea habita casi un millón de habitantes, pero sabía usted que solamente hay dos oficinas que cobran consumos telefónicos y cuenta además con un escaparate con un letrero de información, encargado a un mofletudo empleado, gruñón y agresivo, el cual antes que escuchar la queja del cliente, se adelanta para reclamarle por qué me muestra una copia y no un ticket y recibo de pago mensual por el servicio telefónico.

            El usuario le explica al empleado con la estima mucho más alta seguramente que el propio magnate Carlos Slim, que hizo el pago de su recibo en la  caja registradora de la farmacia que opera en el interior de la tienda de Sanborns, de la plaza comercial Américas, también propiedad del empresario aludido primeramente, porque en su reverso el recibo en cuestión da un listado de los establecimientos comerciales en los cuales también el cliente puede pagar los servicios telefónicos.

            Telmex solamente tiene abiertas dos oficinas en la ciudad, una en el corazón de la ciudad, que más se asimila a un búnker, el cual resguarda un gorila vestido de policía, primer personaje al que tiene el usuario que rendir un informe de su visita a las oficinas en cuestión. Una vez que esto sucede, de la larga fila que se forma en la calle, uno a uno de los clientes quejosos es autorizado para ingresar al interior del inmueble en cuestión.

            Por supuesto, como suele ocurrir, el cliente es lo último que le interesa al abyecto empleado-burócrata de Telmex.

            El usuario le exhibe una copia de su recibo pagado puntualmente en su momento oportuno, pero el burócrata le responde que ciertamente, tras su chequeo en la computadora, localiza que la caja del consorcio Sanborns que recibió el cobro correspondiente no lo reportó a la caja recaudadora de Telmex, así que no hay solución, dejando al usuario en total estado de indefensión.

            En tanto, todos los días, cuando menos son ocho los mensajes cobrándole y que llegan a su aparato de Telcel, una filial igual propiedad del multimillonario Slim, amén de las llamadas al número telefónico fijo de marras.

            Supuestamente, la modernidad que transita hacia la llamada transformación de la vida nacional, igual incluye la prestación de los servicios, que es el caso de la compañía, que por años a través de empleados burocratizados brindan servicios que necesariamente se prestan al escrutinio y cuestionamiento más severos. Al tiempo. 

LOZOYA DEBE MOSTRAR PRUEBAS CONTRA TRES EX PRESIDENTES

            Tal vez se esté faltando al debido proceso, porque aún antes de dictar el juez de la causa una sentencia, las filtraciones que están ocurriendo en redes sociales, implicando a tres ex presidentes de la república en actos de corrupción, vayan en el sentido únicamente de estigmatizar, pero que a la postre pudieran estrellarse en el muro del silencio, porque los personajes denunciados podrán librarse con alguna facilidad de este entramado que al país le da una imagen pésima en gran parte de naciones del extranjero.

            Sobre todo porque el denunciante, el señor Emilio Lozoya, pudiera en el afán de salvarse él y a su mamá, arraigada por la justicia de ser parte de la delincuencia de cuello blanco, también haber dado rienda suelta a su imaginación, tirando dardos venenosos contra Carlos Salinas, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, habida cuenta de que estos personajes mantienen su fuero en cuanto a que no poder ser juzgados más que por traición a la patria y de lo que pudiera estarles lloviendo porquería, se relaciona presuntamente con el pago de sobornos.

            Por supuesto que si tuvieran alguna responsabilidad directamente en los actos de corrupción en los cuales Lozoya los haya involucrado, tendrían en su favor, para su defensa, contar con que dichos eventos ya prescribieron conforme a la legislación penal vigente.

Y lo otro, qué calidad moral puede ostentar un incriminado con una montaña de delitos por los cuales está bajo proceso y anteriormente ya había huido a España, en donde la policía lo atrapa, lo entrega a México y a su retorno, dicen sus abogados que estaba enfermo, lo que le eximió de ingresar a la cárcel, porque habría accedido a cooperar con los fiscales bajo la calidad de “testigo colaborador”, desde su confortable residencia, seguramente con la promesa de que la justicia en su caso será un tanto benévola a la hora de dictarse la sentencia de rigor en este caso.

            En tanto, los ex mandatarios deben estar asesorándose con sus abogados, como lo han podido declarar otros 18 ex funcionarios más acusados por Lozoya y de entre los más encumbrados de los sexenios priistas y panistas, quienes de antemano ya se han deslindado de haber tomado parte en la danza de los millones que protagonizara en este país, como su  actor principal al empresario brasileño Odebrecht.

            En la provincia mexicana, como en la aldea veracruzana, lo único lamentable es que la información que reciben sus habitantes sea únicamente la que se difunde a través de la redes sociales, porque el grueso de la población como los periodistas y periódicos, por caso, jamás personalmente conocieron ni aquellos mantuvieron en su momento estelar alguna deferencia como iguales de una sociedad jodida en su mayoría, no de ahora, sino desde hace 500 años y más por cada uno de los personajes denunciados por el señor Lozoya. Esperemos.  

SI CAEN LOS JEFES, ES LA HORA DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS

            Si caen los jefes de los partidos políticos, porque se prueben los ilícitos de corrupción en que con sus declaraciones los ha metido el señor Emilio Lozoya, sobre todo de la gracia y simpatía de grupos de ciudadanos mexicanos, bueno sería el momento para que militantes honestos de los membretes partidarios hagan política de la buena y anuncien su rescate y presencia para conseguir el México de pluralidad que toda democracia debe ostentar.

            En un país donde los pobres-pobres suman doce millones y en total la miseria alcanza a 62 millones de mexicanos, las expectativas de que muestren algún interés por la actividad política se reducen prácticamente a la nada.

            Luego entonces, si los seguidores de los ex presidentes callan y nada harán para salir en defensa de sus patrones, lo consecuente sería que los ciudadanos se organicen y conformen el rescate de sus partidos.

            Como se sabe, PRI, PAN y PRD padecen de fuerte arterioesclerosis política, lo que ha paralizado en la realidad su presencia ante el grueso de la sociedad azteca, lo que deben aprovechar las militancias de esos membretes para ir al rescate de sus trincheras y reiniciar una obra y labor de proselitismo sustentada en la renovación, sobre todo, de sus conciencias, en el sentido de que los mexicanos se merecen un futuro más cierto y digno.

            Si se comprueban los delitos que les imputa Lozoya a los ex presidentes, júrelo usted que la desbandada en la tercia de partidos políticos de oposición al régimen de turno, generará un escándalo mayúsculo, además de que en su torno podrían ser enlistados varias decenas de ex funcionarios públicos, los cuales resultarían lo suficientemente tatemados para no volverlos a ver en la contienda política.

            Cuando se asegura en espacios de todos los círculos sociales que el México que se vivió antiguamente fue mejor, se va hasta los sexenios de ex presidentes protagónicos, pero las familias vivían felices, había comida suficiente, una sana diversión para las familias, la escuela era pública y los jóvenes se veían en un escenario con un futuro prometedor para sus vidas individualmente.

Es cierto, había pobreza, pero no la que se generó en los últimos 40 años y la violencia, el crimen y la cauda de delitos del orden común jamás propiciaron el desaliento y desesperanza que afectó a los mexicanos por espacio de largas 4 décadas.

Si los cuadros de dirigentes y militancias de los partidos que se derrumbaron con la elección del año 2018 quieren, es posible que la oportunidad la tengan al alcance de sus manos, ya que por mucho tiempo seguramente dejarán de escuchar la voz de sus patrones mandándoles las líneas políticas a seguir, cuando la época es otra y demanda naturalmente de instituciones partidarias renovadas, frescas, con ideas y la toma de decisión de servir realmente al electorado mexicano. A la distancia. Es todo.